miércoles, 14 de octubre de 2009

MOLTURACION Y DIVERSIDAD

MOLTURACIÓN Y DIVERSIDAD

Gillez Deleuze, escribió: “una vida está en todos lados, en cada uno de los momentos que atraviesa tal o cual sujeto viviente”, es decir, que la vida es un experimento inacabado, por tanto, no cabe, esencialidad ni puritanismo racial alguno, en ninguna parte del planeta. Sin desmerecer epistemes y modos de entender la vida, el hombre y la sociedad, no cabe duda, de que la ciencia da la razón a quienes razonan (mos). Y no así, por ejemplo, a Hitler y a las burguesías de todos los tiempos y lugares, que en nombre de una pretendida superioridad de una raza sobre otra (s), llevaron a la destrucción del otro, sin contemplaciones; y eso, no fue más que un error científico, porque ese tipo de selección va en contra de la humanidad en general y del grupo seleccionado en particular. El fascismo sindical del MAS y de la extrema derecha, en este país, corren en esa dirección, aunque parezca retrógrado.

Los Sapa Incas, desde Manco Cápac hasta Pachacutec, se casaron con sus hermanas para tener hijos lo más parecidos posibles a sí mismos; hicieron lo mismo los faraones del antiguo Egipto: el masismo, tiene mucho de ese incario y faraonismo selectivo, un puritanismo exacerbado. El patrioterismo –basado en dicho faraonismo– que defienden a capa y espada, a punta de k’ulawa y mausser, no es más que para esconder un centralismo autonómico, sometido a los caprichos del caudillo mitologizado; un separatismo racial, como idea exasperada de patria que enarbola el MAS es mucho más peligroso de lo que podemos imaginar. La única manera de pulverizar esas ideas nacionalistas, sólo es posible desde la democracia, pues, ésta, atenúa esa exacerbación, desmitificando y desacralizando todo tipo de patrioterismo, para hacer la idea de patria más razonable y a la medida de las necesidades de la gente; también, acaba por desnudar los carismas y aureolas del caudillo patriotero.

Ante la pretendida superioridad del indígena, por ejemplo, sobre el resto de la población, la ciencia, ya hace rato, que desechó esa idea; porque nos dice, que no hay raza superior o inferior, que todos los hombres y mujeres son científicamente iguales y biológicamente únicos. De modo que todo racismo y nacionalismo rabioso, venga de donde venga, no es más que una lamentable proeza de ignorancia. Los bolivianos no hemos dejado de ser, en el fondo, como los incas o los faraones, porque siempre buscamos casarnos –si no con nuestra hermana– al menos, sí, con una mujer los más parecida a nuestra santa madre, ¿para qué?, para reproducirnos idénticos en la descendencia, y de lo que se trata entonces, es de crear una casta. Somos una sociedad de castas y ghetos, ¿acaso, el buscar, marido o mujer entre los de la misma clase social, económica y cultural, no es una manera de perpetuar una casta? Sea como fuere, antes que se una ventaja, la prolongación de ciertos rasgos, los ojos, el color, la apariencia, no es más que la ruina misma. Cuando hoy nuestra sociedad, está reclamando –no puritanismo ni esencialismos de ninguna clase– el cruce de sangres, la mezcla, lo contaminado. Yo creo, que la mezcla, la hibrides, como resultado de la unión de una magnifica de Pablo Manzoni y un Cacachaka del norte de Potosí, sería la respuesta más acertada a esa tendencia del masismo y de las burguesías de oriente, ignorante y puritana. En Bolivia, seguimos queriendo, que se case el médico con la hija de un médico, que el quechua se case con una quechua, el aymará con una ayamara, el terrateniente con una princesita, el hijo del ministro con la hija de la ministra, el sociólogo con una socióloga, así hasta el infinito.

Ahora, digo, que se habla del Estado Plurinacional y el país de las oportunidades –no otro sueño constituye el litio y el hierro–, desde el Presi hasta el último alcalde –que más parece el argumento y tema de la mejor ciencia ficción–, la nueva constitución debiera abrir las puertas para que todo el mundo acabe mezclando sus olores y sabores y saliva, de modo que, en unos años surja la quinta raza, el crisol de las sangres, que tanto soñaba Mauro Vazconcelos. Ese sería el verdadero Estado Plurinacional, donde sean abolidas, la selectividad y los privilegios de unos cuantos frente a los otros; así que, de tanta aglomeración y tanto coito y cruces y mezclas, los bolivianos seamos un país de la molturación de las sangres y la diversidad: ni sangre de bronce ni de plata ni de litio ni de hierro ni culitos blancos ni neoliberales ni socialistas, joder.

