viernes, 8 de mayo de 2009

COMPROMISO, SOLIDARIDAD Y PROYECTO SOCIAL

COMPROMISO, SOLIDARIDAD Y PROYECTO SOCIAL

Hace muchos años atrás, todavía en nuestra sociedad, excluyente y residual, se pensaba en los proyectos de vida a largo plazo; ocurría los mismo con los sueños, las esperanzas, los compromisos y las solidaridades; pero, hoy, muchos, hombres y mujeres, arrinconados por la nostalgia de esos buenos tiempos, de la sociedad del “vinculo”, se preguntarán si la idea de “largo plazo”, tienen todavía algún significado real. Al respecto, no hace mucho tiempo, un amigo me confesó, muy preocupado: “no puedes imaginarte lo estúpido que me siento cuando les hablo a mis hijos del compromiso. Para ellos, es una virtud abstracta; no lo ven en ningún lado”. Y en el mundo político y sus chamanes, el compromiso y la visión de proyecto a largo plazo es una especie en extinción; compromiso, solidaridad y proyecto social a largo plazo, ya no forma parte de ninguna agenda política; la razón de este abandono, radica en eso que acaba de afirmar, Claudio Ferrufino-Coqueuniot, de que nuestra sociedad siempre estuvo con la patas arriba, como el chancho que va a ser sacrificado.

El antiguo régimen neoliberal y el nuevo, disque, socialista, ese de puño levantado y de los dioses de la rebelión y una galería de abyectos personajes en el ejecutivo, así como, las logias de extrema derecha, esa de terroristas y racistas, y también los caciques indigenistas, marxistas, etnopopulistas, están obligados a embutirse la idea, y si es con todas las mayúsculas, mucho mejor, porque quieran no, unos y otros, estamos destinados a permanecer por mucho tiempo en mutua compañía; oriente y occidente, el norte y el sur, cambas y collas, terratenientes y campesinos, k’aras-indios-cholos, y toda la mezcolanza de olores y sabores que somos los bolivianos, sabemos por el momento que no podemos “arréglanoslos solos”. El compromiso, la solidaridad y el proyecto a largo plazo, del país que buscamos y queremos construir, debe ser recíproco, o no iremos a ningún lado. El momento presente, se abre a mil posibilidades y la responsabilidad y el compromiso es decisivo. Las elecciones de diciembre, un padrón que deber ser saneado, un tribunal de justicia que tiene que ser reconstituido, en otras palabras, está en juego la institucionalidad que debe garantizar nuestro proyecto a largo plazo.
Ambos bandos, saben, más que nunca, que la conservación del poder ostentado, depende del verdadero compromiso y solidaridad, que irradien hacia el conjunto de la sociedad; asimismo, las partes, sino lo saben, debieran entender, que volverán a encontrarse al día siguiente, y los meses y años por venir. Si bien esta perspectiva temporal, coloca las relaciones en un nivel de conflicto de intereses, no queda otro camino que, el empeñarse en mitigar el desagrado de vivir juntos dentro del mismo territorio e intentar resolver el problema para satisfacción mutua y del resto de la sociedad civil. Por más antagónica, desagradable e irritante que pudiera ser la convivencia, las partes están condenadas y deben disponerse a negociar un “modus vivendi” aceptable para todos, con la clara conciencia de que la convivencia será duradera. Sólo de ese modo, es posible construir un marco sólido y confiable, en el que se pueda inscribir y sostener el diseño y las expectativas del Estado que queremos para el futuro.

La serpiente emplumada, presente en el masismo, ya desde su fundación, terminará por engullir las pretensiones de “vinimos para quedarnos”; el masismo es una ideología de transición, porque, la ausencia de compromiso, solidaridad y un proyecto a largo plazo, la hacen insostenible por mucho tiempo; seguro, Evo Morales ni García Linera, son los escogidos para implantar un proyecto de “buena sociedad, pues, la visión que permea todo el diseño de país presentado en la Constitución Política, se queda en un presente “diferente”, pero sin una perspectiva de un “futuro mejor”. La izquierda plural en Bolivia, que sostiene este proyecto, aglutinada en el masismo, no sólo ha fracturado un elemento central que mueve todo el tejido social, “la esperanza”; las actuales políticas de gobierno, más allá de su endeblez económica, además, están acabando por arrebatar, lo último que les queda a los pobres, su esperanza; sin ella, no es posible compromiso alguno, ni solidaridad, mucho menos la construcción de un “proyecto a largo plazo”, en el que puedan caber todos.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

