viernes, 2 de marzo de 2007

NACIONALISMO ETNOCULTURAL

NACIONALISMO ETNOCULTURAL

El discurso político-social del movimiento al socialismo (MAS), sobre todo a partir del 2003, fue asumiendo un perfil ideológico sostenido por un radicalismo pluralista, que no era sino la expresión y posición de los movimientos sociales, frente al monopolio partidista de una élite política-oligarca, en franca decadencia. Sin embargo este pluralismo de corte populista, enarbolado por el MAS, surge gracias a la tímida autonomía democrática formal que el país ha experimentado en sus más de 20 años de regímenes democráticos; sin duda, que la tal autonomía se define, pragmáticamente, por tratar de posibilitar una convivencia social basada en el respeto y la tolerancia.

El escenario político actual del país: mayoría relativa en la Asamblea constituyente; mayoría parlamentaria, y con más del 50% del voto ciudadano en las elecciones de diciembre de 2004, debieran de ser la plataforma legitimadora, para que el gobierno impulse cambios estructurales profundos, en el seno de la economía y el sistema político. Pero, no ha sido así. Simple y sencillamente, porque las equivocaciones han pesado mucho más que los aciertos, sólo para nombrar uno, el caso del peruanito rabioso, un Fouché Latinoamericano, campeón del transfugio y guerri-terrorista. Hoy, por lo menos, es notorio el abandono de ese discurso pluralista. Los movimiento sociales, engranados por el MAS, son incapaces de articular una propuesta sólida basada en ese pluralismo, que mucho bien le hubiera hecho a un país, sumido en la más galopante pobreza de América Latina.

Los movimientos sociales en Bolivia, hasta antes de las elecciones del 2004, constituian un motor con mucha fuerza, que generaba una racionalidad de resistencia, capaz de impulsar transformaciones sociales -por medio de la presión- en dirección de una participación de todos los sectores que hicieran de la democracia mucho más incluyente; pues, desde esa lógica, sí, era posible administrar cambios a favor del conjunto de la sociedad. Esta forma de generar poder, ha cambiado repentinamente, aunque en la práctica es nula, desde el momento en que éstos, abanderados por el MAS se hacen del poder del Estado. Asimismo, han incorporado a su práxis y discurso, una cuestión tan espinosa como es el de la Identidad, que tantos y tantos enredos ha traido desde las interpretaciones altusoniana y herderiana, para no hacer una larga lista.

De ahí que, ese pluriculturalismo defendido por el MAS, dentro de los límites que impone una "política de Identidad", soterradamente, niega la identidad múltiple de la nación, imponiendo una cosmovisión-identidad exclusiva, articulada en un indigenismo que determina en este momento la acción política y con ella la vida social de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país. Una forma típica de esa búsqueda de identidad, asumida y puesta en práctica por el entorno de Morales Aima -que se torna amenazadora para la integridad de la nación- es la búsqueda de una nueva ciudadanía, en torno a la cohesión étnica, bajo la égida de la imposición de un nacionalismo etnocultural. Este nacionalismo en gestación, busca a toda costa, la construcción de un estado indigena (quechua-aymara), imponiéndose a una sociedad radicalmente plural (¿plurinacional?), como la nuestra, es decir, una identidad Etnocultural que agrupe y homogeneice a todas y todos los ciudadanos. No obstante, la posición de las oligarquías rearticuladas por Tuto quiroga, sobre todo en Santa Cruz, y Mafred Reyes Villa en Cochabamba, nos distan mucho del nacionalismo del MAS. Ambas posturas están salpicadas de Facismo.

Iván Castro Aruzamen

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