viernes, 8 de mayo de 2009

DEMOCRACIA Y MOVIMIENTOS SOCIALES

DEMOCRACIA Y MOVIMIENTOS SOCIALES

Estos tres últimos años, sobre todo, desde el gobierno, se ha alentado la emergencia de movimientos sociales, al punto que su multiplicación, tiene mucha similitud con las macrófitas de la laguna Alalay; es necesario establecer y determinar, cuándo un movimiento social es legítimo; cuáles son las necesidades a partir de las cuales, busca insertarse en un sentido proceso de transformación social; o si los principios sobre los que se rige, quieren una verdadera democratización de espacios todavía, hoy, negados al influjo de una cada vez más necesaria democracia que se construye desde abajo (Pablo Gonzáles Casanova).

Todo verdadero movimiento popular (social) guarda enormes potencialidades para influir e incidir directamente a favor de una verdadera y real democratización, no sólo del régimen político sino del mismo poder del Estado; por ejemplo, el movimiento del autodenominado, “Comité cívico popular”, que debiera existir, nada tiene que ver en su praxis con la construcción de la democracia, además, que lideriza dicho pseudomovimiento un alienígena desocupado, oportunista, como es el señor, Adolfo Serrudo; otro, recién conformado, al calor del oportunismo, fomentado desde el ejecutivo, “los sin techo”, encabezado por el galán, Valerio Queso, protagonista de la película, Evo Pueblo, es el ejemplo de cómo individuos surgidos de las alcantarillas, clientelistas, incubadas por el MAS, imbuidos de los más oscuros instintos de hacerse con algún tipo de poder, ahora, intentan el parricidio del tata Evo, que, más temprano que tarde, acabará por sucumbir ante los cuervos criados en su regazo y encubados al calor del populismo salvaje que pregona.

Los movimientos sociales, constituidos por necesidades urgentes, tienen la capacidad de colocarse de cara ente el poder estatal –pero, jamás formar parte de él, porque ese parentesco termina siendo incestuoso para la relación democracia/poder político–, con exigencias concretas; en primer lugar, el respeto hacia su propia autonomía organizativa, lo que equivale a decir, una total independencia frente a los tentáculos del poder estatal, lo que no ocurre con muchos movimientos sociales en Bolivia; movimientos legítimos y consolidados, como son los de derechos humanos, de reinvidicaciones femeninas, defensa de los niños y adolescentes, de las gentes de la tercera edad, o los de inclusión y reconocimiento en las políticas estatales, por supuesto que, desde varios rincones de la sociedad presionan al Estado para que éste asuma compromisos que luego se tornen en cambios políticos y sociales, en función del bien común; de esta forma, los movimientos desde la sociedad civil, con plena legitimidad basada en las carencias reales de la gente (salud, educación, trabajo, alimentación, participación, distribución, equitatividad, igualdad, respeto, etc.), cuestionan, presionan, exigen del Estado determinadas políticas de gestión, serias.

Hoy, los movimientos sociales, no solamente afines al partido de gobierno, sino controlados desde palacio quemado, están encerrados en un solo juguete: “la búsqueda de intereses de los aparatos estatales” en detrimento de lo que conviene, realmente, a los ciudadanos en general; para que los “movimientos sean verdaderos constructores” de la democracia, deben de despojarse de toda pretensión, por alcanzar poder o detentar algo de él; Claudio Ferrufino-Coqueugniot, uno de los intelectuales más comprometidos con la libertad en este momento, ha dicho con razón: “Los vecinos de cual bloquearán avenidas porque necesitan luz, agua, pavimento para el calvario de virgen sí o virgen no, camisetas y balón deportivos, colaboración. Lo que no consigan se lo harán pagar con el débil más cercano, utilizando para ello la “justa” invención comunal de torturar y asesinar”; pues, en eso están convertidos los movimientos sociales, sindicatos de agitadores fascistas, sobre los que creen tener, los Evo Morales y García Lineras, asegurada su longevidad en el poder, pues, sólo tres veces cantó el gallo, para que en menos de que cante el gallo, también Pedro, el apóstol, se echara a llorar amargamente; aunque sabemos bien del ateismo reinante en Palacio de gobierno, en diciembre, habrá no mas en las filas del masismo, como sentencia el Evangelio, “llanto y rechinar de dientes”.

Es posible, para todo movimiento social, que tiene sus raíces, en la sencillez y aspiraciones de mejores condiciones de vida, la articulación con los movimientos políticos o mediaciones sociales, los partidos políticos de distinta raigambre; este diálogo social, no sólo dinamizará un proyecto de democracia que abarque a la sociedad en su conjunto, al gobierno y al Estado, sino que es posible, hacer que la democracia tenga un rostro cada vez más humano; ya no es posible sostener un discurso de transformación, desde tales o cuales movimientos sociales, para el MAS y Evo Morales, porque la corrupción se ha convertido en la espada de Damocles de dicho discurso; la democracia, no es una cantaleta de grillo como la que usa Evo Morales; es un instrumento transformador que permite la participación diaria en una construcción que incide en la forma de pensar y actuar en la vida cotidiana; la democracia y los movimientos sociales, de los que perora el masismo, sólo está sirviendo para la construcción de inmuebles lujosos, que no cumplen función social alguna, de algunos jerarcas del partido.

Iván Castro Aruzamen
Filósofo y teólogo
Profesor de derechos humanos

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