EL TERRORISMO POLÍTICO Y EL TERROR DEL ESTADO

EL TERRORISMO POLÍTICO Y EL TERROR DEL ESTADO

La suerte del Estado centralista (absolutista) en Bolivia está echada; pues, más allá de que los linera y morales, quieran eternizarse en el poder, ya se empezó a vislumbrar, desde mediados de los noventa, importantes instrumentos de control destinados a evitar los abusos de poder prevalecientes en el Estado neoliberal de los Bánzer, de los Paz Zamora, de los Goni. Entre los instrumentos más importantes se destacan: la separación de poderes y la desconcentración espacial del poder por medio de las técnicas de la autonomía regional; o la legitimación constitucional de las oposiciones; así como la conciencia cada vez más extendida de la necesaria envestidura popular de los gobernantes y representantes públicos a través de la extensión y registro del voto ciudadano.
El discurso del magnicidio presidencial, sobre todo, del primer presidente indígena, si tuviera algún asidero de verdad, desde una óptica estrictamente política, constituiría un craso error de estrategia en busca del poder, porque, no es abatiendo al tirano (dictador) que se restablece la libertad, aunque, en este momento, en que las pugnas y divisiones dentro del MAS, hablan del inicio de fracturas importantes, la eliminación del pachacutec o sapa inca Morales, sería el preámbulo de una desorientación y dispersión de las masas ¿acaso, Cortés, en la plaza de Cajamarca, sin la habilidad de un político, no avizoró el descabezamiento del imperio, lo cual devino en la ulterior conquista de los incas?
Por supuesto, que el problema del buen gobierno, no se resuelve con la conquista del poder por un partido de masa, que postula una identificación con la perspectiva “ex parte populi”; el buen gobierno se define por la administración eficiente del Estado; el viceministro (ministro) de Justicia, recientemente, habló de que el gobierno a partir de ahora, dedicará sus esfuerzos para realizar una verdadera gestión pública, como si el tiempo de la administración del poder fuera, cosa de novatos.
El gobierno de Evo Morales y García Linera, desde su asunción al poder, impulsó un régimen de terrorismo político, visto y concebido, como instrumento de resistencia frente al imperio norteamericano; por tanto, aquí cabe hacer una distinción, fundamental, entre lo que se entiende por terrorismo y terror, pero, más propiamente, dibujar, cómo el terrorismo político, incrustado en el masismo, con los extravagantes discursos de García Linera, se ha tornado en terror de Estado, o cómo el Estado boliviano en tres años se ha vuelto un Estado criminal.
El terrorismo político, no es sino otra cosa, que la práctica de grupos e individuos, que se valen de la violencia contra bienes y personas para, al provocar el terror, replicar a las autoridades establecidas, vistas como opresoras; este terrorismo tiene sus raíces en el populismo ruso y en el anarquismo, que veían en el atentado un instigador catalítico en la lucha política contra la opresión; no era otra, la línea escudriñada por los ayllus rojos y toda la lucha aymara desde Gabriel Condorcanqui hasta Zarate Vilca, a la cuál Linera le ha dedicado una pasión incontrolable, por encima de su posición de pequeño burgués intelectual; de ahí que, su terrorismo en la praxis tuvo un tinte individualista y anárquico, con la mentalidad de hacer uso de la fuerza de manera indiscriminada y excesiva; hoy, continua este tipo de terrorismo, en la agenda política del MAS, pero, ya de forma institucionalizada y extraparlamentaria, canalizada a través de los denominados movimientos sociales, el brazo pragmático del actual gobierno. Por otro lado, ese terrorismo político, ha adquirido la fisonomía del terror y ese ejercicio pasa por la construcción de un Estado criminal; cuando Rada, Quintana, Linera, Sacha Llorenti, juegan a la novela negra, no están lejos de la imagen de Ropespierre o Saint Just, que durante la Revolución francesa, por medio de los comités de Salvación Pública, instauraron un régimen de terror, por tanto, el terror es la puesta en práctica de la violencia por parte de los gobernantes para mantenerse en el poder.
Mientras no se llegue al fondo de los hechos ocurridos en la toma de la prefectura de Cochabamba, las muertes de la Calancha en Sucre, los asesinatos del Provenir en Pando, el atentado a los gaseoductos en Tarija, los hechos vandálicos en Santa Cruza con la toma de instituciones públicas, o las muertes perpetradas por el Estado, en el céntrico hotel Las Américas de tres súbditos extranjeros, todos estos actos seguirán siendo, y no otra cosa, que muestras palpables del ejercicio del terrorismo político, institucionalizado, en el terror del Estado, practicado tanto por oficialistas y opositores.
La búsqueda y preservación del poder, basado en el terrorismo político y el terror del Estado, han sido considerados ilícitos para el derecho internacional público; ante esta realidad, la severidad de las penas no es un medio para intimidar terroristas, porque el miedo al castigo de la ley presupone la razonabilidad y prudencia de los gobernados y gobernantes, cualidades ajenas a los actuales mandamases y que abundan en los grupos y personajes terroristas.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

