viernes, 2 de marzo de 2007

DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS

DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS

El proceso democrático que comenzó el 10 de octubre del 82, logró conservar y desarrollar estabilidad económica restringida, sumisa e impermeable a todo tipo de transformación. Es así que la democracia boliviana en su lenta consolidación, se ha visto empañada por élites de poder, que no han hecho otra cosa más que dejarla vulnerable a la prebenda y corrupción. La actual situación del sistema partidario, en la democracia de nuestro país, se vino solidificando ya a partir del 52 con el oportunismo histórico del Movimiento Nacionalista Revolucionario, de Victor Paz Estenssoro. Los partidos políticos en Bolivia han sido monstruos sagrados, rodeados de un hermetismo a ultranza, inmunes a cualquier posibilidad de democratización en su organización interna. En medio de este panorama, hablar de Derechos Humanos y su vigencia plena no es plausible por el momento; aunque sostener y defender una relación de no exclusión entre Democracia y Derechos Humanos es sinónimo de Derechos Humanos para todos. Esta estrecha relación seguirá truncada mientras las élites partitocráticas no introduzcan vientos de cambio en su organización. Así como todo tipos de organización social, sea esta sindical, vecinal, cultural, etc.

Si duda que la positivación de los Derechos Humanos es eficiente en un sistema democrático, sobre todo en una democracia representativa, pero lo es aún más en una Democracia Participativa. Ésta para ayudar a la ejecución y cumplimiento de los Derechos debe apelar a tres pilares fundamentales a saber: a) descentralización del poder de las organizaciones partidarias, la cual supone un principio práctico-moral; b) justicia social que es la base de la consecución del bien común; c) igualdad participativa para que todos y cada uno de los ciudadanos tengan el derecho y oportunidad de elegir y ser elegido.

No obstante, la esperanza de que los Derechos Humanos alcancen a todos, en Bolivia, se ve empañada por el lente del conflicto, los intereses partidarios, sectoriales, y hoy más que nunca, etnoculturales, a raíz de las demandas sociales de sectores marginados y la incapacidad del Estado para satisfacer tales necesidades. Y han sido los partidos políticos, en la mayoría de los casos, responsables de profundizar la enorme desigualdad social, cuya consecuencia es la constante lesión que sufren los Derechos Humanos de la colectividad.

Así los DDHH, en una sociedad donde la Democracia fue vehículo para mantener el poder político en manos de una burguesía nacional, y hoy, del sindicato (Cocaleros), con una total carencia de un sentido de unidad, de nación; peor todavía cuando el control del poder económico está en función de intereses foráneos, los DDHH continúan relegados a mera función decorativa. Estado y sociedad civil que ha roto los lazos de confianza, representación, participación, y mucho más, cuando la sociedad ha sido dividida, confrontada, sacrificada, al odio y la violencia racial, no hacen sino distanciar y desligar a la Democracia y Derechos Humanos, en una profunda brecha insalvable

El otro lado de la cuestión es que, dentro del radio social de una Democracia Participativa, no sólo se empiezan a respetar los DDHH, pues tanto más se consolida para todos los derechos sociales, económicos y políticos, sino una educación democrático-participativa de los ciudadanos, incide en el comportamiento de Estado que se vuelve un receloso vigilante y defensor (no transgresor) de los Derechos Humanos; además, en una Democracia participativa, se valora la dimensión jurídico-práctica y filosófico-social, de los derechos de la sociedad civil. Los Derechos Humanos no pueden ser plenos desde posiciones político-partidarias, sean estas conservadoras o reaccionarias; más al contrario, su defensa, promoción y educación (investigación) es sólida desde una democracia donde se respete la dignidad del ser humano.

Nicanor Parra, poeta chileno, escribió estos versos: “ primer derecho de los DDHH es el deber de ser respetados...” La Democracia como razón política y los Derechos Humanos una filosofía práctico-moral, encuentran un punto central desde donde pueden fomentar el desarrollo de los mismos: el deber de que los DDHH deben ser salvaguardados, respetados, profundizados y sostener su plena vigencia; pues, es a partir de la negación de su respeto, el no-ser de los ciudadanos y la vulneración de su dignidad, es justamente, donde empieza la primera violación a los derechos fundamentales de la Declaración Universal.

Iván Castro Aruzamen

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