Mientras no comprendamos que la tierra es la única y maternal patria del hombre, donde nos molturemos hasta el cansancio, y entendamos que Bolivia es para todos, seguiremos teniendo en el país, octubre negros y rojos y verdes y de todos los colores, así como masacres y terrorismos; y el Estado Pluri una utopía más.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

MITO Y POLÍTICA

MITO Y POLÍTICA

Ninguna de las propuestas electorales en carrera, para antes y después de diciembre, contienen un programa serio, que permita al país, entrar con una orientación contextualizada, en la modernidad de la sociedad de riesgo global. Ni Evo Morales, ni Manfred Reyes Villa con todo su eje de convergencia Plan Progreso, ni Samuel Doria Medina de la mano de un ex–fabril del oriente boliviano, ni René Joaquino acompañado de un predicador –dicen por ahí– que hace ver a los ciegos y andar a los discapacitados y otros desmayos, tienen un proyecto sostenible, que busque la construcción de un sociedad en la que quepan todos. ¿Por qué sucede esto en nuestra política? Por dos problemas irresolutos en el país: la cuestión identitaria y la mitificación en la política.

Ya se sabe que las situaciones insostenibles, son las que más sobresalen y se sostienen, por mucho tiempo; en nuestro país, las situaciones insostenibles se hacen sostenibles gracias al gas. A pesar de ello, el masismo explota políticamente de modo favorable a sus intereses ese tipo de situaciones; por eso mismo, ha introducido en su discurso un “who is who”, o “quien es quien”, que equivale a decir, “a ver quien tiene más ventaja”; no hay duda de quien sale favorecido de esta situación es el MAS, porque hace uso y abuso de los bienes del Estado para hacer campaña electoral.

Con todo eso y el maquillaje económico, es que el país no está fácil; y no está fácil, porque con tanto chico raro en el gobierno y la política, no sabemos dónde vamos a parar. Eso sí, al igual que en gobiernos neoliberales, podemos determinar nítidamente, quién –qué, por qué, cómo, cuándo, de qué, con qué y para qué– es el corrupto, quien es un loco angurriento, un gamberro y un desorbitado reprimido; pues, sencilla y llanamente, es este país, los bolivianos –no se diga otra cosa– hemos hecho de nuestra vida política nacional –además de sus consabidos traumas– una historia basada en la mitología, es más, nos han gobernado, siempre, por el mito antes que por el voto; se ha mitificado todo –sobre todo al caudillo–, desde la varita de oro de Manco Kapac hasta la ignorancia del Presidente de la República, pasando por las canas del power García Linera y eso del buen salvaje al buen indígena. La política termina mitificándolo todo. La realidad en todo su espesor, aparece mitificada. Cuándo no fue un mito el estaño y la plata, o la salida al mar, no es en este momento un mito, la explotación del mutún o el litio del salar de Uyuni, digo yo.

Todo el drama de Bolivia, yo creo, que está resumido en la pregunta que me hizo, no hace mucho tiempo, un humilde hombre del campo, “¿cómo se les ha ocurrido hacer revoluciones cuando en nuestro país hay una epidemia incurable?” De ahí que, he venido restregándoles en la cara a masistas y fascistas de derechas, eso que siempre han sido y no han dejado de ser los políticos, una horda de perros hambrientos y la única política que aprendieron a hacer, esa de los amarres y compadres; desencantado por esa política de asco, no he dejado de longearles la epidermis igual si fueran chanchos de engorde, porque los políticos de circo, nunca terminan de decirnos la verdad y si la dicen, lo hacen a medias tintas, y peor aún, cuando no nos dicen nada sobre las oscuras direcciones que ha tomado la pasión por el poder, en sus vidas.