NEOFASCISMOS EN BOLIVIA

NEOFASCISMOS EN BOLIVIA
“Las ideas dominantes no son precisamente la ideas de aquellos que dominan”, afirmó alguna vez el pensador francés, Etienne Balidar. Esa paradoja planteada por Balidar, en nuestro escenario político, nos sitúa frente a dos posibilidades, en lo que respecta al uso del poder: poder político y poder económico. Por un lado, quienes se han hecho con el control del poder político, ejercen el mismo, no precisamente a partir de ideas propias; a estas alturas, ya ha caído en la cuenta, un grueso de la población, de que el modelo defendido por el ejecutivo, responde a intereses foráneos, sobre todo, una correspondencia preocupante con el diseño de Estado belga, el cual, prácticamente está al borde de la escisión. Por otro lado, la derecha radical, bajo la bandera autonomista, todavía tiene bajo su control, una gran parte del sector productivo del país, aunque no ha terminado por asumir, el único camino, de cara a su permanencia en el espectro político, el diálogo sincero e intercultural, con el poder político del momento.

Asimismo, está claro, que cada una de las facciones, tanto la derecha como la izquierda, tienen todas las características de los fascismos, cada cual con una lectura sesgada de la realidad; de ahí que, ambas posturas fascistas estén centradas en la “manipulación” de anhelos auténticos del pueblo, uno de ellos, la construcción irrenunciable de una verdadera solidaridad comunitaria y social, mixtificando la verdadera dimensión de la descarnada competencia y explotación, que ensombrece el futuro de inmensas mayorías; desde luego, estas posiciones ideológicas (burguesía/indigenismo) “distorsionan” la expresión del deseo más profundo de la sociedad boliviana –la posibilidad de un Estado intercultural– con el único objeto de legitimar la continuación de relaciones de explotación y dominación social, de un lado, y el sometimiento a la clase dirigencial, la lealtad ciega, imposición e ineficiencia estatal, por otro.

En toda sociedad, las posiciones radicales, pugnan por hacerse con una hegemonía absoluta sobre la estructura institucional y territorial, a través del Estado; toda lucha por la hegemonía ideológica y política (económica o cultural) siempre es, la lucha por la apropiación de términos que se sienten “espontáneamente” como “apolíticos”, como si trascendieran las fronteras políticas; esa incesante carrera por apropiarse de términos, en el caso de la izquierda, ha sido frenética, al punto que sólo se busca convencer al ciudadano, que el pobre indiecito, el cocalero atrapado flagrantemente por la 1008, el sindicalista nacido de los arrabales, el perseguido político de la dictadura, son los únicos poseedores de la “dignidad”, la “liberación”, la “transformación”, olvidando que la dignidad es inherente a todo ser humano y, es más, la dignidad de Dios pasa por sobre aquellos –restituyendo– que han sido despojados de la misma; la ultraderecha, también, se ha esforzado por apropiarse de términos como “libertad”, “solidaridad”, “igualdad”, que anulan con su neopragmatismo neoliberal.

Pero, lo que no han acabado por comprender, autonomistas e indigenistas, masistas, sindicalistas y toda la pléyade de mercaderes de la política, es que, alcance el nivel que alcance el poder político y económico, siempre tendrá en frente una resistencia civil fuerte, porque la “resistencia” es inmanente al Poder, y que Poder y contrapoder se generan mutuamente haciendo de la dinámica social un campo de batalla; así como el poder mismo, genera el exceso de resistencia que finalmente no logrará dominar, es una realidad a la que ningún proyecto político ha podido escapar hasta ahora. Si bien no tienen por ahora los días contados, quienes ejercen el poder, pero están condenados al agujero negro de la resistencia civil.

