martes, 21 de diciembre de 2010

DORADA MEDIOCRIDAD

DORADA MEDIOCRIDAD

Todo ataque a los medios de vida de los ciudadanos es una violentación directa a la vida humana misma. Por eso ya decía Shakespeare: “You take my life when you do take the means whereby I live” (Me quitas la vida, si me quitas los medios por los cuales vivo). El gobierno ha venido violando sistemáticamente a nombre de una ideología cavernaria, los medios de subsistencia de miles de ciudadanos contrarios al sistema; se han cerrado instituciones con la única finalidad de cubanizar el país y convertirlo en una nueva “Tailandia” de América del Sur.

Lo que encuentro hoy, cuando la llamada revolución socialista ha recorrido ya más de un lustro, no es más que un mito “cansado” (vivir bien); así como los dioses autonómicos han ido cayendo poco a poco en manos del centralismo caudillista. Y lo que se creía e iba a ser una revolución para cambiar la vida, transformar el mundo y glorificar la identidad nacional, esto se ha va quedando lentamente, en un reformismo pequeño burgués de la izquierda tradicional con su magra teoría del cholaje y el indigenismo.

Después de todo, el masismo, ha caído en eso que escribiera, en pleno proceso constituyente, el sociólogo, Franco Gamboa Rocabado: “(en) aquellas viejas concepciones de la política pura y del realismo político que defiende solamente el cálculo para conquistar posiciones de poder a como dé lugar”. De ahí que, la revolución cultural y educativa del llamado proceso de cambio, no tenga en la contrarrevolución su cementerio de elefantes, sino, en la pura y absoluta mediocridad, lo que nos muestra, cómo los administradores del Estado no son más que unas hermosas azafatas, incapaces, de arrancar las turbinas del Boeing nacional del progreso y modernización.

Yo esperaba que los jefes del MAS y sus seguidores cantaran en aymará o quechua (y posiblemente guaraní), pues, al parecer el castellano ya no vende como antes; lo cual quiere decir, que la astucia central y última de los centralistas absolutos, populistas, socialistas de hoy, no es otra cosa que dejar las cosas a medias (hidrocarburos, industrialización, trabajo, salud, educación…), es decir, en una dorada mediocridad, en una súper dorada pacatez (apacible, mansa) que sólo tiene contentos a sus acríticos e inconscientes seguidores.

De aquí en unos años, se dirá que Bolivia hizo (intentó) una revolución para nada o casi nada, en otras palabras, la pequeña reforma pequeño burguesa de la izquierda huérfana sirvió para nada; pues, la ecología de la madre tierra (pachamama), el desarrollo sustentable y sus variantes, que pregonan con pututos y trompetas, no ha servido siquiera para construir ramblas seguras para que los ecoturistas del mundo desarrollado pedaleen alegres, leyendo porno periódicos y panfletos socialistas.

Finalmente, me pregunto si el llamado país de Alicia del nuevo Estado Plurinacional, se ha confinado o lo han confinado al sueño de una arcadia cultural virada en sepia hasta un tiempo petrificado antes de 1492. Joder. No puede ser amor.

Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo

lunes, 6 de diciembre de 2010

LLAMAMIENTOS MORALES Y MASAJES

LLAMAMIENTOS MORALES Y MASAJES

“La Iglesia debe ocuparse de las almas y los hombres de la política”. Esta frase la tomo del Señor Vicepresidente del Estado Plurinacional –y que los borregos del partido repiten como cotorras–. Yo escucho como muchos bolivianos, atentamente, a los gobernantes de hoy y no hago lo mismo que ellos, que sólo se escuchan a sí mismos. El maestro Wittgenstein, solía decir que de aquello que no se puede hablar mejor es callar. Qué sabe un político rampante de teología, de fe, de Revelación y, sobre todo, del magisterio de la Iglesia y toda una tradición de más de dos mil años. Lo que ha querido decir el Señor Vice, pero, en términos muy muy vulgares, no es más que fruto de una mentalidad decimonónica: “obligar a la Iglesia y los prelados que carezcan –o se hagan de la vista gorda– de un sentido inmediato de las realidades que nos circundan y que nada más operen con un exceso de llamamientos morales”. Esta visión medieval no la comparten ni los marxistas más inteligentes. Lastima que no haya en este gobierno de poder y gloria del momento, personas sensatas y puedan darle algún consejo personal a la segunda autoridad política del país, a la luz del pulcrum, bonum y verum.
La Iglesia, la jerarquía y los cristianos en el mundo de hoy, ya no estamos para dar llamamientos morales solamente, o eso que los alemanes llaman “masaje de almas”. Ya estamos demasiado masajeados por el gobierno, con austeridad, ahorro, patriotismo, arcadias culturales, descolonización, soberanía, industrialización o cosas así. Con llamados morales y masajes de almas tan evidentes en el discurso oficial, no se construye ningún tipo de democracia, peor aún una vida digna para todos.
Las almas de los bolivianos ya están exageradamente masajeadas, liposuccionadas, puestas a dieta, por el creciente desempleo, el hambre, la inflación, la violación a los derechos humanos. Lo que se reclama hoy no son más masajes, sino pan, libertad, pero, sobre todo, aquello que hay que tener para satisfacer a la prole: derecho al trabajo. Pues, con masajes de almas y llamamientos morales, no se puede construir una sociedad y un mundo más justo y digno.
Las almas bolivianas que según el gobierno, debieran ser también masajeadas por la Iglesia –diez millones y tantos de almas– no necesitan masajes. Posiblemente sí todos aquellos que han recibido un lavado de cerebro, con toda esa retahíla del retrosocialismo, el antiimperialismo, la dignidad nacional. Aquí queremos realidades, por ejemplo, que todos paguemos impuestos. Otras cosas son virtudes de la abuela.
Ahora comprendo por qué tanta insistencia en que la Iglesia también se ocupe de masajear el alma, sencillamente, porque los masajistas del proceso de cambio de palacio Quemado, quieren rebajarnos a todos esos centimetritos demás que nos afean la silueta espiritual para que nos olvidemos de la realidad lacerante en que vivimos cada día. No sé si a los pobres del país les urje masajes espirituales dos o tres veces por semana. Si no aciertan los señores del gobierno con otras cosas para arreglar el país, a más de los masajes, estamos yendo chueco compañeros y compañeras.

Iván Castro AruzamenTeólogo y filósofo

sábado, 27 de noviembre de 2010

MONSEÑOR TITO SOLARI

MONSEÑOR TITO SOLARI

Fiel al Evangelio de Cristo, monseñor Tito Solari, ha sabido hablar al pueblo de Dios en lengua sencilla y en símbolos cotidianos, corrientes: por ejemplo, una mujer con dolores de parto; un comerciante obeso que posee varios puestos en la Cancha; la mujer insatisfecha con sus maridos y que busca uno nuevo; los condenados a la calle, la acera o el portal de alguna iglesia (los sin techo); los niños y adolescentes instrumentalizados por los traficantes de droga en el Chapare. Hasta ahora, yo no he escuchado, a Tito Solari, como ser humano, pastor, obispo, sacerdote, misionero, cristiano, que haya invocado ninguna historia que esté (o lo aleje) lejos de los hombres y mujeres de este país. Consecuente con su opción evangélica, en todos estos años como cabeza de la Iglesia local y referente de humanidad, cuántas veces habrá comido con labriegos, campesinos y k’epiris, devuelto la esperanza a enfermos y caídos, escuchado a mujeres, hombres, niños, ancianos de aquí de allá o de arriba y abajo sin ningún rencor ni complejo alguno.
Monseñor Tito Solari sintetiza muy bien eso que vengo diciendo sobre el catolicismo nacional: “por un obispo justo puede salvarse toda la Iglesia boliviana”. Seguro existirán otros prelados justos. Pero, con este obispo de andar pausado, alto, desgarbado y manos huesudas, y, sobre todo, un aura de persona en quien nada de lo que es la familia humana, le es extraño, los pobres nunca estarán solos. Este pastor de la arquidiócesis de Cochabamba, no ha necesitado realizar huelgas de hambre o militar en ideología alguna para amar a un país y su gente, como al suyo propio. Monseñor Solari es un hombre que tiene un enorme don para la comprensión y un raro talento para la amistad.
Y hablando de justo a justo, quiero contarle al Señor obispo, cuando escuché sus admirables declaraciones, las oí como todo padre de familia lo haría, preocupado, por el futuro de sus hijos. Lo que ocurre a aquellos que han salido a denostar su imagen (políticos, sindicalistas, dirigentes, marxistas, socialistas, ateos) es que no han logrado amordazar ni drogar del todo la conciencia particular (personal) de culpa y complicidad en este flagelo de la producción y tráfico de drogas. Pues, hasta un ciego es capaz de ver cómo nos encaminamos hacia un narco estado.
Con monseñor Solari nos viene al recuerdo, esa Iglesia que en estos dos mil años de historia, ha tenido etapas prodigiosas de denuncia y compromiso. Y el precio que ha tenido que pagar, Solari, por dar razón de la esperanza cristiana, ha sido soportar el peso de la mano parkinsoniana y vengativa del masismo. A pesar de eso, que monseñor les bendiga a todos.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo

domingo, 21 de noviembre de 2010

El RETROSOCIALISMO

EL RETROSOCIALISMO

El presidente no se explica –y eso es ya, además, de cómico, absurdo, para un primer mandatario– y en vez de explicarse y explicarnos en un lenguaje claro y distinto, sobre lo que está pasando en el país, prefiere enredarnos en la barra de la lengua –que ya sabemos que nos rebasa por delante y por detrás–. Ya he anotado en alguna parte que, el presi Morales es lo pueril de la llamada izquierda en Bolivia y, a su lado, García Linera no es más que un rostro pálido.
Mientras los gobernantes del Estado Plurinacional, se toman fotos, beben mate de coca y derrochan los impuestos de los bolivianos en las rodillas negras de ñusta (Claudio Ferrufino-Coqueugniot) del Presidente, el mundo no para de girar, pero, tampoco el hambre, el desempleo y, los que sufren violentamente contra su humanidad, son siempre los pobres, los más pobres y los pobres entre los pobres. Y no puede ser que el rodillazo artero, cobarde, marica del primer futbolista frustrado de este país, en contra de los testículos de bronce de un ciudadano común, empleado público, haya ocasionado que nuestro mandatario se vaya a invernar en la clínica los Olivos, cuando debiera ser la medicina tradicional de los callahuayas y otros jampiris, solucionen el problema, para ser coherente con lo que se vocifera y se practica, no. Pues, nada. Lo que pasa es que este gobierno se anda chupando la rueda. Dicen: “lo primero es la Constitución”. No tenemos Constitución, sino, no andaríamos improvisando todo. Lo que sí tenemos son leyes por aquí y por allá. Se improvisa todo el día y en todo. Hay que tener una Constitución.
Yo creo que Morales y García Linera, no lograrán sostener por largo tiempo todo su retrosocialismo, que ya fue asimilado y superado décadas atrás. Sólo el uso extremo de viejas tácticas carniceras, militares, terroristas, sostienen por ahora el abombado discurso liberal de la izquierda nacional. Los problemas del país, no se resuelven contando los dedos de la mano ni siquiera con una Constitución ni un marco legal brillante.
García Linera está pálido. Porque ya se le ha empezado a desteñir en purísima el azul de la bandera masista. Sabemos que el Vice lleva una Constitución en el bolsillo derecho del terno y, dicen los contraespias, que también allí esconde una pistola. La izquierda que representan, no ha hecho más que levantar estandartes por todas partes y sacar cuerpos incorruptos y sexys como símbolos del cambio.
Por alguna galaxia desconocida gira el planeta oscuro del Estado Plurinacional, embadurnado de coca. Por esa razón, digo yo, ni Morales ni García Linera, son exactamente la gran izquierda nacional, sino sólo la pequeña izquierda pequeño burguesa, la de los chicos pawer, que nada más buscan convencer a los capitalistas a que se porten bien, o les espera la cárcel.
La gran izquierda propiamente dicha y propiamente grande, no usa corbata ni trajes oscuros de condes, mucho menos trapos de 500 dólares americanos, tampoco automóviles ni aviones ejecutivos, peor aún se mezclan con el narcotráfico. Y si los pontífices de la pequeño burguesa izquierdosa, no toman en cuenta a la gran izquierda de abarcas de goma, campesina, provinciana, les va ha devorar la gran derecha, que anda escondida por ahí. Esto les iba yo a decir, cuando me salen con eso de que soy racista. Joder, no.

