¿ILUSIÓN INFANTIL Y/O CONSUELO INTERESADO?
No sólo hoy parece
resquebrajada y conmocionada la ideología (?) socio revolucionaria del masismo
del siglo XXI, sino que, todo nos va demostrando que es imposible que una
revolución política –por supuesto la más superficial de las revoluciones que
los seres humanos pueden hacer, según Aldoux Huxley– pueda, desde su soledad,
conducirnos hacia el paraíso terrenal, así sea expresamente humano.
Los signos de la
conmoción económica, por ejemplo, son cada vez más evidentes, a pesar de los
altos precios de las materias primas en el mercado internacional. Los desastres
que se avecinan son fácilmente predecibles, bajo la política monetaria del
gobierno y su economía plural: angustia por el futuro, insuficiencia de materias
primas, la escasez de energía, la imparable degradación ecológica, la explosión
demográfica en las urbes, el hambre, la pobreza y la persecución de los
derechos humanos. La crisis de lo político ha adquirido tonalidades
escalofriantes en este proceso de cambio; porque quienes llegaron al poder,
nunca tuvieron la intención de cambiar del poder, sino solamente reproducir el
mismo como siempre se lo hizo en la política tradicional. De ahí que los
conflictos entre facciones dentro del gobierno (lineristas y evistas) sea cada
vez más incontrolable, así como la creciente dictadura sindical, la turbia
situación de los perseguidos políticos no es sostenible por el gobierno, y,
sobre todo, la ambivalencia de una ideología que se debate entre la ilusión y
el interés personal, ya no es un secreto para miles de bolivianos.
A pesar de la
angustia que se cierne sobre el futuro de nuestros hijos, algo que no podemos
ni debemos renunciar jamás los bolivianos, es la esperanza. Frente a la farsa de un vulgar ateísmo marxista
(García Linera) y la falsa conciencia de divinidad (Evo Morales), se debe
renunciar por cualquier medio a todo tipo de revolución político-social en
cuanto ideología, como el masismo, porque sólo persigue el cambio de la
sociedad a través de la violencia, el engaño, el fraude, la mentira, la
extorsión… para consolidar el dominio del hombre por el hombre, de un grupo de
privilegiados burócratas del partido sobre el resto de la población. Esta
renuncia no significa que se deje de buscar por todos los medios y el esfuerzo
necesario, hasta lograr una modificación radical de la sociedad. Por eso no
podemos continuar con el carnaval de un partido que se arroga la exclusividad y
la autoridad única de explicación total de la realidad; es urgente desde todos
los ámbitos de la sociedad, frenar a una revolución (chavista, madurista,
evista, linerista, correista, castrista…) que se autonombra como la nueva religión que todo lo puede y todo
lo salva y que lucra con la pobreza de los más desposeídos.
Es cada vez más
evidente, que el rechazo o la aceptación total de una revolución, no es el
camino correcto para un cambio radical de la sociedad y/o la construcción de un
mundo mejor y más justo, una vida buena de verdad. El gobierno del MAS, a la
cabeza de García Linera y sus jinetes del apocalipsis, han intentado a toda
costa, tanto en la praxis como en la teoría, consolidar al “hombre
unidimensional” (Herber Marcuse); por eso García Linera encarna a ese vulgar
ateo marxista, que sólo apuesta por una nostalgia retrospectiva y un reformismo
superficial en el que el interés de grupo y personal es determinante.
Hay que recordar
que los tecnócratas del gobierno actual han hecho de la política su religión. Y
más allá del vulgar ateísmo del vice
marxista del nuevo estado pluri, si queremos preservar el futuro para las
nuevas generaciones no podemos renunciar a una sociedad metarevolucionaria, a la esperanza en una sociedad verdaderamente
pacífica, a un reino de la libertad, igualdad y felicidad para todos, en una
sociedad mejor. Y una sociedad así, no se consigue con una ilusión infantil de
hacer del indígena un dios universal ni mucho menos una luz de salvación,
tampoco con un consuelo interesado, mientras el país se va a pique, pensando
sólo en el bienestar personal y placeres del poder terrenal, el político.
Iván Castro
Aruzamen
Teólogo y filósofo
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