Frente a la encrucijada que produce el choque del poder político y económico, y la lucha por la hegemonía, no puede haber ningún tipo de empate catastrófico ni de otra índole, porque las consecuencias de dicha posibilidad, en un mundo sacudido por una economía flotante y libre de toda fricción, sería catastrófico para un país como el nuestro; las preguntas que nos quedan rebotando son: ¿Las ideologías fascistas están preparadas para hacer frente una situación global de riesgo? ¿El modelo propuesto es viable en una cultura política del caos y la ruptura?

De todas formas, la política en Bolivia, tras el posicionamiento de una izquierda que administra el Estado bajo la lógica del intuicionismo, ésta está celebrando su retorno triunfal, en la forma más “arcaica” del ejercicio político: bajo la forma del odio racista, puro, incólume, hacia el otro (diferente, distinto), lo cual hace que la actitud tolerante racional sea absolutamente impotente; por el momento, cuando las élites arcaicas detentan el poder, la construcción de un Estado inter-multicultural es sólo un deseo, ahora, si bien por una parte, el Estado del 52 intentó vanamente la nacionalización de lo étnico –la des-etnicización, la superación dialéctica (Aufhebung) de lo étnico en lo nacional– con un rotundo fracaso, hoy, por el contrario, asistimos en el Estado boliviano, a la “etnicización” de lo nacional, con una búsqueda radical (o reconstitución acrítica) de las raíces étnicas, que, está desplazando otras categorías importantes del país, como el provincianismo o lo campe-urbano de las ciudades en crecimiento.

La pulseta hegemónica de los radicalismos fascistas (burguesía/indigeno-marxistoide) es una muestra de que en Bolivia, “las ideas dominantes no son precisamente las ideas de aquellos que (creen) dominar.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

UN ARTISTA DEL HAMBRE

UN ARTISTA DEL HAMBRE

La huelga de hambre iniciada el pasado jueves por Evo Morales y algunos dirigentes sindicales y masistas, tiene mucho de alharaca, antes que una verdadera experiencia sobre la galopante hambruna que sufren los pobres; esta inimaginable huelga de un mandatario de Estado, por supuesto, que ha hecho noticia en el mundo occidental, ya que es algo así como si un hombre hubiera mordido a un perro, es decir, producto del realismo mágico de este lado del mundo; el pretexto de esta campaña mediática ha sido, según Morales, para presionar al Senado nacional, ante la negativa de la oposición boliviana de sancionar una norma electoral que permitiría la celebración de comicios generales en diciembre, pero, no es ni será una experiencia sincera para captar la esencia del hambre que soportan cada día miles y miles de compatriotas nuestros; Luís Espinal, pensaba, “cuando se tiene hambre se comprende mejor la urgencia de trabajar para que haya justicia en el mundo”, ¿qué hambre pueden pasar quienes (sindicalistas, al estilo de Filemón Escobar y otros) viven (ron) toda su vida de comisión o a costillas del Estado? Valdría la pena diferenciar una huelga de hambre política, excibisionista, de cabaret, de una verdadera huelga de hambre, esa que –según Espinal– busca la justicia o por lo menos intenta construir un orden más justo.

“La huelga debe ser más angustiosa para el que la contempla que para el que la sufre”, decía Espinal; y tenía mucha razón; si ésta tiene como fin el bien de todos, pues, no sólo produce una auténtica solidaridad social, colectiva, sino que además ahonda en el espíritu de liberación social y adhesión incondicional de quienes luchan por la libertad; pero, si nada más es la manifestación egolátrica del caudillo, se transforma en experiencia para la risa, la mofa, y por tanto, en un acto banal, caricaturesco de un émulo de pequeño burgués.

