miércoles, 28 de mayo de 2008

CARTA ABIERTA A ADOLFO PEREZ ESQUIVEL

Carta abierta a Adolfo Perez Esquivel
(Premio Nobel de la Paz)

Es de sobra conocido su trabajo a favor de la lucha por los derechos humanos y su propuesta de la no-violencia en América Latina. Es loable todo su esfuerzo por los pobres. Pero, no acabo de digerir –sus apreciaciones sobre mi país– y no puedo hacerlo porque soy boliviano; uno más de los cientos, que vive y sufre el marasmo en el que andamos metidos, por culpa de dos facciones encontradas, producto de la coyuntura actual. No dudo de su buena fe –siempre y cuando su opinión no sea otra más del ególatra argentino– respecto a su mirada sobre la situación de mi país; sin embargo, advierto que existe en sus juicios un sesgo de parcialidad, además, sujeto a la superficialidad. Me gustaría empezar haciéndole algunas preguntas, ¿usted conoce Bolivia la de adentro la profunda, más allá de su eje troncal? ¿Ha sufrido en carne propia la embestida de un racismo explosivo –nunca tan lesivo a la dignidad humana en toda la historia democrática, como hoy– instaurado por el presidente Morales tras su discurso antineoliberal? ¿Ha pisado sectores campesinos, no afines al partido (movimiento) de gobierno, que no han visto en su entorno un ápice de transformación y cambio propuesto por Evo Morales y los pobres (invisibles) del palacio de gobierno? ¿Vio acaso la zona del Chaparé y el cono sur cochabambino (Totora, Mizque, Aiquile) donde el tráfico ilícito de cocaína (garantizado por los sindicatos) es el pan de cada día? ¿Viajó en algún microbús abarrotado de campesinos que miran con desconfianza a quién lleva unas gafas o viste diferente? ¿Presenció la borrachera de campesinos en la que las arengas antineoliberales están a flor de labios sin tener idea alguna de las mismas? ¿Conoce el trabajo de cubanos y venezolanos (practicantes) que obligan a la gente a aprender el himno de su país como agradecimiento por la ayuda recibida y los atropellos que cometen en nombre de la misma, lo mismo, que los yanquis ayer? ¿Observó algún linchamiento (asesinato) en nombre de justicia comunitaria, las más de las veces a inocentes, lesionando el derecho a la vida, por muy culpable que sea la víctima?...

Y más allá de los intereses encubiertos de la burguesía cruceña que usted crítica, nada nuevo bajo el sol –dice el Quohelet–, muchos bolivianos estamos de acuerdo con la inhumación del modelo centralista –del que hicieron las logias cruceñas un vehículo de sus mezquinos intereses–, al cual se arrimó –equivocadamente– el MAS en el referéndum nacional sobre las autonomías. No crea –ingenuamente- que un gran porcentaje de la población vive de espaldas a la lógica de utilidad que buscan legitimar los terratenientes del oriente detrás de las autonomías y los estatutos; pues no, más bien los tenemos bien identificados y no necesitamos que nadie nos venga a hacer caer en la cuenta del barro en que estamos empantanados. Asimismo, tiene mucha razón cuando dice que los oligarcas no soportan a un indígena (monolingüe) como presidente o a una señora de pollera (cantante de coplas) como ministra de justicia; sepa que no sólo son los autonomistas los que tienen esta actitud sino sectores medios que entienden medianamente el dicho “zapatero a tus zapatos” y mucho más cuando hablamos del ejercicio de la función pública con miras al bien común. ¿Por qué entonces la reciente nacionalizada??? YPF no da visos de mejora cuando tiene al mando un abogado (todólogo)? ¿No debiera ser un especialista en petróleos el encargado de esta empresa? ¿Es un derecho humano realizar una actividad para la cual uno no tiene facultad alguna? ¿Acaso un maestro carnicero está facultado para realizar una operación quirúrgica? ¿Es lícito arrogarse –como lo hace la izquierda boliviana, clásica posición de los intelectuales baratos– la voz de los pobres (campesinos) y aparecer como los salvadores (elegidos) cuando de miserables no tienen nada?

Comprendo la nostalgia que siente por las voces proféticas de obispos y sacerdotes conocidos por usted; y claro cómo olvidar a Helder Cámara calificándolos a los terratenientes brasileños de prostitutos sagrados o Leonidas Proaño denunciando una Iglesia Latinoamérica aliada a los ricos y poderosos, pero, asimismo sin olvidar la de los pobres y marginados; Pedro Casaldáliga seguro de que el espíritu sopla donde quiere, pero que dudaba sobre su soplo por los pasillos del Vaticano; pues, señor la lista es interminable… hoy vivimos un tiempo en que los profetas deben asumir el devenir y trasformaciones sociales, no a punta de fusiles ni campos de concentración, sino en la opción por la democracia, por los derechos humanos, pero no dentro de sistemas colectivistas que no han hecho otra cosa que sembrar terror, pobreza, totalitarismo (Cuba); los nuevos profetas de la Iglesia asumiendo la causa de los pobres deben hacerle frente al gigante Heracles desde el enigma de Anteo. Seguir creyendo que el socialismo del siglo XXI es el anticipo del paraíso en la tierra es una ingenuidad igual o peor que sostener que dentro del libre mercado y su mano invisible existe salvación (Michael Novak); por muy premio nobel de la paz que uno sea para hablar de (por, para, en, sobre) los pobres se debe ser pobre!!!

Para terminar deseo transcribir unas líneas escritas por Dominique Lapierre, en la Ciudad de la alegría: “solamente un pobre puede reconocer la riqueza que es la pobreza. Sólo un pobre puede conocer la riqueza que es el sufrimiento (…) Y porque los pobres son los únicos que pueden conocer esa riqueza, son capaces de rebelarse contra la miseria del mundo, contra la injusticia, contra el sufrimiento del inocente, (…) Y si Cristo eligió nacer entre los pobres, fue porque quiso que fueran los pobres los que enseñaran al mundo la buena noticia de su mensaje, la buena noticia de su amor por los hombres”. ¿Serán estos pobres los que están en el palacio quemado de la ciudad de la Paz?


Cochabamba, mayo de 2008

Iván Jesús Castro Aruzamen
Prof. de derechos humanos ISET-UCB