lunes, 26 de enero de 2009

PODER POLÍTICO Y DROGAS

El amor místico conduce al éxtasis y muchas veces es peor que un estupefaciente; pero, el poder político erotiza, tanto a quien lo ejerce como aquellos sobre quienes se aplica; este erotismo que padece la masa y el orgasmo que sienten los líderes en su goce, después del referéndum del pasado 25, en el que la clase media urbana le ha dicho no a una constitución que no responde a la pregunta, ¿por qué queremos vivir juntos los bolivianos?, sus artífices usarán un recurso trillado, el de aprendiz de brujo y sus drogas, para dorar la píldora del cambio aún a costa del sufrimiento de los pobres.

La droga que suministra el masismo a las masas de octubre, con una envoltura denominada constitución del cambio, tiene efectos estimulantes, narcotizantes y alucinógenos; pero, estos no son más que mentiras manejadas con artificio, trampa, ardid perjudicial. Y ocurre, que la masa sin “conciencia política”, no puede diferenciar cómo detrás de (auto) denominaciones virtuosas como “deber”, “devoción”, “heroísmo”, “renuncia”, “patria o muerte”, se esconde un monstruo estatal, que han armado los indígenas señoritos de salom y boutique, esa ralea de guapa gente de izquierdas que jamás se sube a un taxi-trufi o un microbús, porque el orgasmo que da el poder los tiene hipnotizados (García Linera, Sacha Llorenti, Juan Ramón Quintana, Iván Canelas, Alfredo Rada, Walker San Miguel, Héctor Arce, Susana Rivero, Fabián Yarsic).

En estos tres años de masismo, el gobierno del “pachacutec”, Evo Morales Ayma, se ha sacudido la carga y la vergüenza, de que las carreteras, las luchas por tierra y territorio, el paro y el hambre, las inundaciones y los errores de la policía o el ejército, matan bolivianos y bolivianas ¿La nueva constitución aprobada solucionará estos males estructurales del Estado, mágicamente? Este estado de cosas, no sólo es culpa del neoliberalismo salvaje, a quien tanto le han achacado los masistas y otros chunchólogos; las zancadillas que sufre nuestro país también las ponen los gobernantes ortodoxos de hoy, por medio de actitudes radicales y de todopoderosos cazadores.

Hagamos, al mismo tiempo, como sociedad “mea culpa” de la situación en la que nos encontramos; pues, es nuestra misma sociedad, la que tiene abandonados a más de un millón de niños y niñas, y prostituidos a más de medio millón de menores de 15 años; es la sociedad, que deja dormir en la calle a unos 30 mil muchachos; y el Estado, ese mito del cual hizo aguas “Ernesto Cassirer”, descuida la ética más simple (servicio), paga salarios irrisorios a los trabajadores, además de mal; pero aún, no abre el porvenir para todos, sólo para la cúpula y los indígena-originarios; anuncia marranadas (con el puño izquierdo levantado y la palma derecha en el pecho) con otras marranadas (decretos, leyes, persecuciones, slogans y clichés).

¿Por qué, el gobierno, en vez de preocuparse como un “inane” sustituto de la religión, de la vida privada, no se preocupa de lo que auténticamente le compete? La respuesta adecuada es ineficiencia. Cuando debiera centrarse en lo suyo: hacer ciudadanos y campesinos productivos y con pleno goce de derechos; y no arrogarse los papeles de padre bonachón, porque los hombres somos libres, hasta para morir. El gobierno incaico-marxista antes que discursos manidos que hipertrofian la realidad, preocúpese por luchar contra la inseguridad que sufren quienes lo mantiene pagando impuestos; así como arraigar a contrabandistas (aunque también lo mantienen) y narcotraficantes (por ejemplo, el clan Terán y todo el cartel del Chaparé); proveer casas para los desarrapados y condenados del campo y la ciudad.

Ahora, que ha sido aprobada la nueva Carta Magna, con un marcado tinte indigenista, el gobierno debe cumplir su verdadero rol –“no el de sermonear ni acorralar, ni mentir ni fingir que el país está bien blindado contra las embestidas de la crisis financiera mundial”–; es hora de que haga un profundo examen de conciencia y “desintoxicarse de todo tipo de drogas”, tanto la ideológico–política como la que se elabora de la coca exedentaria, y trabajar para construir un cambio de estructuras, real, que llegue al estómago de los más desposeídos y pobres del país. Porque el mensaje de ese gran porcentaje de bolivianos y bolivianas, que desaprobaron la propuesta del MAS, no quieren que detrás de la constitución aprobada, se críen nuevos “prostitutos sagrados”, como en el pasado.


Iván Castro Aruzamen
Téologo y filósofo
Profesor de derechos humanos y literatura

DERECHOS HUMANOS

DERECHOS HUMANOS

Todo el proyecto de Constitución Política masista supura una filosofía y cultura, que huele a peligroso y apuesta por “lo puro, lo incontaminado, lo único”(categoría machaconamente repetida, indígena originario campesino), y un rechazo de todo lo que se considera impuro, contaminado, mezclado, plural (como es el mestizaje cultural, muy extendido en el país).

Los “derechos humanos” recogidos en la propuesta, más allá de su ampliación, constituyen solamente un intento teórico de acercamiento para tratar de comprender la naturaleza de los derechos; los 61 artículos referidos a los derechos de personas y grupos, mantienen una marcada delimitación entre derechos de primera, segunda y tercera generación; y es más, recoge hasta derechos, siguiendo una fragmentación de los mismos, de cuarta, quinta y sexta generación, lo que deviene en una pura abstracción y vacía declaración de principios, cuyos efectos, sencillamente pasan por la mera confusión o categorías afines.

Plantear una “teoría pura” de lo que sea, peor aún de los derechos humanos, supone consecuencias nefastas para la convivencia pacífica y democrática de la sociedad boliviana; una filosofía de lo puro e incontaminado no tiene partes, sólo admite la narración de los hechos de manera indirecta, es decir, dejando a un lado aquello que se considera impuro, contaminado, por tanto, al posesionarse como eje articulador, lo “indígena originario campesino”, pasa a segundo plano, lo k’ara, lo mestizo, lo mezclado, eso que tiene rugosidades, asperezas, disparidades y es híbrido, quedando fuera de todo enfoque “esencialista”, como la del masismo y sus derechos humanos.

Lo “Uno incontaminado” (arcadia indígena) –50 años después de la conquista, ya no existía nada puro en este continente– que permea toda la propuesta de Constitución del MAS, no sólo es una quimera, sino que además, abomina de matices necesarios e imprescindibles de toda democracia radical y política, como son la “acción”, la “pluralidad” y el “tiempo”. Estos matices constituyen los tres miedos de toda posición purista.

En primer lugar, la “pluralidad” sostenida por el masismo, no es mas que pura apariencia, porque en el trasfondo de su discurso, ha instituido una dualidad perversa (campo/ciudad, indígena/citadino, negro/blanco, occidente/oriente); ésta dualidad termina siendo completamente ajena a la experiencia, porque supone una esquematización de la realidad, así como el predominio de un polo sobre otro, de la parte sobre el todo. Y en segunda instancia, para llamarlo de alguna manera, la filosofía purista del MAS, reniega del tiempo, a pesar de su incesante esfuerzo por reconstruir el pasado, panfletariamente; sitúa lo puro en el origen de todo, para la construcción de un nuevo Estado; excluye absolutamente todo devenir y cambio; idea todo un fondo (edad de los Incas) que estuvo, pero ya no está y nunca volverá a estar; postula demagógicamente (Escatología) un futuro de dichas y placeres, para todos los pobres, al que sabemos que nunca se llegará; así, de un modo u otro, niega el presente y las posibilidades de transformación. El único cambio que propone el masismo a través de su propuesta y desde su posición purista, es la repetición mediante la cual lo mismo (indígena) se convierte en lo mismo, rechazando lo otro (diferente, contaminado) y exorciza la relación y vínculo social de unos con otros.