Una verdadera huelga de hambre, como dice Espinal, “debe ser un fenómeno espontáneo (algo) que brota por doquier, como la hierba después de la lluvia, sin que nadie la siembre”, y no debe maquillarse de palabrerías u slogans insulsos, mucho menos estar abanderada por un partido político; aunque lo más importante para la legitimidad de tal acción, es el apoyo de sectores independientes, ajenos al gobierno; sin embargo, la huelga de Evo Morales y sus adeptos cercanos, sólo ha contado con el apoyo de los miembros del Movimiento al Socialismo (dirigentes a sueldo del Estado, trabajadores prefecturales y municipales, y algunos pobres, ancianos y ancianas, que son manipulados por la ignominia del partido).

Seguramente, Evo Morales, después de su experiencia publicitaria fallida, y, una huelga de hambre digna del espectáculo teatral, no podrá hacer suya, esa afirmación contundente de Luís Espinal, a la hora del triunfo, cuando le torció el brazo a la dictadura banzerista: “Finalmente, no hemos hecho una huelga de hambre tú y yo; ha sido todo un pueblo, hemos sido uno más dentro de la corriente. No he hecho nada extraordinario: era algo que simplemente había que hacer”. Si una huelga de 4 días, sirvió a Evo Morales, para caer en la cuenta de que su teatro del hambre era un acto “solamente étnico y personal”, una farsa, y que el camino de reconciliación nacional pasa por sentir el hambre y la desnutrición de los pobres, hecha carne en políticas públicas que favorezcan el desarrollo de todas las potencialidades humanas de los desposeídos, que va más allá del mero disfrute del poder, porque el verdadero servicio está en hacer del otro un fin. “La vida es para gastarla por los demás”, sentenció Espinal, y cuan lejos aparece en la vida política esta afirmación, peor aún, en momentos en que la política atraviesa una crisis “de”, que genera de por sí un asco, contenido tan sólo por la esperanza; hasta ahora, ni los políticos del MAS ni de la oposición en su conjunto (y sus consabidos resabios neoliberales y tradicionales) han sabido servir y (gastar) la vida en función del bien común.

Luís Espinal, no solamente habría escrito una columna vehemente contra la artística huelga de hambre de Evo Morales, más allá de la incidencia en su sobrepeso, sino que también vería con una mirada silenciosa y doliente la posición de un buen sector del jesuitismo en Bolivia, que, de una forma u otra avala un masismo impregnado con la presencia de una izquierda vegetariana (radical) como la de García Linera, que Espinal combatió encondamente a lo largo de todo su proyecto político-social.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

NUEVA CONCIENCA DEMOCRÁTICA

NUEVA CONCIENCIA DEMOCRÁTICA

Los cambios que propuso el Movimiento al Socialismo, hasta ahora, se han traducido en un aparato estatal cada vez más ineficiente y una creciente burocratización; asimismo, es notorio el "prevendalismo familiar" y la "retribución de favores"; personajes que fueron en algún momento observados o pesa alguna sospecha de malversación, tras un período de vacaciones, se los vuelve a acomodar en algunos parajes, –sobre todo, si trata de retribuir lealtades– como las embajadas, superintendecias, ministerios; y cuando se trata de peces gordos del gobierno (por ejemplo, el empresario, Salvador Ric, de los muchos que fueron premiados en otros lares) se busca un reacomodo dentro de la estructura del Estado; y no puede ser de otra manera, porque todo Estado de corte comunitario, tiende a engordar paulatinamente, al tiempo que, sectores estratégicos y subestratégicos empiezan a cobrar las cuotas de poder, que en derecho creen que les pertenece por su apoyo electoral.

Interesa poco si en este momento el MAS y sus aliados conforman un bloque partidario, o se desenvuelven en la lógica de la espontaneidad, lo cual parece ser uno de los principios de quienes se han hecho con el poder, utilizando a las masas de octubre; cabría sí hacerse una pregunta que puede orientar nuestra percepción política ¿Hacía dónde va Bolivia? Por supuesto, que adentrarnos en la respuesta a la misma, supone, conocer de dónde viene la nación y el Estado que nos ha tocado sopesar como generación. "El tesoro de las guerras" por el poder (Homero Carvalho Oliva) que llevamos anidado, no sólo en el imaginario social sino también en el inconsciente individual, condujo a la construcción de un Estado sin nación (es) y que trajo consigo, no solamente la exclusión de pueblos y culturas diversas en el concierto político de las decisiones, sino que además, nos arrastró a la más completa ignorancia democrática. Si hoy, reclaman a voz en cuello, algunos culitos blancos, muy blancos, como García Linera o Sacha Llorenti, o los Peredo al lado de Fabián Yarsic, la visibilización de los que otrora fueron invisibles en el rostro del Estado, más allá de lo cómico, aparece la absoluta hipocresía de todo "prostituto sagrado", que mientras tiene el estómago lleno, es capaz de hablar de pobreza, y hasta llega el caso de pretender la liberación de los oprimidos; de una vez por todas, debemos entender, que si los desposeídos y los hambrientos deben transformar la historia, que sean ellos y no otros; por lo menos, y seguro, existen neoliberales o capitalistas, imperialistas, cualesquiera sea el adjetivo que se les ponga, aún a sabiendas que la lógica perversa del mercado no da cabida a humanismo alguno, saben que arrogarse la voz de los pobres, es una larga mentira y que la mejor manera de colaborar en el desarrollo de las capacidades de los ciudadanos, no es sino entregarles la caña de pescar para que aprendan a coger el pez más grande; los pobres, a pesar del discurso oficialista, continúan tan invisibles y famélicos como hace medio siglo; esos que aparecen haciendo ondear una "wiphala" o la banderita del MAS, no son pobres ni mucho menos, son los que ahora viven a costillas del Estado benefactor; "los pobres entre los pobres" saben que Evo Morales viste trajes diseñados exclusivamente para él y a precios exorbitantes, saben que los trajecitos de García Linera, si no son de Julios, tienen que ser de corte ingles e importados; los pobres que han perdido hasta la esperanza, no tienen ni siquiera dónde reclinar la cabeza; de ahí que muchos pobres, para arropar (se) a sus hijos no tengan más que recurrir a ropa deshecha por los países industrializados, a un boliviano la prenda; los pobres más pobres se suben al micro, al trufi o taxi trufi, pero, nunca los he visto en coches modelo 2004 -2005, porque esos sólo se los consigue a punta de narcotráfico, o siendo dirigente del MAS; los pobres entre los pobres si sobreviven en medio de la pobreza, sobreviven con vísceras de ganado vacuno, porcino, lanar, porque su economía no da para más.

El país de mañana, debe consolidar un camino nuevo, con una nueva forma de ver la realidad: "no como fue la neoliberal" de los emenerristas, miristas, podemistas, pero, tampoco "la socialista" de los masistas, sin miedistas, o toda la gama de movimientos sociales, unos con razón y otros, no; ya empieza a emerger una nueva conciencia democrática, que no renunciará al Estado multinacional, a las Autonomías, a la inclusión de los más pobres en las políticas de gobierno, al rol protagónico de las mujeres, la inviolabilidad de los derechos humanos, y la apuesta por un proyecto de justicia (derecho). El Estado multinacional es una realidad, que poco a poco irá devorando a los que quisieron quedarse en el poder "ad infinitun"; aunque sabemos, que en el fondo, el reconocimiento de la diversidad no es condición para la paz perpetua, sólo la respuesta de por qué los bolivianos, superando nuestros antagonismo, queremos vivir juntos, nos dará el termómetro y el norte del futuro y el advenimiento o no de una identidad nacional, por encima de las identidades nacionales, que nos haga sentirnos bolivianos además "de".

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

CULTURA POLÍTICA MADURA

CULTURA POLÍTICA MADURA

El masismo no deja de lavarse la boca con el discurso de la tan mentada revolución “cultural y política”; hablan hasta el empacho, del advenimiento de la sociedad del siglo XXI impregnada de igualdad, pero con una casta de privilegiados; pero no dicen nada, sobre el instrumento político que enarbolan, muy pronto convertido en instrumento, de persecución criminal, tan nocivo para los “derechos fundamentales”, como cualquier régimen vertical, con unas luchas intestinas por detentar el poder absoluto.

García Linera, con todo su fervor terrorista-marxistoide, sueña con un hombre nuevo –capaz de los más variados oficios, sin necesidad alguna de especialización–; empero, seguramente, jamás le habrá cruzado por la cabeza, que alguien pudiera trepar, haciendo caso omiso de su canas de mandamás, hasta la cúspide de la administración del Estado, proxeneta de la calaña del destituido superintendente de microempresas; es más, de ahora en adelante, podemos pensar los bolivianos, con la libertad que nos asiste el derecho, si personajes novelescos, como fue el caso Ramírez, de carne y hueso, pululan en las instituciones públicas, nada raro fuera que en esa maraña de adeptos y lamebotas masistas, los hubiera ostentando el poder conferido por el pueblo, en alguna superintendencia, embajada, ministerio, dirección de alguna repartición: pedófilos, gerontofílicos, necrófilicos, zoofílicos, etc.; cada vez más se hace necesario, que los servidores públicos (incluidos políticos de todas las raleas) se sometan a un test de aptitudes psicológicas; y vaya uno a saber, las oscuras intenciones, socapadas, que llevan dentro muchos parlamentarios del MAS así como de PODEMOS o los MSM.

Con toda una maquinaria corrupta, injertada en las estructuras estatales, no parece sencillo salivarse la boca con afirmaciones sensibles, por ejemplo, la promesa de “erradicación de la corrupción” o “cambio estructural”, necesarias ambas para construir una sociedad más justa, pero ideologizadas al punto que lo hace el MAS, sólo buscan el ensanchamiento del “clientelismo y corporativismo”, el único juego rentable, políticamente, del actual gobierno; realidad e ideología, son dos dimensiones, completamente ajenas, porque sencillamente, toda ideología acaba por ontologizar los fenómenos de la realidad, arrancándolos de su contexto; y la auténtica democracia no es factible sin una sociedad civil estructurada y sin una política integradora; asimismo, supone un marco institucional capaz de permitir la expresión de formas novedosas que exigen el cumplimiento de la ley; una auténtica democracia, es, sobre todo, descentralizadora y no tiene posibilidad de sobre vivencia en medio de exclusiones raciales y morales, es decir, dignos e indignos o mestizos/indígenas.

El proyecto Ley Transitoria de Régimen Electoral, propuesta por la presidencia de la República, no contiene ningún tipo de proporcionalidad que respete a las minorías ni a las mayorías; si bien la democracia se sostiene en el principio de la mayoría, también es verdad que busca evitar a toda costa la salvaje tiranía (Cerco al parlamento) –las mas de la veces, contraria al derecho emergente de la dignidad del ser humano– de las mayorías; “la democracia” ofrece espacios de proporcionalidad a las minorías, de ahí que, por medio del sufragio universal, exprese la validez de todos los votos para que se acepte el derecho de todos en la adopción de las decisiones públicas; en su afrenta a la democracia, el MAS, quiere hundir, contra viento y marea, las instituciones en las que su poder depredatorio, todavía es incipiente.

El nuevo rol de la sociedad civil, frente al ensimismamiento del poder que vive el masismo, implica, como nunca, la creación de “espacios de protesta pública”; toda manifestación de descontento civil, ahora, con más fuerza que antes, debe estar enmarcada en los límites que nos permite la democracia y, sobre todo, dirigida a atentar contra la normatividad específica, aquella, hecha a medida del gobierno y sus intereses; la protesta civil de la sociedad, debe señalar qué ley no fue cumplida o violada por quién tiene la obligación de hacerlo, es decir, por quienes ostentan el poder; en otras palabras, “la acción contestaría de los sectores disconformes, tiene que estas encaminada a cambiar o frenar leyes lesivas para las mayorías o las minorías”.

Oponerse a la legalidad autoritaria del Gobierno es una actitud de cultura política madura.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

DEMOCRACIA Y MOVIMIENTOS SOCIALES

DEMOCRACIA Y MOVIMIENTOS SOCIALES

Estos tres últimos años, sobre todo, desde el gobierno, se ha alentado la emergencia de movimientos sociales, al punto que su multiplicación, tiene mucha similitud con las macrófitas de la laguna Alalay; es necesario establecer y determinar, cuándo un movimiento social es legítimo; cuáles son las necesidades a partir de las cuales, busca insertarse en un sentido proceso de transformación social; o si los principios sobre los que se rige, quieren una verdadera democratización de espacios todavía, hoy, negados al influjo de una cada vez más necesaria democracia que se construye desde abajo (Pablo Gonzáles Casanova).

