viernes, 12 de junio de 2009

INCERTIDUMBRE Y VACÍO ÉTICO

INCERTIDUMBRE Y VACÍO ÉTICO

Una gran cantidad de personajes idílicos, aunque, no sólo aquellos que emergieron de las cenizas del foquismo guerrillero, sino, también esos hábiles travestís políticos, y, que en el actual poder ejecutivo ocupan ministerios y asesorías, vieron, oportunísticamente, en el liderazgo de Evo Morales, cocalero, sindicalista, así como al movimiento al socialismo, “el último refugió para los confundidos y los ignorantes”; esa es la ralea de gente, en oficialistas y opositores, que pululan en el ámbito político del país; no otra es la causa, para el malestar y el asco que produce la política en una inmensa masa de electores.

La estrategia del poder ejecutivo para mantenerse en el poder, no es otra que la política de la “incertidumbre”; esa que se genera debido a la angustia social que desorienta al pueblo; pero, al mismo tiempo, es el fertilizante del que se nutre todo el masismo para hacer germinar el desconcierto; ante esta realidad, lo que se pone en juego son las debilidades y fortalezas, la gloria y la miseria de nuestra sociedad de cara al futuro. Así, la política practicada por el MAS, está enraizada en una sola condición: “las angustias que la erosión institucional engendra y perpetua, profundizada, por una encarnizada persecución política, fecundada por el foquismo guerrillero de Linera, transubstanciado, hoy, en el Estado narco-guerrillero del MAS.

El desmantelamiento institucional, fruto de la escasa gramática en el ejercicio del poder, ha generado un espacio éticamente vacío y en su interior los poderes políticos constituidos (marxistas, indigenopopulistas, sindicateros, movimientos sociales, cobistas) se toman la libertad de seguir sus propias reglas, excluyendo al resto de la población, pero, la situación se torna brutal, cuando estos grupos sólo buscan eludir y eliminar toda regulación de la justicia; este vacío ético, asimismo, no es más que la viva imagen de la conducta antiética de grupos radicales de izquierda, cuyo sostenimiento en el poder, es intrínseca a la lógica de la incertidumbre, a través, de la mentira, el odio, el terror, el engaño, que terminan estrangulando la libertad, la democracia y los derechos humanos, con el único fin de hipotecar el futuro de las nuevas generaciones, por una migaja de poder pasajero.

La aparente bandera de lucha, que enarbola el masismo, en nombre de los pobres y hambrientos del país, más allá de ser una falacia, no tiene la pretensión de atacar las raíces mismas de la miseria humana; por esa razón, el discurso sobre y de los pobres y su pobreza y su liberación, en medio del vacío ético global creado por el masismo para gobernar sin conciencias críticas, tiene una apariencia nebulosa; otra manifestación, de ese vacío pernicioso, es la dialéctica bueno/malo, que sirve de legitimación para cualquier acto violentador de derechos fundamentales, sobre todo, contra aquellos que no comparten las preferencias del gobierno, son encasillados en el papel de espectadores y condenados a cargar con ese rol por mucho tiempo insoportablemente largo así como marchan las cosas; las etiquetas usadas por el gobierno, ya son conocidas por las arengas del sapa Inca: “vende patrias”, “burgueses”, “k’aras”, y muchas otras chabacaneadas presidenciales, sin son ni ton.

Los nuevos poderosos (Evo Morales, Ramón Quintana, Sacha Llorenti, García Linera, Alfredo Rada, Antonio Peredo, Gustavo Torrico –satuco–) y los antiguos (Goni Sánchez, Yerko Kukoc, Mirta Quevedo), hacen lo mismo, ayer y hoy, explotan (ban) la imagen de las víctimas del pasado para tomar posesión del futuro ignorando el sufrimiento del presente, en vez de ocuparse de forma real y objetiva, de los desgraciados y esforzarse por desafiar directamente las causas de la pobreza (mal): el narcotráfico, la corrupción, el nepotismo, el compadrerío, el tráfico de influencias, el prebendalismo, males claramente visibles en el actual gobierno; la forma más desvergonzada de ocultar esta realidad, es como siempre se hizo, la inmediata creación y lucha obstinada contra unos perseguidores, invisibles, agitadores imaginarios, presentes sólo en el imaginario político de los nuevos privilegiados.

La esperanza para atravesar este tiempo de vacío e incertidumbre, nacerá del esfuerzo que pongamos todos en construir una comunidad de gustos compartidos, construida y sostenida desde el “compromiso” mutuo e incondicional de sus miembros; este discurso comprometido, debe privilegiar y buscar el diálogo, orientado desde el principio por la posibilidad que ofrece el debate sincero, para obtener la aprobación de aquellos a los que se dirige. La construcción de este diálogo, merece ser llamado, “la oportunidad política por excelencia”, que tiene toda sociedad, consciente de sus diferencias y heridas, en pos del mañana.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

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