miércoles, 14 de octubre de 2009

MITO Y POLÍTICA

MITO Y POLÍTICA

Ninguna de las propuestas electorales en carrera, para antes y después de diciembre, contienen un programa serio, que permita al país, entrar con una orientación contextualizada, en la modernidad de la sociedad de riesgo global. Ni Evo Morales, ni Manfred Reyes Villa con todo su eje de convergencia Plan Progreso, ni Samuel Doria Medina de la mano de un ex–fabril del oriente boliviano, ni René Joaquino acompañado de un predicador –dicen por ahí– que hace ver a los ciegos y andar a los discapacitados y otros desmayos, tienen un proyecto sostenible, que busque la construcción de un sociedad en la que quepan todos. ¿Por qué sucede esto en nuestra política? Por dos problemas irresolutos en el país: la cuestión identitaria y la mitificación en la política.

Ya se sabe que las situaciones insostenibles, son las que más sobresalen y se sostienen, por mucho tiempo; en nuestro país, las situaciones insostenibles se hacen sostenibles gracias al gas. A pesar de ello, el masismo explota políticamente de modo favorable a sus intereses ese tipo de situaciones; por eso mismo, ha introducido en su discurso un “who is who”, o “quien es quien”, que equivale a decir, “a ver quien tiene más ventaja”; no hay duda de quien sale favorecido de esta situación es el MAS, porque hace uso y abuso de los bienes del Estado para hacer campaña electoral.

Con todo eso y el maquillaje económico, es que el país no está fácil; y no está fácil, porque con tanto chico raro en el gobierno y la política, no sabemos dónde vamos a parar. Eso sí, al igual que en gobiernos neoliberales, podemos determinar nítidamente, quién –qué, por qué, cómo, cuándo, de qué, con qué y para qué– es el corrupto, quien es un loco angurriento, un gamberro y un desorbitado reprimido; pues, sencilla y llanamente, es este país, los bolivianos –no se diga otra cosa– hemos hecho de nuestra vida política nacional –además de sus consabidos traumas– una historia basada en la mitología, es más, nos han gobernado, siempre, por el mito antes que por el voto; se ha mitificado todo –sobre todo al caudillo–, desde la varita de oro de Manco Kapac hasta la ignorancia del Presidente de la República, pasando por las canas del power García Linera y eso del buen salvaje al buen indígena. La política termina mitificándolo todo. La realidad en todo su espesor, aparece mitificada. Cuándo no fue un mito el estaño y la plata, o la salida al mar, no es en este momento un mito, la explotación del mutún o el litio del salar de Uyuni, digo yo.

Todo el drama de Bolivia, yo creo, que está resumido en la pregunta que me hizo, no hace mucho tiempo, un humilde hombre del campo, “¿cómo se les ha ocurrido hacer revoluciones cuando en nuestro país hay una epidemia incurable?” De ahí que, he venido restregándoles en la cara a masistas y fascistas de derechas, eso que siempre han sido y no han dejado de ser los políticos, una horda de perros hambrientos y la única política que aprendieron a hacer, esa de los amarres y compadres; desencantado por esa política de asco, no he dejado de longearles la epidermis igual si fueran chanchos de engorde, porque los políticos de circo, nunca terminan de decirnos la verdad y si la dicen, lo hacen a medias tintas, y peor aún, cuando no nos dicen nada sobre las oscuras direcciones que ha tomado la pasión por el poder, en sus vidas.

Tal y como está planteado el juego político, para hoy y para mañana, oponerse a los patrioteros del masismo, es una forma de hacer y construir la patria, más allá de que quieran quedarse en el gobierno, muchos años. Y si de verdades a medias se trata, uno de los temas que pertenece a esa izquierda predatoria, o sea la horda misma, es el caso Porvenir y Rozsa, de los que no terminan de decir la verdad de los hechos. El socialismo del MAS, por supuesto, también acabará siendo un mito más de la política en Bolivia. Lo malo de los mitos es que no crean fuentes de trabajo ni hacen caer el maná del cielo, una mañana cualquiera, cuándo los pobres necesitan un pan para engañar al hambre.

Mito y política en nuestro país, han sido la teoría y la praxis, las dos caras de una misma moneda: el subdesarrollo y atraso de un Estado ajeno a la realidad.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

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