Los derechos humanos, más allá de la cantidad de artículos incorporados y las buenas intenciones que pueda encerrar su reconocimiento, éstos, exigen la existencia de condiciones sociales, económicas y políticas coherentes, para poder ser garantizados a todos los ciudadanos; las actitudes “fundamentalistas”, como lo es el puritanismo cultural y/o de otra índole, no son terreno fértil para el desarrollo de los derechos humanos de nadie; mientras no se practique una democracia con libertad y justicia, una democracia de lo impuro, los derechos humanos, continuarán siendo meros postulados y un desafío para la democracia del siglo XXI.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

jueves, 15 de enero de 2009

EL COMPROMISO POLÍTICO

EL COMPROMISO POLÍTICO
Los cristianos estamos llamados a construir una oposición férrea a todo tipo de explotación política del sufrimiento. La política del actual Gobierno, siguiendo esta lógica demagógica, ha desarrollado un “paternalismo estatal” peligroso para la salud democrática del país; sólo trata de comprar adhesiones políticas partidarias y sectoriales, con la consiguiente degradación de la dignidad de la persona humana; la democracia y un auténtico compromiso político no funcionan bajo el reinado y promoción de clientelismos.Los constantes ataques del Gobierno hacia algunos obispos de la Iglesia católica, acusándolos de politizar y usar la fe para defender intereses particulares, es una muestra clara del “cretinismo político” de las cúpulas del MAS y sus aliados, como el Movimiento Sin Miedo de Juan Del Granado. Sacha Llorenti, reiteradamente ha intentado visibilizar la presencia de católicos en el gabinete de Evo Morales; no obstante, la imagen de esos cristianos católicos en el Ejecutivo, ha sido engullida por el “materialismo histórico” de García Linera. Por consiguiente, el compromiso político que irradian dichos cristianos, no pasa más allá de una mediocre tibieza, y, esta postura, el evangelio la condena vehementemente, pues, los tibios acabarán siendo vomitados por el Señor. Este tipo de militancia cristiana, dependiente de un discurso demagógico marxista, no hace sino crear en miles y miles de cristianos en Bolivia, una desconfianza absoluta, cuando no una actitud de abierto rechazo, con respecto a la política y el compromiso político.El MAS y su visión política, no sólo ha generado en los cristianos católicos un desencanto, debido al exceso de expectativas y una deficiente concepción de lo político. En tres años de Gobierno, el MAS no ha sido capaz de llegar a las heridas más visibles de nuestra sociedad (pobreza, exclusión, desempleo, corrupción, narcotráfico, contrabando, etc.). La pérdida de legitimidad y credibilidad y la constante pérdida de sensibilidad ante el dolor humano, son los frutos de la práctica política del proyecto masista y la factura la deberá pagar el próximo 25 de enero. La situación es alarmante, si esta política tejida por el MAS se mueve dentro de los estrechos marcos de la burocracia, y ése no es el sendero por el que los cristianos esperamos que avance la democracia del bien común.Todo cristiano comprometido debe buscar la profundización democrática y una verdadera ciudadanía y militancia, desde el ámbito de los valores evangélicos y la vida cotidiana de las personas (la familia, el barrio, el partido político, el comité cívico, movimientos de reivindicación social, el colegio, la universidad, etc.). Asimismo, la finalidad del “compromiso político” de los cristianos, debe alentar la construcción de una sociedad sin explotación ni opresión, austera y solidaria, sin “patriarcados” de ningún tipo, con unas relaciones humanas gozosas y sujetas al grado más bajo posible de enajenación. Contrariamente a esta visión cristiana de la sociedad, el masismo busca la perpetuación en el poder de una casta dirigencial, estrecha mentalmente, que se cobija en las huestes cocaleras y movimientos indigenistas radicales.Tanto el Poder Ejecutivo como las hordas masistas, adolecen de una absoluta valoración ética del quehacer político, eso que en la máxima kantiana se llama “transparencia”, como virtud moral de un régimen político democrático. Los cristianos católicos y otras confesiones, debemos impulsar la presencia de cristianos en los cauces de la política y tomar una postura en ella. Los cristianos debemos aportar al mundo de la política, el nuevo estilo de político que la sociedad necesita: “alguien que ejerza el poder con vocación de servicio, pero, que sea capaz de renunciar a las ventajas del mismo; alguien que adopte una postura de cierta distancia y desapego, frente a la seducción del poder, y que no rinda homenaje a los ropajes de oscuridad y enredo con las que tiende a desenvolverse el poder”. Cuán lejos están de este estilo, ministros y viceministros del Gobierno que se dicen cristianos, que han terminado doblando la rodilla ente el ateísmo de García Linera.Hoy como nunca, es urgente, desde nuestra opción cristiana, llegar allí donde se toman decisiones fundamentales para el conjunto de la sociedad.Los cristianos podemos mantenernos firmes, perseverantes y abiertos, actuantes y creativos, en estos momentos de avasallamiento de la libertad y la justicia. Este es el don que debemos aportar los cristianos desde nuestra fe a la democracia de ahora y del futuro, si queremos ser consecuentes con el evangelio de Jesús.
Iván Castro Aruzamen,
es teólogo, filósofo
y profesor de derechos humanos.

domingo, 4 de enero de 2009

EL ARTE DE GOBERNAR

EL ARTE DE GOBERNAR

Un proyecto político, que busca administrar el Estado, ineludiblemente, debe responder a preguntas que flotan en el imaginario social; por ejemplo: cómo gobernarse, cómo ser gobernado, cómo gobernar a los demás por quién se debe aceptar ser gobernado, y, la pregunta más urgente a ser respondida, qué hacer para ser el mejor gobernante posible. Evo Morales, el Presidente indígena –según el discurso oficialista–, discriminado por el racismo del Poder Judicial, no pasará jamás a la historia como el mejor gobernante que tuvo el país; sencillamente, porque García Linera, personaje cuyas pasiones han tomado oscuras direcciones, le dio al pobre indiecito a leer el “Arte de la guerra”; pues mucho más provechoso habría resultado el proporcionarle algún texto sobre el “Arte de gobernar”.

La práctica política –cínica– del MAS intenta borrar un propósito irrenunciable de toda verdadera democracia, como es el bien común. Existe bien común cuando todos obedecen sin desfallecer a las leyes; también, si los funcionarios públicos ejercen bien los cargos que se los otorgan; asímismo, si practican bien los oficios a los que están destinados y respetan el orden establecido; en la medida al menos en que este orden es conforme a la leyes; sin embargo, lo masistas no ejercen óptimamente los cargos ni obedecen la ley, mucho menos respetan el orden; de ahí que el gobierno sindico-comunista esté despojando a la democracia, el bien común.

Evo Morales, en su balance de un año más de gobierno, reconoció que los esfuerzos del gobierno se centraron en la agenda política (amigo/enemigo) por encima de una productiva gestión de gobierno. El arte de la guerra, no concibe que un gobierno tenga que actuar de modo que se produzca la mayor riqueza posible y que se proporcione a la gente recursos suficientes, o incluso los mayores recursos posibles, pero nunca por medio del clientelismo y la dependencia. El arte de gobernar, que necesita el masismo, señala que las cosas de las que el gobierno debe hacerse cargo son los hombres y mujeres, pero en sus relaciones, sus vínculos, sus imbricaciones con esas cosas que son las riquezas, los recursos, las provisiones, el territorio; es decir, el ser humano con toda la complejidad de sus relaciones. Este arte de gobernar, no es reduccionista ni parcializado sino incluyente, pues, aún los que se consideran indígena-originario están atravesados por una compleja red de vínculos y relaciones que se extienden más allá de lo puramente étnico.

La efectividad de un buen arte de gobernar aplicado por un gobierno se mide por la perfección, la maximización y la intensificación de los procesos que dirige; los masistas hasta ahora no han logrado ni la perfección, maximización ni intensificación de la gestión pública, porque todos los instrumentos utilizados, son leyes y decretos antes que tácticas diversas para mejorar la vida de los bolivianos. No se puede esperara mejores resultados, cuando un gobernante no tiene paciencia, sabiduría y diligencia, condiciones necesarias para todo buen gobernante.

El Estado de justicia, el Estado administrativo y un Estado de gobierno, que se apoye esencialmente sobre la población no están contenidos dentro del proyecto masista. El MAS sólo busca potenciar al caudillo, y los instrumentos que usa para este fin son leyes, ordenanzas, reglamentos, destituciones; es decir, las armas tradicionales de endiosamiento del duche, del führer, del wiracocha.


Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos

DEMOCRACIA, INDIGENISMO Y DESCOLONIZACIÓN

DEMOCRACIA, INDIGENISMO Y DESCOLONIZACIÓN

La construcción de una “democracia radical” o como propone el pensador español, Agapito Maestre, la constitución de la “democracia política”, surge como una tarea, difícil por el momento, pero urgente y necesaria para ayudarnos a encaminar toda nuestra ecología humana, social, política y económica del país. Sustraerse a esta lucha por controlar como sociedad toda la “tecnología de la vida” frente a la pretensión de dominio absoluto por semidioses incaicos, así como contra el dominio tecnológico del capital sobre la vida, es una irresponsabilidad ética. En este contexto está en juego la prevalencia de la vida antes que cualquier totalitarismo provenga de donde provenga.

Un problema no resuelto tras largas y sesudas reflexiones es la cuestión de la colonialidad ¿Dónde surge esta intuición? ¿Quiénes abrieron la discusión sobre la existencia de un paraíso precolombino? ¿Son indígenas los voceros de esta arcadia? Sostener que los mismos indígenas toman la palabra para decir su verdad es cegarse los ojos intencionadamente y guardar un silencio parecido a la estupidez, diría Eduardo Galeano. Han sido los mismos europeos, hijos de europeos nacidos en América Latina, o mestizos que se pasearon por universidades y centros colonizadores; pues, entonces la descolonización es otra falacia de las élites intelectuales ortodoxas. Carlos Mariategui consideraba que, por ejemplo, en el caso de los incas, era “una raza mejor dotada para la creación artística que para la especulación intelectual”; Evo Morales es un vivo retrato de esta intuición, pero, no por ser un auténtico indígena, porque los especímenes incaicos a más de 500 años desde 1492, se han difuminado en el tiempo; esta inclinación artística, el presidente indígena, lo exhibe en su chaqueta bordada con tiras tihuanocotas, sobre todo, en el escenario mediático y, lo mismo, hacen los que se denominan originarios, exponiendo sus productos (cerámica, bordados, tejidos, etc.) en plazas y aeropuertos del mundo.

El discurso masista descolonizador en contra del imperio, cae en saco roto, cuando indagamos en el mundo precolombino. Diego Barras Arana señala: “Los incas hacían la guerra para civilizar a los vencidos y para extender el conocimiento de sus propias instituciones. Tomaban bajo su protección a los pueblos que habían sometido, y los hacían participes de todas las ventajas de que gozaban sus mismos súbditos. Los ídolos de sus pueblos conquistados eran llevados al templo del Cuzco. El pueblo vencido era tratado con dulzura, e instruido en la religión de sus nuevos señores, a fin de que le conquistador tuviese la gloria de haber aumentado el número de adoradores del sol”. De dónde inventaron, hoy, los masistas eso de que “jamás comprendimos el racismo hasta que la sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia”; ¿acaso, no fueron actos de un racismo sanguinario el sacrificio humano practicado por los incas?

Asimismo, la descolonización utilizada políticamente por el masismo, no es más que una copia del comunista italiano, Antonio Negri, sino escuchemos algunas de sus elucubraciones: “Comenzamos a leer la historia desde el punto de vista del monstruo, como producto y umbral de aquellas luchas que nos han liberado de la esclavitud (…) a través de la revuelta y la lucha. Es un proceso largo, ambiguo y frecuentemente contradictorio, pero la línea del monstruo es la única que ha podido al fin explicarnos el desarrollo de la historia tal como la vivimos y, sobre todo, tal y como el porvenir nos lo hará presente”. El tono de este texto resuena en todo el accionar masista. García Linera y sus súbditos palaciegos, no han dudado en empujar al monstruo (indigenismo, cocalismo, etnocentrismo, sindicalismo, etc.) a cometer monstruosidades, así como hacia en el paraíso incaico; sino de dónde aparecieron los 39 muertos de este proceso llamado revolución educativa y cultural, que deviene en cambio???

La democracia política o radical es una tarea titánica para el pueblo boliviano en esta hora decisiva, pero, en ella no caben indígeno-comunismos de ningún tipo ni otro tipo de fundamentalismo.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos