martes, 21 de diciembre de 2010

DORADA MEDIOCRIDAD

DORADA MEDIOCRIDAD

Todo ataque a los medios de vida de los ciudadanos es una violentación directa a la vida humana misma. Por eso ya decía Shakespeare: “You take my life when you do take the means whereby I live” (Me quitas la vida, si me quitas los medios por los cuales vivo). El gobierno ha venido violando sistemáticamente a nombre de una ideología cavernaria, los medios de subsistencia de miles de ciudadanos contrarios al sistema; se han cerrado instituciones con la única finalidad de cubanizar el país y convertirlo en una nueva “Tailandia” de América del Sur.

Lo que encuentro hoy, cuando la llamada revolución socialista ha recorrido ya más de un lustro, no es más que un mito “cansado” (vivir bien); así como los dioses autonómicos han ido cayendo poco a poco en manos del centralismo caudillista. Y lo que se creía e iba a ser una revolución para cambiar la vida, transformar el mundo y glorificar la identidad nacional, esto se ha va quedando lentamente, en un reformismo pequeño burgués de la izquierda tradicional con su magra teoría del cholaje y el indigenismo.

Después de todo, el masismo, ha caído en eso que escribiera, en pleno proceso constituyente, el sociólogo, Franco Gamboa Rocabado: “(en) aquellas viejas concepciones de la política pura y del realismo político que defiende solamente el cálculo para conquistar posiciones de poder a como dé lugar”. De ahí que, la revolución cultural y educativa del llamado proceso de cambio, no tenga en la contrarrevolución su cementerio de elefantes, sino, en la pura y absoluta mediocridad, lo que nos muestra, cómo los administradores del Estado no son más que unas hermosas azafatas, incapaces, de arrancar las turbinas del Boeing nacional del progreso y modernización.

Yo esperaba que los jefes del MAS y sus seguidores cantaran en aymará o quechua (y posiblemente guaraní), pues, al parecer el castellano ya no vende como antes; lo cual quiere decir, que la astucia central y última de los centralistas absolutos, populistas, socialistas de hoy, no es otra cosa que dejar las cosas a medias (hidrocarburos, industrialización, trabajo, salud, educación…), es decir, en una dorada mediocridad, en una súper dorada pacatez (apacible, mansa) que sólo tiene contentos a sus acríticos e inconscientes seguidores.

De aquí en unos años, se dirá que Bolivia hizo (intentó) una revolución para nada o casi nada, en otras palabras, la pequeña reforma pequeño burguesa de la izquierda huérfana sirvió para nada; pues, la ecología de la madre tierra (pachamama), el desarrollo sustentable y sus variantes, que pregonan con pututos y trompetas, no ha servido siquiera para construir ramblas seguras para que los ecoturistas del mundo desarrollado pedaleen alegres, leyendo porno periódicos y panfletos socialistas.

Finalmente, me pregunto si el llamado país de Alicia del nuevo Estado Plurinacional, se ha confinado o lo han confinado al sueño de una arcadia cultural virada en sepia hasta un tiempo petrificado antes de 1492. Joder. No puede ser amor.

Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo

lunes, 6 de diciembre de 2010

LLAMAMIENTOS MORALES Y MASAJES

LLAMAMIENTOS MORALES Y MASAJES

“La Iglesia debe ocuparse de las almas y los hombres de la política”. Esta frase la tomo del Señor Vicepresidente del Estado Plurinacional –y que los borregos del partido repiten como cotorras–. Yo escucho como muchos bolivianos, atentamente, a los gobernantes de hoy y no hago lo mismo que ellos, que sólo se escuchan a sí mismos. El maestro Wittgenstein, solía decir que de aquello que no se puede hablar mejor es callar. Qué sabe un político rampante de teología, de fe, de Revelación y, sobre todo, del magisterio de la Iglesia y toda una tradición de más de dos mil años. Lo que ha querido decir el Señor Vice, pero, en términos muy muy vulgares, no es más que fruto de una mentalidad decimonónica: “obligar a la Iglesia y los prelados que carezcan –o se hagan de la vista gorda– de un sentido inmediato de las realidades que nos circundan y que nada más operen con un exceso de llamamientos morales”. Esta visión medieval no la comparten ni los marxistas más inteligentes. Lastima que no haya en este gobierno de poder y gloria del momento, personas sensatas y puedan darle algún consejo personal a la segunda autoridad política del país, a la luz del pulcrum, bonum y verum.
La Iglesia, la jerarquía y los cristianos en el mundo de hoy, ya no estamos para dar llamamientos morales solamente, o eso que los alemanes llaman “masaje de almas”. Ya estamos demasiado masajeados por el gobierno, con austeridad, ahorro, patriotismo, arcadias culturales, descolonización, soberanía, industrialización o cosas así. Con llamados morales y masajes de almas tan evidentes en el discurso oficial, no se construye ningún tipo de democracia, peor aún una vida digna para todos.
Las almas de los bolivianos ya están exageradamente masajeadas, liposuccionadas, puestas a dieta, por el creciente desempleo, el hambre, la inflación, la violación a los derechos humanos. Lo que se reclama hoy no son más masajes, sino pan, libertad, pero, sobre todo, aquello que hay que tener para satisfacer a la prole: derecho al trabajo. Pues, con masajes de almas y llamamientos morales, no se puede construir una sociedad y un mundo más justo y digno.
Las almas bolivianas que según el gobierno, debieran ser también masajeadas por la Iglesia –diez millones y tantos de almas– no necesitan masajes. Posiblemente sí todos aquellos que han recibido un lavado de cerebro, con toda esa retahíla del retrosocialismo, el antiimperialismo, la dignidad nacional. Aquí queremos realidades, por ejemplo, que todos paguemos impuestos. Otras cosas son virtudes de la abuela.
Ahora comprendo por qué tanta insistencia en que la Iglesia también se ocupe de masajear el alma, sencillamente, porque los masajistas del proceso de cambio de palacio Quemado, quieren rebajarnos a todos esos centimetritos demás que nos afean la silueta espiritual para que nos olvidemos de la realidad lacerante en que vivimos cada día. No sé si a los pobres del país les urje masajes espirituales dos o tres veces por semana. Si no aciertan los señores del gobierno con otras cosas para arreglar el país, a más de los masajes, estamos yendo chueco compañeros y compañeras.

Iván Castro AruzamenTeólogo y filósofo