viernes, 22 de octubre de 2010

AFRICANIZACIÓN DEL PAIS

AFRICANIZACIÓN DEL PAÍS

Cuando estábamos tranquilos almorzando los bolivianos, viene a interrumpirnos la sopa eso que llamamos África. La primera vez que los africanos vinieron, a la fuerza, fue hacia el siglo XV y desde entonces se quedó a vivir el África entre nosotros. Y ahora cuando nos andaban haciendo creer que ya llegamos al nivel de vida de los suizos o el Japón, han ido por ahí los falsos profetas de la historia a repartir flores por toda Europa y el Asia: que un Alcalde debe ser sustituido por otro, porque sí. Y resulta que la ola de africanismo que nos invade es incluso mucho más fuerte que la otra, la traída por los españoles, durante la conquista y posterior explotación de la plata.

El otro día que fui a ver a uno de mis personajes, el lustrabotas de la plazoleta Sucre, me dijo: “mire usted, Señor Castro, el África en este país empieza en las cumbres blancas de los Andes”. Pero, yo creo que para no entrar en divagaciones y confrontaciones o dejarlo a medias, debiéramos convenir en que, el África del Estado Plurinacional, comienza en la Puerta del Sol, a pesar de los más de 5000 años. De la puerta hacia el occidente, media Bolivia para el socialismo y de la puerta para el oriente, medio país para el neoliberalismo y los oligarcas. ¿Y la Bolivia, propiamente dicha, a quien pertenece?, me pregunta un desempleado, que se rasca la cabeza en una esquina, igual que los dos millones de desempleados que andan por ahí; pues nada, Bolivia es una República de derechas, inventada por Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Andrés de Santa Cruz. Es también de izquierdas, soñada por Franz Tamayo, René Zabaleta, Marcelo Quiroga, hasta el Ché Guevara.

Así están las cosas en este país, lleno de inventores y falsos héroes ¿Somos socialistas o todo neoliberales? ¿Qué diablos somos? “Somos el África de América del Sur”, me dice mi amiga verdulera. Pero, además, hay políticos que han confundido la democracia con un picnic, con un diachaku; y muchos han aprovechado las dubitaciones del Hamlet del Palacio de invierno, tan ocupado en consolidarse antes que en consolidar la democracia y ya se han repartido la cosa africana en pequeños feudos autonómicos. Con el neoliberalismo no teníamos Estado, pero sí existía la nación, el país, la cosa. Ahora, vamos en camino de tener un Estado, eso sí, sin juridicidad, pero no vamos a tener nación, ni país, ni cosa, pues, así lo quisieron los atorrantes que hicieron la Constitución. Así, la negritud de este Estado Pluri es una verdad a gritos. Por eso lo negro de este país está más claro que el agua, aunque creo que tanto el imperialismo de derechas y de izquierdas, son los verdaderos causantes del africanismo de este territorio, porque han sido siempre un terrible diluvio que ha acechado durante estos 200 años. A mí me parece que todos somos africanos, menos aquellos que nos han dividido en naciones, echando a la nada la nación como tal. Por el momento, el patriotismo parece haber pasado a la izquierda, con eso de la patria, los símbolos, la pobreza, la cultura, el desarrollo, el medio ambiente, etc. Por esa razón, la derecha ya no es capaz de negociar nada, ni el aire ni los recursos naturales, nada. Pero, ¿somos todo socialismo o todo neoliberalismo, los bolivianos? La cosa no está tan nítida. A mi me da igual, lo mismo lo uno que lo otro, me lo meto al epigastrio y ya. Aunque, digo yo, no se puede ser ideológicamente socialista o comunista y, en la praxis, aberrantemente, neoliberal. No se puede uno andarse con medias tintas. La Biblia dice que los tibios, híbridos –políticamente–, serán vomitados por el Señor. O sea que así, señores, yo no acierto a ver bien qué es lo que anda pasando en el Estado actual que tenemos. Lo que sí está claro, es que el africanismo institucional y estructural, que nos invade por todos lados, nos está conduciendo –retrocediendo– del Tercer mundo al Cuarto.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo

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