Tal y como está planteado el juego político, para hoy y para mañana, oponerse a los patrioteros del masismo, es una forma de hacer y construir la patria, más allá de que quieran quedarse en el gobierno, muchos años. Y si de verdades a medias se trata, uno de los temas que pertenece a esa izquierda predatoria, o sea la horda misma, es el caso Porvenir y Rozsa, de los que no terminan de decir la verdad de los hechos. El socialismo del MAS, por supuesto, también acabará siendo un mito más de la política en Bolivia. Lo malo de los mitos es que no crean fuentes de trabajo ni hacen caer el maná del cielo, una mañana cualquiera, cuándo los pobres necesitan un pan para engañar al hambre.

Mito y política en nuestro país, han sido la teoría y la praxis, las dos caras de una misma moneda: el subdesarrollo y atraso de un Estado ajeno a la realidad.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

EL REUMATISMO IDEOLÓGICO

EL REUMATISMO IDEOLÓGICO

Los políticos del presente –y los de antes–, a mí, como tantos otros bolivianos, nos andan matando las esperanzas. Cada día vienen asesinando nuestros sueños de un país democrático y de derecho. Ahora, nos salen con que van a regalar una portátil a los maestros, y que en unos años más, no sabemos si será a fines del 2050, todos los estudiantes del sistema fiscal, el gobierno les dotará de una computadora personal; “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé! (…) Serán talvez los potros de bárbaros atilas;/ o los heraldos negros que nos manda la Muerte”, decía César Vallejo; ya venía diciendo yo, que los chicos pawer de la política gubernamental, andan en drogas; y esas enfermedades no se curan nunca, igual que el cáncer, el reumatismo, la diabetes, la leucemia, entre otras; tampoco se cura ni curará el reumatismo ideológico de los chicos raros de izquierdas; comprendiendo o no este peligro, los opositores han montado partidos y asociaciones ciudadanas, esperando un milagro en las elecciones de diciembre.

Si de enfermedades hablamos, bien sabemos que muchas de ellas, pasa el tiempo pero no matan, o no matan tan pronto, aunque duren toda la vida. El reumatismo y la artritis son de esas enfermedades longevas; si no se le presta atención a tiempo, el reumatismo masista, puede quedarse con nosotros mucho tiempo, como una forma de reumatismo y una imposibilidad de cambiar de postura, en pocas palabras, un lumbago ideológico, pues, así de deformada está nuestra cultura política. A los políticos que vienen matando las esperanzas de la gente, hipotecando el futuro, nos están haciendo pasar gato por vizcacha, y un castigo ejemplar, además de la cárcel, sería sacarlos desnudos en las portadas de los diarios –previa orden judicial– como una manera de dilapidarlos con el plomo tipográfico de los mas media; así podríamos ver las deformaciones que tienen debido al reuma ideológico, tan lleno de corrupción, discurso, sobre todo, atolondrado por la droga sindical. Supongo, que el gobierno, no pondría objeción a esto, ya que tanto habla de la libertad de prensa, por tanto exhibir en pelotas a ministros, viceministros, diputados, senadores, que sufran de reuma ideológico, no dejaría de ser un buen escarmiento.

Los políticos que andan subidos en la cresta del poder, así como los patriarcas en retirada, son culpables de nuestra democracia y su malformación y de su fracaso histórico-político, a pesar de que en su más honda ignorancia y su buena voluntad –además de sus bolsillos– quisieron, posiblemente, hacer un país para todos, pero, acabaron (acaban) haciendo un país para nadie; el socialismo del siglo XXI como el neoliberalismo de ayer, dejados a su libre albedrío y juego devorador, totalizador y estúpido, pueden llegar, bien sabemos, a despedazar la vida, a ensombrecer la luz del mañana y terminar devorándose así mismos, también al país, con un apetito de León africano, que nadie hubiera sospechado siquiera.

