viernes, 4 de marzo de 2011

ETERNO DISCURSO DE LO MISMO

ETERNO DISCURSO DE LO MISMO
La historia de Bolivia es un “eterno retorno de las cosas”, aunque nadie aquí haya leído a Nietzsche y Mircea Eliade, salvo el filósofo Benjamín Santisteban y, al parecer, García Linera, pero mal. Yo creo que el señor Vice Plurinacional, confundió el eterno retorno con “el eterno discurso de lo mismo”, que de por sí no es ninguna categoría filosófica ni sociológica, sino, sencillamente un slogan de feria. El retorno de prácticas otrora populistas como en el tiempo de la UDP o recientemente neoliberales, están ahí, a la vuelta de la esquina: narcotráfico, agio, especulación, inflación, corrupción, narcopolítica, narcointeligencia, en su esencia más putrefacta.
La pobreza nacional ha crecido al punto, que cien bolivianos ya no valen un carajo. Digo yo, sería bueno que el gobierno, para salir de esta crisis económica, social, política y moral, en suma, la muerte anunciada del tan cantado Estado Plurinacional, empezara a falsificar billetes. Pues, como es capaz de falsearlo todo (leyes, decretos, enemigos, autonomías) debiera empezar a falsificar el peso boliviano por billetes nuevos, más artesanales, más de alasita, que tengan un poco más de valor real, porque el boliviano nos está matando de hambre. Sí, ahí quería llegar, a eso de la pobreza nacional, pues, si la absoluta mediocridad del gobierno no alcanza para reactivar la economía y dar más trabajo a la gente, por lo menos los billetes falsos, más espontáneos, con la marca del trabajo del desempleado, la familia, llevarían un plus más real. Porque a más de las tan vociferadas reservas internacionales por el Vice, el país está sin un peso. Así, en lugar de una pertinaz inflación y gasolinazo y el empequeñecimiento de la canasta familiar, una pertinente falsificación de billetes de a 100 y 200, no es tan peligroso como el engaño que comete el gobierno o el Estado, que se falsifica a sí mismo, emitiendo cifras y billetes más de lo que en realidad se tiene.
Dada la situación del país y la tibieza del Banco Central y su moneda, si hay que retirar el dinero devaluado que circula y sustituirlo por falsos no es delito, porque el salario no alcanza ni para un puchero de acera. Emitir billetes falsos es una buena manera de sanear la economía, además, un excelente modo de lanzar divisas para el país, las bolsas terminarían aceptando, porque sería un dinero plurinacional y folclórico, nacido de las entrañas y el hambre del pueblo. Los billetes del ekeko, tienen, hoy más poder adquisitivo que los que pone en circulación el gobierno.
En esta hambruna, a los bolivianos nos pasa lo que a los personajes de Dylan Thomas, que cuando comen se empequeñece la habitación, de tan pequeña que es. Pero, como comen poco o casi nada igual que la mayoría de los bolivianos, no notan el efecto. La pequeña economía del país, está jodida, a pesar de que algunos se empecinan en verla gigante, enorme, blindada ante el embate de la economía mundial. Así es el eterno discurso de lo mismo de los demagogos en todo tiempo.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo

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