Todo verdadero movimiento popular (social) guarda enormes potencialidades para influir e incidir directamente a favor de una verdadera y real democratización, no sólo del régimen político sino del mismo poder del Estado; por ejemplo, el movimiento del autodenominado, “Comité cívico popular”, que debiera existir, nada tiene que ver en su praxis con la construcción de la democracia, además, que lideriza dicho pseudomovimiento un alienígena desocupado, oportunista, como es el señor, Adolfo Serrudo; otro, recién conformado, al calor del oportunismo, fomentado desde el ejecutivo, “los sin techo”, encabezado por el galán, Valerio Queso, protagonista de la película, Evo Pueblo, es el ejemplo de cómo individuos surgidos de las alcantarillas, clientelistas, incubadas por el MAS, imbuidos de los más oscuros instintos de hacerse con algún tipo de poder, ahora, intentan el parricidio del tata Evo, que, más temprano que tarde, acabará por sucumbir ante los cuervos criados en su regazo y encubados al calor del populismo salvaje que pregona.

Los movimientos sociales, constituidos por necesidades urgentes, tienen la capacidad de colocarse de cara ente el poder estatal –pero, jamás formar parte de él, porque ese parentesco termina siendo incestuoso para la relación democracia/poder político–, con exigencias concretas; en primer lugar, el respeto hacia su propia autonomía organizativa, lo que equivale a decir, una total independencia frente a los tentáculos del poder estatal, lo que no ocurre con muchos movimientos sociales en Bolivia; movimientos legítimos y consolidados, como son los de derechos humanos, de reinvidicaciones femeninas, defensa de los niños y adolescentes, de las gentes de la tercera edad, o los de inclusión y reconocimiento en las políticas estatales, por supuesto que, desde varios rincones de la sociedad presionan al Estado para que éste asuma compromisos que luego se tornen en cambios políticos y sociales, en función del bien común; de esta forma, los movimientos desde la sociedad civil, con plena legitimidad basada en las carencias reales de la gente (salud, educación, trabajo, alimentación, participación, distribución, equitatividad, igualdad, respeto, etc.), cuestionan, presionan, exigen del Estado determinadas políticas de gestión, serias.

Hoy, los movimientos sociales, no solamente afines al partido de gobierno, sino controlados desde palacio quemado, están encerrados en un solo juguete: “la búsqueda de intereses de los aparatos estatales” en detrimento de lo que conviene, realmente, a los ciudadanos en general; para que los “movimientos sean verdaderos constructores” de la democracia, deben de despojarse de toda pretensión, por alcanzar poder o detentar algo de él; Claudio Ferrufino-Coqueugniot, uno de los intelectuales más comprometidos con la libertad en este momento, ha dicho con razón: “Los vecinos de cual bloquearán avenidas porque necesitan luz, agua, pavimento para el calvario de virgen sí o virgen no, camisetas y balón deportivos, colaboración. Lo que no consigan se lo harán pagar con el débil más cercano, utilizando para ello la “justa” invención comunal de torturar y asesinar”; pues, en eso están convertidos los movimientos sociales, sindicatos de agitadores fascistas, sobre los que creen tener, los Evo Morales y García Lineras, asegurada su longevidad en el poder, pues, sólo tres veces cantó el gallo, para que en menos de que cante el gallo, también Pedro, el apóstol, se echara a llorar amargamente; aunque sabemos bien del ateismo reinante en Palacio de gobierno, en diciembre, habrá no mas en las filas del masismo, como sentencia el Evangelio, “llanto y rechinar de dientes”.

Es posible, para todo movimiento social, que tiene sus raíces, en la sencillez y aspiraciones de mejores condiciones de vida, la articulación con los movimientos políticos o mediaciones sociales, los partidos políticos de distinta raigambre; este diálogo social, no sólo dinamizará un proyecto de democracia que abarque a la sociedad en su conjunto, al gobierno y al Estado, sino que es posible, hacer que la democracia tenga un rostro cada vez más humano; ya no es posible sostener un discurso de transformación, desde tales o cuales movimientos sociales, para el MAS y Evo Morales, porque la corrupción se ha convertido en la espada de Damocles de dicho discurso; la democracia, no es una cantaleta de grillo como la que usa Evo Morales; es un instrumento transformador que permite la participación diaria en una construcción que incide en la forma de pensar y actuar en la vida cotidiana; la democracia y los movimientos sociales, de los que perora el masismo, sólo está sirviendo para la construcción de inmuebles lujosos, que no cumplen función social alguna, de algunos jerarcas del partido.

Iván Castro Aruzamen
Filósofo y teólogo
Profesor de derechos humanos