¿En qué se diferencian los políticos de izquierdas de los de derechas? Yo creo que sólo en la corbata. Sí, tan sólo eso, pues, a los de derechas les gusta ir de corbata, a los de la izquierda también, pero se reprimen ¿En qué se diferencian políticos como Gustavo Torrico, César Navarro o Lourdes Millares, de un llant´ero, cortador de eucaliptos? Casi en nada. Estos señores al igual que los corta eucaliptos, atacan lo mismo que a las plantas al pueblo, con la misma furia, con el mismo impulso animal, con la misma rapidez y con el mismo afán de lucro, político y personal, si no qué hace toda la parentela metida en el asunto del Estado. Digo estas cosas de los políticos y sobre los políticos, para no traicionar mi alma y mi karma, porque soy un hombre de buena y con un poco de fe, quizá no alcanza todavía el grano de mostaza; y, además, porque estoy convencido que cada político que hemos tenido ha sido un reprimido de no sé qué, pero, que les ha gustado cortar, romper, destrozar, fracturar, traicionar, serruchar, robar –al país– y eliminar sin asco a quien se le cruzara en el camino, lo sabe todo el mundo.

Ahora que sabemos que el reuma ideológico es incurable, mejor prevenir antes que padecer sus nefastas y dolorosas consecuencias, no.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos cordialmente

LA IZQUIERDA INCIVILIZADA

LA IZQUIERDA INCIVILIZADA

No tengo nada en contra del masismo ni con la derecha decadente, que yo sepa o al menos nadie me lo ha dicho; pero, creo que utilizar argumentos –como la felicidad– o la meteorología –como el sol, la tierra, la lluvia, la luna, el frío– para justificar toda una política deprecatoria y castrante del sistema democrático, es pasarse ya de asno; al parecer, para los indigenodemócratas, no importa utilizar el argumento que sea, cuando no se tiene mejores entre manos. Este modo de proceder, este método y recurso, sólo puede venir de una izquierda incivilizada y silvestre; pues, como sabemos, la izquierda de nuestro país, no fue a escuelas y colegios de buena calidad, asimismo, la derecha aparece como civilizada, por tanto, si hubiera una izquierda civilizada, señor, ya no sería izquierda. Por eso, esa facción neopopulista, roja, de los García Linera, no pasa de ser una izquierda vergonzante, con una melancolía, casi imposible, de ser derecha. No podemos olvidar, que en la escuela, el colegio y la universidad, nos enseñaron que la izquierda es incivilizada por naturaleza; siguiendo esta lógica, los izquierdócratas de ahora, sólo quieren meter presos a prefectos, exministros, expresidentes, jueces y fiscales, y si podrían quemar iglesias y violar ñustas, lo harían. Entonces, hablar de una izquierda civilizada, nada, es pedir peras al olmo, es referirse a una izquierda ebria ¿Dónde y cuándo hemos visto una izquierda civilizada? Sólo en los chiqueros, cárceles, cantinas y lenocinios, creo. Posiblemente, tentados, dirán algunos, que ya hay algo de civilización en la izquierda con García Linera, Juan Ramón Quintana, Héctor Arce, Sacha Llorenti; pues, no. Lo que tiene esta izquierda incivil, es a los tres mosqueteros, aunque, los tres mosqueteros en la novela de Alejandro Dumas, eran de derecha, y conocemos también que los tres mosqueteros eran cuatro. Para el masismo, estos espadachines de la nueva política nacional, se birlan derecha cuando quieren y hasta el empacho: García Linera, no es más que la esencia de la agresividad desnuda de chico raro con poses de macho falso; Juan Ramón Quintana, es el rostro de Mefistófeles, encarnado en el ministro de hierro; y Sacha Llorenti junto a Héctor Arce, intentar mostrar y representar una democracia elegante, pero todavía incivilizada. Estos tres mosqueteros que juntos hacen cuatro, si reunieran sus espadas en un haz de acero, no dudarían en cargarse a cien mil hijos de derechas; estos personajes, capaces de sembrar el terror y la confusión, están haciendo su paso por el poder, chamuscándose a la brasa, la parrilla y la plancha, con la misma intensidad y pasión que el tristemente célebre zorro Berzaín o el ministro de la cocaína, Arce Gómez. La gran diferencia entre los mosqueteros de Dumas y de los masistas es que, los primeros, eran conocidos y apreciados por el pueblo, pero, los segundos, dentro de la impopularidad generalizada del político en Bolivia, nadie suele reconocerles en la calle; eso sí. Sabemos que quieren quedarse en el poder y por del poder, usando como señuelo a Evo Morales, el masismo y sus hordas ya sueñan con un gobierno incivilizado por los próximos cincuenta años. Así las cosas, el panorama es más que sombrío, porque el MAS incivilizado, quiere servir a la verdad, pero, partiendo del sofismo político de que hay una sola verdad, la de la intolerancia, la victimización, la etnicización de la sociedad, la corrupción, el discurso grandilocuente, sin embargo, desde que la democracia, como modelo para vivir en sociedad, irrumpe en occidente, existen muchas verdades, casi tantas como mosqueteros esparcidos por el mundo ¿A qué verdad es frente a la cual doblan la rodilla e inclinan la cabeza, los masistas y sus aliados políticos? ¿A qué verdad vamos a someternos los Bolivianos? Ni a la izquierda incivilizada e imbecilizada del MAS, el Movimiento Sin Miedo, el partido Comunista, los movimientos sociales ni a la derecha troglodita de los Marincovich o los Reyes Villa. Si Evo Morales Ayma, no lo pongo dentro de los mosqueteros, es porque, como el mismo lo ha manifestado ante los estudiantes de Ciencias Políticas de la Complutense, no lee libros, tampoco hojas de coca.

