lunes, 6 de diciembre de 2010

LLAMAMIENTOS MORALES Y MASAJES

LLAMAMIENTOS MORALES Y MASAJES

“La Iglesia debe ocuparse de las almas y los hombres de la política”. Esta frase la tomo del Señor Vicepresidente del Estado Plurinacional –y que los borregos del partido repiten como cotorras–. Yo escucho como muchos bolivianos, atentamente, a los gobernantes de hoy y no hago lo mismo que ellos, que sólo se escuchan a sí mismos. El maestro Wittgenstein, solía decir que de aquello que no se puede hablar mejor es callar. Qué sabe un político rampante de teología, de fe, de Revelación y, sobre todo, del magisterio de la Iglesia y toda una tradición de más de dos mil años. Lo que ha querido decir el Señor Vice, pero, en términos muy muy vulgares, no es más que fruto de una mentalidad decimonónica: “obligar a la Iglesia y los prelados que carezcan –o se hagan de la vista gorda– de un sentido inmediato de las realidades que nos circundan y que nada más operen con un exceso de llamamientos morales”. Esta visión medieval no la comparten ni los marxistas más inteligentes. Lastima que no haya en este gobierno de poder y gloria del momento, personas sensatas y puedan darle algún consejo personal a la segunda autoridad política del país, a la luz del pulcrum, bonum y verum.
La Iglesia, la jerarquía y los cristianos en el mundo de hoy, ya no estamos para dar llamamientos morales solamente, o eso que los alemanes llaman “masaje de almas”. Ya estamos demasiado masajeados por el gobierno, con austeridad, ahorro, patriotismo, arcadias culturales, descolonización, soberanía, industrialización o cosas así. Con llamados morales y masajes de almas tan evidentes en el discurso oficial, no se construye ningún tipo de democracia, peor aún una vida digna para todos.
Las almas de los bolivianos ya están exageradamente masajeadas, liposuccionadas, puestas a dieta, por el creciente desempleo, el hambre, la inflación, la violación a los derechos humanos. Lo que se reclama hoy no son más masajes, sino pan, libertad, pero, sobre todo, aquello que hay que tener para satisfacer a la prole: derecho al trabajo. Pues, con masajes de almas y llamamientos morales, no se puede construir una sociedad y un mundo más justo y digno.
Las almas bolivianas que según el gobierno, debieran ser también masajeadas por la Iglesia –diez millones y tantos de almas– no necesitan masajes. Posiblemente sí todos aquellos que han recibido un lavado de cerebro, con toda esa retahíla del retrosocialismo, el antiimperialismo, la dignidad nacional. Aquí queremos realidades, por ejemplo, que todos paguemos impuestos. Otras cosas son virtudes de la abuela.
Ahora comprendo por qué tanta insistencia en que la Iglesia también se ocupe de masajear el alma, sencillamente, porque los masajistas del proceso de cambio de palacio Quemado, quieren rebajarnos a todos esos centimetritos demás que nos afean la silueta espiritual para que nos olvidemos de la realidad lacerante en que vivimos cada día. No sé si a los pobres del país les urje masajes espirituales dos o tres veces por semana. Si no aciertan los señores del gobierno con otras cosas para arreglar el país, a más de los masajes, estamos yendo chueco compañeros y compañeras.

Iván Castro AruzamenTeólogo y filósofo

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