Iván Castro AruzamenTeólogo y filósofo

jueves, 4 de noviembre de 2010

EL ROCHA Y LOS PERROS

EL ROCHA Y LOS PERROS

He pasado a ver el otrora caudaloso río Rocha de Cochabamba. Y venían conmigo, Alcides Arguedas, Antonio Díaz Villamil y Marcelo Quiroga Santa Cruz. El hilo de agua negra que se desliza por su curso, le ha arruinado la primera ceremonia al Señor Alcalde Municipal. A la altura de la Recoleta y el Aeropuerto, el río no es más que un charco de color de perro muerto, putrefacto y escaso

Y me pregunto: ¿qué ve el Rocha en su paso, ahora con ojos de perro azul? Ve la demolición de la ciudad, que se ha llenado de condominios y rascacielos y se ha cementizado. Pero, sobre todo, observa una democracia maltratada por dentro y por fuera. A orillas del Rocha, la otra mañana, meditaban García Linera y Evo Morales, qué explicación darle al pueblo, mientras los precios de la carne, el azúcar, el aceite, la harina, se elevan a niveles cósmicos y del primer mundo. También mira el Rocha, en su espejo oscuro y putrefacto, al errabundo Presidente del Estado Pluri y su Vice, impávidos, ante el dolor de los más pobres. Sobre las aguas del Rocha, se reflejan llorosos los chicos del gobierno, gimiendo su post fracaso socialista. Por el espejo del Rocha desfilan embarrados de ineficiencia y cargados de negocios, los niños de la izquierda pequeño burguesa.

El río les ha capturado a muchos masistas, asistiendo a la compraventa de monedas del Banco Central, para invertirlas en las inflacionarias empresas estatales, el narcotráfico y el contrabando, en bienes inmuebles, oro y litio. El Rocha no es ya el río que nos arrastra, nos lleva como ha Heráclito, sino sólo un riachuelo que nos deja y se aleja entre los edificios.

¿Qué lleva el Rocha? No lleva ya ni versos ni siquiera Otra vez marzo. Lleva por ahora la imagen de nuestros mandatarios que no acaban de quererse ni trenzarse en abrazos eternos. Podría preguntarle muchas cosas a las negras aguas del Rocha, pero no me contestarían nada. El río lo que sí guarda son perros y gatos y cleferos. Sé de una noble dama de las Camelias, que se ocupa de dar de comer a toda esa tribu de desarrapados. Los demás, los demás, los demás somos unos falsos indigentistas plurinacionales decadentes. Dicen por ahí, que el Presidente y Vice, han pensado muchas veces, arrojarse con una piedra de molino al cuello a este Nilo cochabambino como si fueran Ofelia. Y que por las noches se les aparecen Banzer, Pinochet, Somoza y hasta Hitler, para consolarles cariñosamente.

Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo

martes, 26 de octubre de 2010

DESCOLONIZACIÓN Y FARENHEIT

DESCOLONIZACIÓN Y FARENHEIT

Fahrenheit de Ray Bradbury no es una novela muy conocida en Bolivia y mucho menos para algunos personajes sin autor, del gobierno actual. Pues, la ciencia ficción no es sino un pasado actuante, un pasado que funciona como futuro. Por eso, se hace tan necesaria hoy la lectura de Fahrenheit, de Bradbury, porque el Estado Pluri de los Paco, Choquehuanca, Rojas, Ávalos, Surco, tiene feroces aparatos de intolerancia y porque Fahrenheit es una crítica a todo tipo de fascismo; es, asimismo, una crítica profunda y total a aquellos que detestan la literatura y se quedan en la mera ideología; y también es un canto homérico, enternecedor y melancólico al libro, al universo Gutenberg, en contra de aquellos pontífices eclécticos que quieren darlo por muerto. Ray Bradbury escribió este canto magistralmente.
Para los que han salido a manchar “Raza de bronce” y “La niña de sus ojos”, de libros racistas, practicando quizá algún tipo de ejercicio supino; el libro de Bradbury, ojalá les sirviera para que hagan todo un examen de conciencia y que los políticos se ocupen de su imagen, de reuniones y comilonas y otras pendejadas, que del saber no saben nada. No hay nada más retrógrado que querer cercenar la libertad de imaginación, derecho universal más que fundamentalísimo. Sólo políticos alienados por el poder y sonsacados por el odio revanchista son capaces de querer instaurar entre nosotros –país de analfabetos– un Fahrenheit.
La ciencia ficción –o ficción a secas– no mira al futuro, sino hacia atrás; y la buena ficción como la de Bradbury o Arguedas, no es sino la utopía inversa, crítica y negativa, frente al platonismo del socialismo, indigenismo, marxismo, liberalismo o cualquier ismo. Es impensable que a principios del siglo XXI, haya gente –cuando no los políticos– que busque normar, qué uno va leer o no. Ahora, sólo hace falta que las hordas del gobierno, asalten, quemen y apedreen librerías, editoriales, imprentas o acuchillen algunos cuadros de artistas plásticos nacionales.
La estupidez congénita de algunos políticos plurinacionales no es un simple lapsus, sino que ocupa todas las paredes de su conciencia y de su quehacer político. Quemar libros como en Fahrenheit no es solamente ponerlos al alcance de un lanzallamas, es también, censurarlos, modificarlos, prohibirlos, perseguirlos, desaconsejarlos, ignorarlos, malversarlos, y, sobre todo –como en la Bolivia de hoy– sustituirlos –ha dicho el ministro de Educación– por libros ideológicos mongolizantes y otro tipo de anuncios falaces. Y en última instancia es como decía Jonh Milton, asesinar un libro, y esto es matar la imaginación, señor colonizado, Viceministro de descolonización.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo

viernes, 22 de octubre de 2010

AFRICANIZACIÓN DEL PAIS

AFRICANIZACIÓN DEL PAÍS

Cuando estábamos tranquilos almorzando los bolivianos, viene a interrumpirnos la sopa eso que llamamos África. La primera vez que los africanos vinieron, a la fuerza, fue hacia el siglo XV y desde entonces se quedó a vivir el África entre nosotros. Y ahora cuando nos andaban haciendo creer que ya llegamos al nivel de vida de los suizos o el Japón, han ido por ahí los falsos profetas de la historia a repartir flores por toda Europa y el Asia: que un Alcalde debe ser sustituido por otro, porque sí. Y resulta que la ola de africanismo que nos invade es incluso mucho más fuerte que la otra, la traída por los españoles, durante la conquista y posterior explotación de la plata.

El otro día que fui a ver a uno de mis personajes, el lustrabotas de la plazoleta Sucre, me dijo: “mire usted, Señor Castro, el África en este país empieza en las cumbres blancas de los Andes”. Pero, yo creo que para no entrar en divagaciones y confrontaciones o dejarlo a medias, debiéramos convenir en que, el África del Estado Plurinacional, comienza en la Puerta del Sol, a pesar de los más de 5000 años. De la puerta hacia el occidente, media Bolivia para el socialismo y de la puerta para el oriente, medio país para el neoliberalismo y los oligarcas. ¿Y la Bolivia, propiamente dicha, a quien pertenece?, me pregunta un desempleado, que se rasca la cabeza en una esquina, igual que los dos millones de desempleados que andan por ahí; pues nada, Bolivia es una República de derechas, inventada por Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Andrés de Santa Cruz. Es también de izquierdas, soñada por Franz Tamayo, René Zabaleta, Marcelo Quiroga, hasta el Ché Guevara.

Así están las cosas en este país, lleno de inventores y falsos héroes ¿Somos socialistas o todo neoliberales? ¿Qué diablos somos? “Somos el África de América del Sur”, me dice mi amiga verdulera. Pero, además, hay políticos que han confundido la democracia con un picnic, con un diachaku; y muchos han aprovechado las dubitaciones del Hamlet del Palacio de invierno, tan ocupado en consolidarse antes que en consolidar la democracia y ya se han repartido la cosa africana en pequeños feudos autonómicos. Con el neoliberalismo no teníamos Estado, pero sí existía la nación, el país, la cosa. Ahora, vamos en camino de tener un Estado, eso sí, sin juridicidad, pero no vamos a tener nación, ni país, ni cosa, pues, así lo quisieron los atorrantes que hicieron la Constitución. Así, la negritud de este Estado Pluri es una verdad a gritos. Por eso lo negro de este país está más claro que el agua, aunque creo que tanto el imperialismo de derechas y de izquierdas, son los verdaderos causantes del africanismo de este territorio, porque han sido siempre un terrible diluvio que ha acechado durante estos 200 años. A mí me parece que todos somos africanos, menos aquellos que nos han dividido en naciones, echando a la nada la nación como tal. Por el momento, el patriotismo parece haber pasado a la izquierda, con eso de la patria, los símbolos, la pobreza, la cultura, el desarrollo, el medio ambiente, etc. Por esa razón, la derecha ya no es capaz de negociar nada, ni el aire ni los recursos naturales, nada. Pero, ¿somos todo socialismo o todo neoliberalismo, los bolivianos? La cosa no está tan nítida. A mi me da igual, lo mismo lo uno que lo otro, me lo meto al epigastrio y ya. Aunque, digo yo, no se puede ser ideológicamente socialista o comunista y, en la praxis, aberrantemente, neoliberal. No se puede uno andarse con medias tintas. La Biblia dice que los tibios, híbridos –políticamente–, serán vomitados por el Señor. O sea que así, señores, yo no acierto a ver bien qué es lo que anda pasando en el Estado actual que tenemos. Lo que sí está claro, es que el africanismo institucional y estructural, que nos invade por todos lados, nos está conduciendo –retrocediendo– del Tercer mundo al Cuarto.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo

EL COLUMNISTA

EL COLUMNISTA

André Bretón, solía decir que jamás corregía las erratas de imprenta, porque eran sagradas y contenían el azar objetivo. El columnista, igual, está ahí, aquí mismo, petrificado en su columna, y presto a reconocer sus errores. No está demás decir, que el columnista –eso dicen que soy– reúne sus propios gusanos léxicos, tipográficos, sus miserias, sus miedos, sus demonios, frustraciones, como el santo subido en su pedestal; y es que no hay mortal ajeno a estas pasiones humanas. Otro gran francés, Anatole France, recordaba, que en tiempos muy lejanos, “los desiertos estaban llenos de anacoretas”. El columnista es un anacoreta, que montado en su columna, clama y reparte sus gusanos, en medio del desierto nacional, tan lleno de falsos profetas, que, también esparcen sus gusanos, sobre los grandes héroes muertos de la Historia de este país.
Al columnista independiente, no le interesa si el periódico es de izquierdas o derechas y lo que escribe no responde a ideología alguna, porque no recibe un céntimo por lo que escribe; pero, además, entiendo que un hombre está más allá de las facciones o ideologías. He hecho artículos, no para injuriar ni calumniar a nadie. Más bien he intentado ser un kafkeano, pues, lo único que me impulsa a escribir, además de mis gusanos, ha sido sufrir el mundo y sus consecuencias, no para criticar, ni sobre ni contra nadie. Para eso está ahí el poder político, para hacer sufrir a la gente. Por lo menos, a mi no me importa que me llamen masón, majadero, escoria, resentido, neoliberal, fascista, republicano, autonomista, laico, hasta engendro de Centauro con oveja o lo que sea; eso sí, no puedo ser racista, con un abuelo campesino, una abuela de pollera, chura mujer, y haber aprendido a leer y escribir a la luz de la vela y la parafina.
Soy un columnista, que de vez en cuando lleva a comer sus gusanos a La Cancha, al Río Rocha, a Villa Pagador, al campo –porque nací en el campo y me crié entre forraje, caballos, asnos, ovejas y el huracanado viento del Sur; además, usé hojotas hasta el bachillerato–.
Desde esta mi columna de prensa, en la que nadie me alcanza un quinto; desde lo alto de este mi monopolio tipográfico, donde a veces me rasco la cabeza y me hurgo la nariz y contemplo el país como un campesino más y desde la que no expreso la línea ni intereses de nadie, entre la especulación y la explotación, un plebeyo como soy –mi abuelo fue esclavo en la Fábrica de Alcohol SAGIG hasta antes del 52–, quiero dejar constancia de mis disculpas para quienes mis ficciones literarias hirieron su sensibilidad. Es que la literatura es el único espacio real de libertad.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo

SACHA LLORENTI

SACHA LLORENTI

Yo que tanto he venido hablando de la gente de izquierdas, no por ser un neoliberal o cosa parecida, sino, porque sencillamente, existen en el gobierno personajes que andan en busca de autor, igual que la verdulera, el lustrabotas, el abrecoches, el cogotero, el taxista, mi periodiquera y el k'epiri de la cancha. Hay ya en este gobierno, engendros de mula con demonio (García Linera) o de llama con lucifer (Evo Morales) y travestís con el mismísimo Hades (Sacha Llorenti).
Ahora que muchos sectores han pedido su cambio, y, no exactamente porque sea un gran caballero boliviano, ni tan formal. El ministro Sacha, un personaje sin autor, tan escaso de ética y con un gramo de inteligencia, no es más que un gerifalte de antaño, que acabó vendiendo muy barato su dignidad, por un gramo de lealtad hacia el Gran Hermano Evo. Su tristemente gestión en el ministerio, pasa ya por la muerte, la sangre y la banalidad y no hay nada que envidiar en su manejo de la fuerza coercitiva del Estado, a ministros tan oscuros y de hierro, como Sánchez Berzain, Ramón de la Quintana. Llorenti es un magnate de la parodia y el angaño, en cada alocución no es sino la voz de un feudal y galante burgués, culito blanco, que llegó a Decano de la UDABOL, gracias al favor de Martín Dowailer el gran amigo y confidente de Goni Sánchez de Lozada. ¿Acaso eso no es ser emenerrista y liberalote?
El ministro de los desbloqueos, no es sino un cruzado movimentista, hoy, feroz masista sin curvatura. Quiere mostrar un rostro de plata, pero se ha quedado tan sólo como un hermoso segundón, que releva a Sánchez Berzaín o Ramón Quintana. Es ya a estas alturas del proceso, un ministro cruelmente lapidario o si se quiere lapidariamente cruel de los derechos humanos. Este político venido de las fauces del liberalismo, sin saberlo siquiera vive todavía en la década de los 60 y 70. Y cuando se produzca su relevo oficial, temprano o tarde, dirán los cronicones oficialistas, que “se ha ido con la frente alta y la gratitud de los buenos funcionarios”. Pero, no dirán que el ministro de los desbloqueos, bajo los truenos de los fusiles, dejó madres y padres sin hijos, mujeres sin esposas, hijos sin padres, compañeros sin amigos. Sacha Llorenti es la espiral diabólica de la incapacidad de gestión de este gobierno socialista del MAS. Ahora, con su título de abogado, forzado en la UDABOL, mira desde palacio Quemado, igual que un dinosaurio sonriente de Walt Disney, porque ha sobrevivido a pesar de todo, a sus más encendidos enemigos: el satuco Gustavo Torrico, el alemán Smidt y los derechos humanos.
La administración del monopolio de la fuerza, no cabe en un doctorado en derecho, trucho, como ventiló por ahí–don Sacha–, sin serlo, pues, le iría mejor aunque sea con una libra de inteligencia, más no con un gramo de lealtad como suele practicar desde el ministerio, el señor Sacha Llorenti.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo