jueves, 17 de marzo de 2011

IDEOLOGÍA REAL MARAVILLOSA

IDEOLOGÍA REAL MARAVILLOSA

Ahora que los políticos se embriagan en polémicas mediocres –por ejemplo, el senador Pinto y el ministro de la cocaína, Sacha Llorenti, a propósito del narco general, hoy, cantando K’aluyos en los EE.UU. –; ahora que las políticas públicas (económicas, culturales, sociales) serias, creativas, no figuran en ningún programa de los partidos políticos; ahora cuando todo el mundo se pregunta dónde están las promesas de cambio, transformación, industrialización –aunque algunos políticos, como el s(c)enador, René Martínez, hace un esfuerzo discursivo demagógico descomunal para encontrar diferencias, disque, cualitativas respecto de las gestiones neoliberales–, la gran pregunta es dónde quedó el nuevo país que hicieron emerger de las cenizas del Estado esclerótico liberal, porque, ya está claro, no está ni estará nunca en la nueva Asamblea Pluri.

Yo me arriesgo a sospechar que, el nuevo Estado Plurinacional boliviano –y para exportación dicen algunos masistas– sólo es posible erigirlo en el planeta de los simios. Pues, la verdadera nación, la que quedará tras el derrumbe de la ideología del MAS, que sirve nada más para enmascarar y maquillar la realidad, igual que el más genuino realismo mágico, además, de legitimar el compadrerio, el tráfico de favores, el nepotismo, la corrupción y cuándo no, el narcotráfico; lo mejor de este país, subsistirá en los sabios de provincias, en los hijos de los provincianos, porque son capaces de hablar inglés o quechua y bailar un tinku, estar tan cerca de Shanghái, Hong Kong, Rio de Janeiro, Madrid, New York y comer con tanta naturalidad un trancapecho, un fideos uchú, sin sentir el menor complejo de raza.

Y como nuestro país, sigue siendo la república del contertulio, del amiguismo, de las farras, con o sin democracia pluri o formal, por eso mismo, los políticos nunca han sido buena espina, ni los he tomado en serio, jamás; porque, han sido algo así como manteca rancia y aceite sucio; pero, sobre todo, los he detestado, por eso de que no saben nada de política –ejemplo, los políticos pluri de hoy y los neoliberales de ayer, que se enzarzan en discusiones insulsas, superfluas–. He escuchado a muchos de ellos hablar de Maxs, de ese señor pequeño burgués que no pudo superar la muerte de su hijo en un frío piso de Paris, y del cual no conocen ni la tapa de sus libros; y como sólo les ha llegado de oídas su crítica al Capital, han acabado invirtiéndolo por “hacer capital”, pues, no se puede entender de otro modo, el desenfrenado fetichismo que practican. Así veo a los políticos de este país, y, me consuela pensar que estos adoradores de Moloch, serán expulsados del paraíso terrenal y celestial, para ir a parar en el infierno.

También oí decir a un político, cuyo nombre no quiero recordar y en un lugar de la Amazonía, que los otros, los malos de este western político, no sólo eran cadáveres sino que los gusanos iban a roer sus huesos. Pero, al parecer, a los políticos de izquierdas, sin necesidad de gusanos, ya se les empieza a podrir la cara y en vida, porque padecen una enfermedad incurable: la lepra ideológica. Así, al político se le conoce por la cara. Aunque la enfermedad degenerativa los va diezmando, todavía, son capaces de expulsar a los poetas, novelistas, teólogos, periodistas, filósofos y campesinos, de su Estado Plurinacional monárquico y platónico, igual, que el anciano filósofo expulsó a los aedas de su República.

Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo

CHALY RIMASSA

CHALY RIMASSA

Chaly –no el ex alcalde, Terceros– es hoy uno de los pintores y dibujantes vivos más destacados de nuestro país. Decir, que es una leyenda viva de la pintura nacional sabe a poco. Chaly Rimassa ha expuesto su arte en muchos lugares. A pesar de que hoy anda casi retirado de las galerías, no ha dejado de ser un progre, un personaje de Alicia en el país de las maravillas. Sus trazos son expresivamente, una consecuencia dulce amarga de Maigret. Chaly ha perdido la cuenta de cuántos libros lleva ilustrados; pues, algunos poetas y escritores, saben muy bien, que sus textos se han librado del olvido, gracias a los dibujos de Chaly.

Chaly Rimassa es un cochabambino sonriente, henodista y lúcido; en sus comentarios entredormidos yace una fantasía seca, pero, intelectualmente endurecida. Por sus dibujos y paisajes, una fantasía delirante se abre pasó a través del tiempo y donde el bálsamo de crueldad es la ausencia.

Más allá de la edad, que parece no hacer mella en este artista, siempre ha tenido a su lado una adolescente virginal; es más, yo creo que, todos los hombres de una imaginación desbordante, tienen, quieran o no, a su costado una mujer joven, virgen, que es algo así como los destellos de una gloria implícita en los creadores.

–Aunque han transcurrido años, meses y días. En suma, diez años de la amistad nuestra, ni yo te conozco ni tu me conoces, me explica. Eco es un escritor genial, pues, acabo de descubrirlo nuevamente en su última novela, El cementerio de Praga. Y el único maestro que he tenido, te lo juro, George Steiner, simplemente es brillante. Sabes chico –continúa– me da lo mismo en estos tiempos globalizados, leer un libro original o una versión trucha.

Y como todo buen maestro y amigo y la sinceridad más grande del mundo, me dice:

–A ti como a muchos amigos, la universidad les ha cagado la vida.

A Chaly, pintor, ilustrador, poeta, le fascinan los libros y más aún los títulos. Quiere saber cada vez más cosas y novedades. Cuál el último título publicado o qué escritor puso el dedo en la llaga, literariamente hablando. Aunque ha leído la obra completa de Vargas Llosa, dice, que encuentra más atrayente su prosa política.

–Mira, le digo a Chaly. Yo llevo leyendo libros desde mis 18 años, pero no he conseguido todavía una memoria tan fotográfica como la tuya. Me mira y se queda riendo.

Cómo contarle a este dibujante, artista, hombre de profundas convicciones culturales, que ilustró Los fundadores del Alba o Manchay Puytu, y que ha leído una montaña de libros, que el Vicepresidente, dice haber leído muchos libros, comparado con es artista de alcurnia es una mugre. Que en la fantasía de sus dibujos y cuadros, habitan Bécquer, Cernuda, Octavio Paz, Neruda, Simenon, Cortázar, Vargas Llosa, Borges, Apollinaire, Cocteau, Picasso y hasta Chaplin.

Aquí y ahora, todavía hay novísimos que balbucean vanguardias, cuando este pequeño gran pintor insufló tanta vanguardia hace ya mucho tiempo. He pasado durante estos años, muchas horas, hablando con Chaly, sobre literatura, poesía, feminismo, política, patriarcalismo y, sobre todo, mujeres jóvenes y hermosas, entre lo erudito y cotidiano. Qué noveladas han sido nuestras charlas don Chaly Rimassa, thank you, maestro, como siempre.

Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo

viernes, 4 de marzo de 2011

ETERNO DISCURSO DE LO MISMO

ETERNO DISCURSO DE LO MISMO
La historia de Bolivia es un “eterno retorno de las cosas”, aunque nadie aquí haya leído a Nietzsche y Mircea Eliade, salvo el filósofo Benjamín Santisteban y, al parecer, García Linera, pero mal. Yo creo que el señor Vice Plurinacional, confundió el eterno retorno con “el eterno discurso de lo mismo”, que de por sí no es ninguna categoría filosófica ni sociológica, sino, sencillamente un slogan de feria. El retorno de prácticas otrora populistas como en el tiempo de la UDP o recientemente neoliberales, están ahí, a la vuelta de la esquina: narcotráfico, agio, especulación, inflación, corrupción, narcopolítica, narcointeligencia, en su esencia más putrefacta.
La pobreza nacional ha crecido al punto, que cien bolivianos ya no valen un carajo. Digo yo, sería bueno que el gobierno, para salir de esta crisis económica, social, política y moral, en suma, la muerte anunciada del tan cantado Estado Plurinacional, empezara a falsificar billetes. Pues, como es capaz de falsearlo todo (leyes, decretos, enemigos, autonomías) debiera empezar a falsificar el peso boliviano por billetes nuevos, más artesanales, más de alasita, que tengan un poco más de valor real, porque el boliviano nos está matando de hambre. Sí, ahí quería llegar, a eso de la pobreza nacional, pues, si la absoluta mediocridad del gobierno no alcanza para reactivar la economía y dar más trabajo a la gente, por lo menos los billetes falsos, más espontáneos, con la marca del trabajo del desempleado, la familia, llevarían un plus más real. Porque a más de las tan vociferadas reservas internacionales por el Vice, el país está sin un peso. Así, en lugar de una pertinaz inflación y gasolinazo y el empequeñecimiento de la canasta familiar, una pertinente falsificación de billetes de a 100 y 200, no es tan peligroso como el engaño que comete el gobierno o el Estado, que se falsifica a sí mismo, emitiendo cifras y billetes más de lo que en realidad se tiene.
Dada la situación del país y la tibieza del Banco Central y su moneda, si hay que retirar el dinero devaluado que circula y sustituirlo por falsos no es delito, porque el salario no alcanza ni para un puchero de acera. Emitir billetes falsos es una buena manera de sanear la economía, además, un excelente modo de lanzar divisas para el país, las bolsas terminarían aceptando, porque sería un dinero plurinacional y folclórico, nacido de las entrañas y el hambre del pueblo. Los billetes del ekeko, tienen, hoy más poder adquisitivo que los que pone en circulación el gobierno.
En esta hambruna, a los bolivianos nos pasa lo que a los personajes de Dylan Thomas, que cuando comen se empequeñece la habitación, de tan pequeña que es. Pero, como comen poco o casi nada igual que la mayoría de los bolivianos, no notan el efecto. La pequeña economía del país, está jodida, a pesar de que algunos se empecinan en verla gigante, enorme, blindada ante el embate de la economía mundial. Así es el eterno discurso de lo mismo de los demagogos en todo tiempo.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo