miércoles, 14 de octubre de 2009

EL SOCIALISMO INMORTAL

EL SOCIALISMO INMORTAL

A pesar de que el masismo y su cacique, creen en un “socialismo inmortal”, los revolucionarios de izquierdas, folkclóricos, están condenados a pasar al reverso de la historia, sea tarde o temprano –yo creo que será mucho más antes de lo que calculaban, porque en diciembre, el porcentaje entre el primero y el segundo, será mínimo–. Durante este tiempo de gobierno, la izquierda afeminada, se ha pasado la vida buscando la forma de hacer una revolución sin hacerlo, porque, los progres del MAS, tienen una visión aleatoria e improvisada de la realidad, y, finalmente, esa izquierda no es izquierda ni nada por el estilo. Si bien, Carlos Marx, predijo que el capitalismo acabaría devorándose a sí mismo, no pudo prever que el socialismo, surgiera donde surgiera, terminaría, también, engulléndose y con qué apetito, señor.

De momento, los diputables y senables, los ministrables, los posibilistas y futurólogos del MAS, están –y creen estar– en el limbo, en la cresta de la ola (del gallo decimos en Bolivia), en el paraíso plurinacional, aunque, bien sabemos, que en la cima, de lo que sea –el poder, la fama, los títulos, los aplausos, las adulaciones y hasta las caricias y el amor– sólo duran (y uno se está ahí) lo que canta un gallo. Y en este tiempo preelectoral, todos los agoreros del masismo, hacen declaraciones, asisten a banquetes, salen en los periódicos, se sacan fotos, arman gigantografías, usan los bienes del Estado para su campaña, dicen cosas –las más de las veces sin sentido–, sueltan discursos incendiarios y viajan por ahí, por todo el país; y así fue de siempre, los políticos la única vez que conocen Bolivia, es durante el turismo político-electoral.

Lo que les pasa a nuestros políticos es que quieren estar toda la vida en la cúspide del poder, en la punta de la ola, sufren del síndrome del surfeador –más allá de que no tengamos mar o posiblemente sea la única manera de tenerlo–. Niestzche, lo llamaba voluntad de poder, aunque de una forma u otra, todos sentimos algunas ganas de apearnos al poder; yo creo que los políticos, en nuestro país, tienen, también, mucho de equilibristas, callawayas, chunchólogos, es decir, un espíritu de circo, con la diferencia de que el payaso es digno; mientras se está ahí arriba, en la cresta de la ola, los delfines del socialismo indígena, se han ido comportando como el perro del hortelano Marx, no dejan cenar ni cenan. Se les ha ido todo el presupuesto de la nación, anunciando una democracia, libertad, justicia, que no existe, en suma, todo; no han podido, sé que es humano, tal vez, demasiado humano decía Niestzche, resistir a la tentación fácil de embobarse con el poder, de tratar de ser los más progresistas, los más avanzados –mientras el país va para atrás–, los más abiertos, los más latinoamericanistas, los más antiimperialistas, y los más pro-venezolanos o cubanos.

De lo que se trata en las próximas elecciones es, de que la gente votara, ya no por ningún tipo de extremismos, sino por una postura moderada, que no hay en este momento, sino más de lo mismo; la distancia entre Manfred Reyes y Evo Morales, es la misma mierda, es decir, el olor a alcantarilla, porque la derecha compra izquierdas y la izquierda compra derechas. Digo, hombre, dentro de nuestra incipiente cultura política, ya no cabe la subversión ni el totalitarismo; aunque de siempre, por muchas elecciones que hayamos tenido, en su momento, la derecha era la buena y la mala la izquierda, y más luego, la izquierda la buena y la mala la derecha; nos han educado en la pedagogía de que el anterior, el antecesor, el que estuvo antes, nunca fue bueno y es el que nunca gana en nada. No sé lo que pasará en diciembre, pero sí, lo que le conviene a Bolivia, en términos políticos: “ni socialismo ni capitalismo inmortal”, de ninguna laya. Yo creo que la nueva política, anda todavía madurando por las escuelas y las universidades, llegará su momento y la pútrida gente del neoliberalismo o el socialismo inmortal, hederán en la fosa de sus ambiciones.

Ojalá el día 13 de diciembre, el tiempo estancado del socialismo inmortal que pregona Evo Morales y García Linera, sea removido o como dice, Gabriel García Márquez, en el comienzo de su gran novela sobre el poder, “El otoño del patriarca”: “la madrugada del lunes la ciudad (el país) despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y podrida grandeza…”.


Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

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