viernes, 2 de marzo de 2007

COMPLEMENTARIEDAD EN CARLOS RIMASSA

COMPLEMENTARIEDAD EN “CARLOS RIMASSA”

“Lo perfecto no es más que lo completo
Juan Ramón Jiménez
No pude dejar pasar la oportunidad de escribir unas pinceladas sobre la figura y obra de un amigo reciente pero entrañable: Carlos Rimassa.
Quienes han seguido y conocen su trabajo, de larga data y amplia trayectoria en el ámbito de la pintura nacional, coinciden en señalar el valioso aporte de su pintura en la comprensión y búsqueda del ser nacional. El hombre de estas latitudes (como el europeo o africano) es moldeado por el entorno en el que vive, hasta en sus sueños y su muerte, haciendo de él único e irrepetible. Decía, Lezama Lima que la identidad está conformada por el lugar de residencia en la tierra. Así, la pintura de Rimassa, refleja el espacio en el que la lucha del hombre frente a los embates de la naturaleza, va dando forma a la identidad de esta región del mundo, nuestra región.
Podemos definir al hombre, al artista y al ser humano detrás de los paisajes de Rimassa; y en última instancia al autor, con estás palabras de Juan Ramón Jiménez: “Prefiero a todo una “inteligencia sensitiva” siempre nueva, aspiro a la flor y al fruto más altos de esta sensibilidad inteligente, a los que yo llamo “aristocracia de intemperie”;no me considero inepto para la perfección matemática, y no soy estéril; y me ilusiono con complementarme a mí mismo.
Esa complementariedad, Juan Ramón Jiménez la entiende como perfección; y así como el poeta la encuentra en la creación y la crítica, Rimassa como pintor, creador y artista, la encuentra en la poesía. Entre sus amigos circuló un volumen de poemas titulado “Recontando actitudes”. Y nada más entrada la lectura de sus poemas, se avizora las lides por las que transita el quehacer artístico de Rimassa. Se escucha la voz del poeta pitando las palabras con su mundo estético: “Hoy he recontado actitudes (...) paisajes de lluvia/ hojarasca de muchos entierros/ paisajes comunes de colores gastados”. Esos colores gastados, Adolfo Cáceres, lo advertía ya en el prólogo de la obra mencionada, son los preferidos de Rimassa: los ocres, grises y amarillos.
Quiero terminar esta corta noción sobre el trabajo de Carlos Rimassa, evocando la complementariedad que subsiste en su pintura: Colores, paisajes y palabras, van de la mano abriendo senderos por los que transita la inagotable fuerza creadora de este hombre, al igual que Octavio Paz, ha cruzado el siglo XX, como testigo de fiel de los hechos más sobresalientes que marcaron el destino de la humanidad. Esa mirada se refleja en la estética de sus cuadros. Pocos han sido los maestros, como Rimassa, que han logrado esta complementariedad: pintura y poesía.

Iván Castro Aruzamen

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