jueves, 30 de julio de 2009

TIRANO MORALES Y EL ESTADO PLURINACIONAL

TIRANO MORALES Y EL ESTADO PLURINACIONAL

No es posible comulgar, en lo más mínimo, con una izquierda neofascista, retrógrada, pero, tampoco, un mínimo de aceptación, frente al accionar de una derecha, si es que todavía puede llamarse así, a los movimientos cívicos y extremistas, amarrados a la lógica del latifundio, como ocurre en algunas regiones del país. Si uno congeniara con alguno de estos sectarismos aberrantes, no sería posible transitar por los senderos de una filosofía política crítica; esa filosofía del cinismo que, Richard Rorty defiende a capa y espada; desde esta columna, no hago más que expresarme como librepensador, en defensa de la libertad, la democracia y los derechos humanos. El wipalismo del MAS y el regionalismo cívico, están en contra de toda filosofía crítica, que piensa al país en términos de unidad, sin ningún tipo de aventurerismo revolucionario coyuntural.



Evo Morales no está muy lejos del “Tirano Banderas” de Ramón María del Valle-Inclán o “Yo el Supremo” de Augusto Roa Bastos o “El otoño del Patriarca” de García Márquez; la galería de dictadores en América Latina es interminable, todos con un rasgo común: la apetencia por el poder absoluto y además vitalicio. Ahora voy a eso de Tirano Morales. Es que lo que más va impregnando, tiñendo, nuestra vida cotidiana, es el sentido dictatorial con intenciones vitalicias; es decir, se ha instalado en el país, desde el gobierno, el mito del pequeñoburgués de lo seguro, de ese que no está de paso por el palacio quemado ni de visita sino que quiere quedarse para toda la vida, como si Bolivia fuera otra Cuba. El Tirano Morales es ante todo un caudillo de un sector de pequeñoburgueses, de esa manada de burguesitos emergidos de los escombros revolucionarios del guevarismo de Ñancahuazú y el quiroguismo del PS-1. “Evo Morales, no es más que la caricatura de un héroe de esos antihéroes ilusos”, sino vaya uno a escuchar los comunicados incendiarios de Quintana o Sacha Llorenti, cada vez que aparecen en escena, con resonancias claras del Tirano de tierras calientes, Hugo Chávez. El pensamiento pequeñoburgués que incuba el MAS, se alimenta del sueño de lo seguro, pues, eso irradia su postura frente a las elecciones de diciembre; no sólo aseguran el triunfo del Tirano Morales y su tiranuelo García Linera, también, un empleo seguro para ministros y viceministros –mientras la gente de tierra adentro se muere de hambre–; se asegura la dirección y presidencia nacionales de las empresas nacionalizadas, para aquellos que sigan los dictámenes del Supremo. Para el masismo, está claro, los cargos públicos son para toda la vida.



Asimismo, el Tirano Morales, ha dado a luz, unos dictadores más chicos (uña Morales), como el mal menor, frente a la experiencia del uso del poder por los neoliberales de los 80 y 90; Evo Morales ha abierto las puertas a una peste muy peligrosa, una influenza política A1H1–MAS de dictadores locales (Prefecturas) y provinciales (Alcaldías). Sería una gran noticia para la democracia, si estos uña tiranos son barridos en las municipales y prefecturales del próximo año, por opciones nuevas. La patria, el país, no necesita políticos –como lo fueron en el pasado– para toda la vida o que entienden que los cargos públicos son vitalicios, ya no más Benjamines Migueles; necesita, una revolución permanente de hombres y mujeres, comprometidos con la libertad y la unidad, por encima de celebraciones históricas o bicentenarias, milenarias…porque al parecer la nueva pequeño-burguesía del MAS, por medio de una inercia cultural arcaica, nos quieren hacer creer que los valores vienen dados de una vez por todas y para siempre.



Los jerarcas del MAS así como sus subalternos, que creen en la utopía de una revolución pendiente, la de la nacionalización y el regreso al estatismo desarrollista, no han tenido reparos en ocultar actos de corrupción y malversación de dineros públicos, cerrando cualquier posibilidad a inconformidad alguna, provenga de donde provenga. No es, acaso, un ejemplo transparente, los tejes y manejes de las bestias del Apocalípsis nacional: Ramón Quintana, Alfredo Rada, Walker San Miguel, Luis Alberto Arce, Carlos Romero; si tuvieran un poco de dignidad –aunque creo que la única que poseen es la del Tirano Morales– debieran mandarse a jalar, ya; pero, como la idea de quedarse de por vida es mucho más fuerte que el sentido del bien común, sólo se permiten movidas estratégicas, porque todos en el poder ejecutivo, creen que son imprescindibles.



De los 27 años de democracia que vive el país, estos tres del masismo, es la más folclórica e inestable ¿fue otra cosa, eso de la celebración del bicentenario paceño? Una democracia masista que se sostiene en el centralismo del Jach’a Uru, no puede menos que insistir en que es una democracia defendida desde fuera (Carácas y la Habana) y dentro (como los movimientos mas incendiarios que se han creado en el país: cocaleros, ponchos rojos, los sin tierra, las bartolinas sisas, además, de los achachilas de David Choquehuanca); la única democracia revolucionaria que vemos es esa que aparece en las peñas y verbenas y cenas de gala bicentenarias, aunque, el chairo y pectu de nuestra historia folclórica se ha fraguado en la erección del Estado Plurinacional.



La democracia que la patria necesita, no es sino la de la revolución permanente y la transvaloración positiva de todos los valores nacionales, más allá de todo jaraneo y desmadre festivo por el pasado; una democracia que nos adentre, de una vez por todas, por el camino de una auténtica democracia de autonomías, en la que “todos los otros caminos sea posible”, hasta aquellos que no nos guste andarlos.



Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo

Profesor de derechos humanos

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