Iván Castro Aruzamen
Filósofo y teólogo
Profesor de derechos humanos cordialmente

IRREVOLUCION Y PATRIARCALISMO POLÍTICO

IRREVOLUCIÓN Y PATRIARCALISMO POLÍTICO

El socialismo que se busca instaurar en Bolivia, sencilla y llanamente, es la expresión de la barbarie social, aunque por otro lado, a esa barbarie ejercitada por el MAS, yo digo que es el cucu, ese que nuestros abuelos invocaban cuando uno no quería comerse la sopa; por supuesto, que debido a este cucu político, desordenado, brutal, terrorista, los niños de derechas, ya empiezan a portarse educados y andan medio rectos; asimismo ese cucu socialista, esa irrevolución del masismo, nos ha planteado la necesidad de pensar en un cambio estructural del país. Claro, y si han aparecido en Bolivia el socialismo, el comunismo, el indigenismo y otros ismos políticos, no ha sido para parir más burgueses, que para eso estaban el MNR, MIR, UCS, ADN y las transnacionales –pues en realidad son muy uninacionales–, sino para espantar burgueses que le metían mano al Estado, por donde podían, pero no, el socialismo irrevolucionario del MAS, ha hecho nuevos burgueses hasta de las piedras. Por el momento, socialistas irrevolucionarios, comunistas, indigenistas, indianistas, sinmiedistas, cortesanos, condes y condesas y todos los sindicatos del hampa político del país, debieran empezar, si se quiere cambiar el estilo de hacer política, por desodorarse el rabo con un poco de sprais para matar moscas y cucarachas, no otra cosa tienen en la cabeza y entrañas; además, estoy convencido, de que a los irrevolucionarios del MAS, como García Linera, les gusta la sangre, peor aún, viven sedientos de sangre, son cómo el frankenstein –joven– de sus primeros experimentos, a estos patriarcas irrevolucionarios les gusta la hemoglobina y la carne.

Algunos librepensadores, hemos venido durante este tiempo, tratando de hacer una especie de periodismo literario político, es decir, ni más ni menos, que una “autopsia de la tiranía masista”, devenida muy pronto en un totalitarismo totalizador, en el que lo ideológico se sobrepone a la cotidianidad de la gente, así como un patriarcalismo, aberrante, por encima de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; eso nos demuestra la lista de diputables, senables, ministrables y presidenciables, para las elecciones de diciembre.

Más allá de que se aluda, ufanamente y con tanta alharaca, de que Evo Morales es el presidente del Estado Plurinacional, el patriarcalismo político no sólo es excluyente, sino que además, se ha convertido en una política de Estado. Wirginia Wolf, en “Una habitaci{on propia”, denunciaba cómo el machismo había invadido hasta la interioridad de las mujeres, yo no creo que algún masista u otro político en Bolivia, se atreva a rebatir esta afirmación, porque el MAS y todos los partidos políticos, son tremendamente patriarcales; la señora, Ana María Romero, por ejemplo, terminó sucumbiendo a esta lógica perversa, pues, de defensora de los derechos y un marcado antipatriarcalismo, termina sumándose a las filas de un movimiento, como el MAS, mucho más patriarcal que el chancho y el asno, juntos; yo pienso, que es urgente una larga y soberbia reflexión sobre el patriarcalismo en la política nacional. Porque esta práctica ha hecho de nuestra sociedad, no sólo violenta, sino que también se mueva bajo el manto de la confusión, la proliferación, la fecundación, el fervor desmedido, el hermetismo, la aglomeración, el desorden y, sobre todo, el lambisconeo, preguntemoslo, sino a Evo Morales, cómo le hace para dejar la botas bien lustradas, del más grande bufón que ha dado Latinoamérica en este siglo, Chávez.

Bolivia, ha sido (y es) de siempre una sociedad patriarcal; la descolonización masista al parecer intentaba poner fin a esto, pero, nos encontramos, ahora, con que además de ser patriarcales somos populoizquierdócratas; algunos patriarcas de la política, para nuestro bien han empezado su retirada (Látigo Rodríguez, Vázquez Villamar, Carlos Borth, Tuto Quiroga, Antonio Peredo, Walter Guiteras…) y dejan la arena política, Dios quiera, para vivir una segunda maternidad; aunque para tranquilidad de estos padres de la patria, ya aparecen en escena, los nuevos burgueses de izquierdas, muy diplomáticos cuando menos y sanguinarios en más, ocupados todo el tiempo, en hacer un show mediático bélico; ya he dicho, que la diferencia entre unos y otros, estriba en que, los neoliberales van a misa de 8 de la mañana y los masistas, a wilanchas y limpias de brujería.

Podríamos hasta creer que los irrevolucionarios de izquierdas y los decadentes neoliberales de derechas, parecen ser un mismo perro pero con distinto collar, no, para nada, son los mismos mastines y chihuahas de siempre y con el mismo collar; “la política de la irrevolución y el patriarcalismo político, sigue siendo putrefacta”, pero, mucho más, cuando nos damos cuenta de que los políticos sufren una hipertensión por el poder, posiblemente, ya hayan caído en una insuficiencia renal crónica, por eso algunos han optado por irse de consulta con el urólogo.

Iván Castro Aruzamen
Téologo y filósofo
Profesor de derechos humanos



EL SOCIALISMO INMORTAL

EL SOCIALISMO INMORTAL

A pesar de que el masismo y su cacique, creen en un “socialismo inmortal”, los revolucionarios de izquierdas, folkclóricos, están condenados a pasar al reverso de la historia, sea tarde o temprano –yo creo que será mucho más antes de lo que calculaban, porque en diciembre, el porcentaje entre el primero y el segundo, será mínimo–. Durante este tiempo de gobierno, la izquierda afeminada, se ha pasado la vida buscando la forma de hacer una revolución sin hacerlo, porque, los progres del MAS, tienen una visión aleatoria e improvisada de la realidad, y, finalmente, esa izquierda no es izquierda ni nada por el estilo. Si bien, Carlos Marx, predijo que el capitalismo acabaría devorándose a sí mismo, no pudo prever que el socialismo, surgiera donde surgiera, terminaría, también, engulléndose y con qué apetito, señor.

De momento, los diputables y senables, los ministrables, los posibilistas y futurólogos del MAS, están –y creen estar– en el limbo, en la cresta de la ola (del gallo decimos en Bolivia), en el paraíso plurinacional, aunque, bien sabemos, que en la cima, de lo que sea –el poder, la fama, los títulos, los aplausos, las adulaciones y hasta las caricias y el amor– sólo duran (y uno se está ahí) lo que canta un gallo. Y en este tiempo preelectoral, todos los agoreros del masismo, hacen declaraciones, asisten a banquetes, salen en los periódicos, se sacan fotos, arman gigantografías, usan los bienes del Estado para su campaña, dicen cosas –las más de las veces sin sentido–, sueltan discursos incendiarios y viajan por ahí, por todo el país; y así fue de siempre, los políticos la única vez que conocen Bolivia, es durante el turismo político-electoral.

Lo que les pasa a nuestros políticos es que quieren estar toda la vida en la cúspide del poder, en la punta de la ola, sufren del síndrome del surfeador –más allá de que no tengamos mar o posiblemente sea la única manera de tenerlo–. Niestzche, lo llamaba voluntad de poder, aunque de una forma u otra, todos sentimos algunas ganas de apearnos al poder; yo creo que los políticos, en nuestro país, tienen, también, mucho de equilibristas, callawayas, chunchólogos, es decir, un espíritu de circo, con la diferencia de que el payaso es digno; mientras se está ahí arriba, en la cresta de la ola, los delfines del socialismo indígena, se han ido comportando como el perro del hortelano Marx, no dejan cenar ni cenan. Se les ha ido todo el presupuesto de la nación, anunciando una democracia, libertad, justicia, que no existe, en suma, todo; no han podido, sé que es humano, tal vez, demasiado humano decía Niestzche, resistir a la tentación fácil de embobarse con el poder, de tratar de ser los más progresistas, los más avanzados –mientras el país va para atrás–, los más abiertos, los más latinoamericanistas, los más antiimperialistas, y los más pro-venezolanos o cubanos.

De lo que se trata en las próximas elecciones es, de que la gente votara, ya no por ningún tipo de extremismos, sino por una postura moderada, que no hay en este momento, sino más de lo mismo; la distancia entre Manfred Reyes y Evo Morales, es la misma mierda, es decir, el olor a alcantarilla, porque la derecha compra izquierdas y la izquierda compra derechas. Digo, hombre, dentro de nuestra incipiente cultura política, ya no cabe la subversión ni el totalitarismo; aunque de siempre, por muchas elecciones que hayamos tenido, en su momento, la derecha era la buena y la mala la izquierda, y más luego, la izquierda la buena y la mala la derecha; nos han educado en la pedagogía de que el anterior, el antecesor, el que estuvo antes, nunca fue bueno y es el que nunca gana en nada. No sé lo que pasará en diciembre, pero sí, lo que le conviene a Bolivia, en términos políticos: “ni socialismo ni capitalismo inmortal”, de ninguna laya. Yo creo que la nueva política, anda todavía madurando por las escuelas y las universidades, llegará su momento y la pútrida gente del neoliberalismo o el socialismo inmortal, hederán en la fosa de sus ambiciones.

Ojalá el día 13 de diciembre, el tiempo estancado del socialismo inmortal que pregona Evo Morales y García Linera, sea removido o como dice, Gabriel García Márquez, en el comienzo de su gran novela sobre el poder, “El otoño del patriarca”: “la madrugada del lunes la ciudad (el país) despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y podrida grandeza…”.


Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

ANTIIMPERIALISMO EPILEPTICO

ANTIIMPERIALISMO EPILÉPTICO

La sociedad boliviana ha necesitado al indio y al mestizo como un contraboliviano, como la evidencia del mal y la decadencia, como un condenado en vida, como el contraste cobrizo de la casta blanca, criolla, europeizada, pálida y absurda, apostólica y romana; pero, los indios y los mestizos, fueron una cosa útil y dieron muchas buenas a la historia de nuestros países, dieron la memoria lúcida de que una nueva cultura, híbrida y contaminada, llena de rugosidades, para nuestro bien o nuestro mal, emergía en la historia del continente; ya César Vallejo, en esa su hondura poética del desgarro y desamparo americano, le cantó al mestizaje; y no, es que a lo largo de la historia de estos pueblos de la América del Sur, al indio y al mestizo, se los arropó con la mitología del miedo y la ignorancia, la incultura y los piojos y la sarna, no otra cosa, escribió, Alcides Arguedas en su “Pueblo Enfermo”.

Ahora, que indios y mestizos, con toda oportunidad y decisión, tienen la posibilidad de encontrar reivindicaciones como raza y clase, aparece, nuevamente, otra casta blanca, mimetizada bajo una simbología apócrifa, de la wiphala, del poncho rojo y la k’ulawa, la piedra y grandeza limitada de un Imperio perdido en el tiempo, tan sólo para hacerse con el poder efímero y circunstancial, del momento histórico del país, por cierto necesitado de cambio y transformación; ya escribí de que es imposible “el sueño boliviano con el sueño (angurria) masista”. Yo, les diría a mestizos e indígenas –conscientes de que no es posible sobrevivir en la mediterraneidad económica y política del mundo contemporáneo–, no para consolarles, que de eso se ocupó la cristiandad de la Iglesia ultraconservadora, sino para consolarme a mí mismo, si durante la época republicana hasta la caída de Sánchez de Lozada, se construyó un Estado sobre el lomo del indio y el mestizo, estigmatizados con la superstición y la ignorancia, hoy, ni más ni menos, el masismo repite el libreto, pues, sigue siendo un culito blanco, de manos féminas (o algún apellido italiano como Llorenti) el que erige la senda de nuestro destino y el pobrecito cocalero, campanario de ese pensamiento etéreo, sólo atina a repetir sin comprender lo que pasa su alrededor.

La nueva casta cobriza y blancoide de Palacio de Gobierno, elevó la imagen del caudillo a prototipo, sustentado por un discurso amañado y demagógico; el caudillo, ese personaje oscuro que puebla la historia política de nuestro país, tan ladino como un zorro o una hiena, de pronto, se convirtió, al mismo tiempo, por decisión propia y de manera involuntaria, en el nuevo dios de indios y campesinos y mestizos; y en lugar de redimir al indio y todos los excluidos de una sociedad excluyente por esencia, nada más termina por indianizar y desmestizar a todos, otra vez con el mito de la ignorancia, pero además, de la promesa paradisiaca del “todos para uno y uno para todos”; si la mortalidad infantil entre los hijos de la gente del campo –de manos encallecidas– no fuera la más alta de América Latina y quizá del mundo, podríamos pensar que las cosas andan bien; indígenas, campesinos y mestizos, han venido dando pruebas decididas de la voluntad de ser integrados e incluidos en una nueva sociedad, más allá de los flacos intereses de dirigentillos, tangenciales y serviles a la nueva casta burguesa de izquierdas.

Repasando la lista de las reivindicaciones –no esas de los nuevos magnates de la política, ni de los narcocapos de las cúpulas del MAS, que buscan fama, reconocimiento, dinero, títulos honoríficos…–, de los más pobres, de aquellos que en mis años de correrías pastorales, visité, acompañé y comí de su plato de lentejas, y con los que no hace mucho volví a charlar, de sus angustias y necesidades, me reconocí deudor de una profunda convicción por la liberación, hasta tal punto que corrí a mirarme en el espejo del baño, a ver si mi frente morena y mis manos, otrora agarraron el arado, la pala y la azada, cultivando la tierra, no habían cambiado de aspecto. Lo que les hizo a indígenas y mestizos, esa sociedad burguesa (la de los Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Germán Antelo, Branco Marincovich…) nos han hecho en buena medida a todos los bolivianos. Recuerdo, cuando un catequista de tierra adentro, me dijo: “los campesinos no podemos ignorar la Ley, pero la Ley nos ha ignorado siempre a nosotros”. Eso no ha cambiado, pues, la Ley del masismo, hoy ignora a todo aquél que este en contra de los agoreros del paraíso terrenal del nuevo socialismo chavista.

La izquierda de letrina y los señoritos camaleónicos que divulgan su evangelio, del brazo de la chusma dirigencial masista, y que no pasan de ser unos antiimperialista epilépticos –sino, dígame usted, cómo es que don Fidel Surco, uno de los mayores cercadores de la democracia, vuele a Miami, rezando para que el Imperio le devuelva un ojo a su esposa–; yo creo que la izquierda y el masismo de Evo Morales, se parecen a los conejos, porque la insolencia y el mito del anticapitalista bueno y salvaje, se ha reproducido aceleradamente, entre gente ávida de chuparle al Estado; haber si de tanto coito conejil dentro del MAS sale algo nuevo por ahí.

Por el momento, la nueva casta, atea y leninista –sin tener idea de lo que eso significa– no difiriere en nada de la de antaño; debemos tener cuidado con esta nueva casta izquierdista, porque donde pisan o tocan, lo secan, lo aburren, le quitan el color y la gracia y la personalidad a las cosas. Los “izquierdistas epilépticos” de hoy, en nombre de la libertad, de su libertad, suelen cagarse en la libertad espontánea, natural y concreta de los demás, aunque, creo que, todavía los humos del poder que degustan como un buen vino, no les ha dejado caer en la cuenta de la providencialidad de su poder. Evo Morales, García Linera, el masismo, son provisionales. Y que han llegado a Palacio Quemado provisionalmente; eso de quedarse “para todo la vida”, no es más que el eco de un pensamiento anquilosado y puro cretinismo intelectual barato.


Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos