miércoles, 14 de octubre de 2009

MOLTURACION Y DIVERSIDAD

MOLTURACIÓN Y DIVERSIDAD

Gillez Deleuze, escribió: “una vida está en todos lados, en cada uno de los momentos que atraviesa tal o cual sujeto viviente”, es decir, que la vida es un experimento inacabado, por tanto, no cabe, esencialidad ni puritanismo racial alguno, en ninguna parte del planeta. Sin desmerecer epistemes y modos de entender la vida, el hombre y la sociedad, no cabe duda, de que la ciencia da la razón a quienes razonan (mos). Y no así, por ejemplo, a Hitler y a las burguesías de todos los tiempos y lugares, que en nombre de una pretendida superioridad de una raza sobre otra (s), llevaron a la destrucción del otro, sin contemplaciones; y eso, no fue más que un error científico, porque ese tipo de selección va en contra de la humanidad en general y del grupo seleccionado en particular. El fascismo sindical del MAS y de la extrema derecha, en este país, corren en esa dirección, aunque parezca retrógrado.

Los Sapa Incas, desde Manco Cápac hasta Pachacutec, se casaron con sus hermanas para tener hijos lo más parecidos posibles a sí mismos; hicieron lo mismo los faraones del antiguo Egipto: el masismo, tiene mucho de ese incario y faraonismo selectivo, un puritanismo exacerbado. El patrioterismo –basado en dicho faraonismo– que defienden a capa y espada, a punta de k’ulawa y mausser, no es más que para esconder un centralismo autonómico, sometido a los caprichos del caudillo mitologizado; un separatismo racial, como idea exasperada de patria que enarbola el MAS es mucho más peligroso de lo que podemos imaginar. La única manera de pulverizar esas ideas nacionalistas, sólo es posible desde la democracia, pues, ésta, atenúa esa exacerbación, desmitificando y desacralizando todo tipo de patrioterismo, para hacer la idea de patria más razonable y a la medida de las necesidades de la gente; también, acaba por desnudar los carismas y aureolas del caudillo patriotero.

Ante la pretendida superioridad del indígena, por ejemplo, sobre el resto de la población, la ciencia, ya hace rato, que desechó esa idea; porque nos dice, que no hay raza superior o inferior, que todos los hombres y mujeres son científicamente iguales y biológicamente únicos. De modo que todo racismo y nacionalismo rabioso, venga de donde venga, no es más que una lamentable proeza de ignorancia. Los bolivianos no hemos dejado de ser, en el fondo, como los incas o los faraones, porque siempre buscamos casarnos –si no con nuestra hermana– al menos, sí, con una mujer los más parecida a nuestra santa madre, ¿para qué?, para reproducirnos idénticos en la descendencia, y de lo que se trata entonces, es de crear una casta. Somos una sociedad de castas y ghetos, ¿acaso, el buscar, marido o mujer entre los de la misma clase social, económica y cultural, no es una manera de perpetuar una casta? Sea como fuere, antes que se una ventaja, la prolongación de ciertos rasgos, los ojos, el color, la apariencia, no es más que la ruina misma. Cuando hoy nuestra sociedad, está reclamando –no puritanismo ni esencialismos de ninguna clase– el cruce de sangres, la mezcla, lo contaminado. Yo creo, que la mezcla, la hibrides, como resultado de la unión de una magnifica de Pablo Manzoni y un Cacachaka del norte de Potosí, sería la respuesta más acertada a esa tendencia del masismo y de las burguesías de oriente, ignorante y puritana. En Bolivia, seguimos queriendo, que se case el médico con la hija de un médico, que el quechua se case con una quechua, el aymará con una ayamara, el terrateniente con una princesita, el hijo del ministro con la hija de la ministra, el sociólogo con una socióloga, así hasta el infinito.

Ahora, digo, que se habla del Estado Plurinacional y el país de las oportunidades –no otro sueño constituye el litio y el hierro–, desde el Presi hasta el último alcalde –que más parece el argumento y tema de la mejor ciencia ficción–, la nueva constitución debiera abrir las puertas para que todo el mundo acabe mezclando sus olores y sabores y saliva, de modo que, en unos años surja la quinta raza, el crisol de las sangres, que tanto soñaba Mauro Vazconcelos. Ese sería el verdadero Estado Plurinacional, donde sean abolidas, la selectividad y los privilegios de unos cuantos frente a los otros; así que, de tanta aglomeración y tanto coito y cruces y mezclas, los bolivianos seamos un país de la molturación de las sangres y la diversidad: ni sangre de bronce ni de plata ni de litio ni de hierro ni culitos blancos ni neoliberales ni socialistas, joder.

Mientras no comprendamos que la tierra es la única y maternal patria del hombre, donde nos molturemos hasta el cansancio, y entendamos que Bolivia es para todos, seguiremos teniendo en el país, octubre negros y rojos y verdes y de todos los colores, así como masacres y terrorismos; y el Estado Pluri una utopía más.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

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