jueves, 4 de noviembre de 2010

EL ROCHA Y LOS PERROS

EL ROCHA Y LOS PERROS

He pasado a ver el otrora caudaloso río Rocha de Cochabamba. Y venían conmigo, Alcides Arguedas, Antonio Díaz Villamil y Marcelo Quiroga Santa Cruz. El hilo de agua negra que se desliza por su curso, le ha arruinado la primera ceremonia al Señor Alcalde Municipal. A la altura de la Recoleta y el Aeropuerto, el río no es más que un charco de color de perro muerto, putrefacto y escaso

Y me pregunto: ¿qué ve el Rocha en su paso, ahora con ojos de perro azul? Ve la demolición de la ciudad, que se ha llenado de condominios y rascacielos y se ha cementizado. Pero, sobre todo, observa una democracia maltratada por dentro y por fuera. A orillas del Rocha, la otra mañana, meditaban García Linera y Evo Morales, qué explicación darle al pueblo, mientras los precios de la carne, el azúcar, el aceite, la harina, se elevan a niveles cósmicos y del primer mundo. También mira el Rocha, en su espejo oscuro y putrefacto, al errabundo Presidente del Estado Pluri y su Vice, impávidos, ante el dolor de los más pobres. Sobre las aguas del Rocha, se reflejan llorosos los chicos del gobierno, gimiendo su post fracaso socialista. Por el espejo del Rocha desfilan embarrados de ineficiencia y cargados de negocios, los niños de la izquierda pequeño burguesa.

El río les ha capturado a muchos masistas, asistiendo a la compraventa de monedas del Banco Central, para invertirlas en las inflacionarias empresas estatales, el narcotráfico y el contrabando, en bienes inmuebles, oro y litio. El Rocha no es ya el río que nos arrastra, nos lleva como ha Heráclito, sino sólo un riachuelo que nos deja y se aleja entre los edificios.

¿Qué lleva el Rocha? No lleva ya ni versos ni siquiera Otra vez marzo. Lleva por ahora la imagen de nuestros mandatarios que no acaban de quererse ni trenzarse en abrazos eternos. Podría preguntarle muchas cosas a las negras aguas del Rocha, pero no me contestarían nada. El río lo que sí guarda son perros y gatos y cleferos. Sé de una noble dama de las Camelias, que se ocupa de dar de comer a toda esa tribu de desarrapados. Los demás, los demás, los demás somos unos falsos indigentistas plurinacionales decadentes. Dicen por ahí, que el Presidente y Vice, han pensado muchas veces, arrojarse con una piedra de molino al cuello a este Nilo cochabambino como si fueran Ofelia. Y que por las noches se les aparecen Banzer, Pinochet, Somoza y hasta Hitler, para consolarles cariñosamente.

Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo

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