jueves, 21 de abril de 2011

EL CANTO DE LA GOLONDRINA

EL CANTO DE LA GOLONDRINA


He encontrado un truco muy efectivo para mimetizarme en medio de los masistas. Envuelto en una wiphala, asfixiado dentro de un ch’ulu, las encías inertes y verdeando de coca y mis pies ardiendo dentro de mis abarcas de goma, camino junto a la marcha de apoyo al gobierno de Evo Morales y García Linera. Cómo marchan estos cocaleros. Mansos como ovejas, desorientados, obligados bajo el látigo invisible del Guía planetario, apesadumbrados y subyugados. Y llego a tiempo a la plaza 14 de septiembre, para oír el canto de una golondrina oscura, burócrata, fascista/stalinista.
Surge la golondrina oscura, enmangas de camisa arremangada, sin corbata, adiós abril, quema como debe ser. Su canto se alza sobre cientos de cocaleros, afiliados al partido, fotógrafos, pero, sobre todo, se asienta sobre sus más conspicuos acólitos (Gobernadores, alcaldes, asambleístas, concejales y la casta de dirigentes abominables…). Su oratoria es enérgica, incendiaria, astuta (demasiado astuta), ladina, dorada por una frigidez comunista espeluznante y, sobre todo, es una alegoría a la política como continuación de la guerra por otros medios, es decir, un clausewitzcheano sobresaliente.
Esta golondrina oscura que canta en abril, no es sino el símbolo del miedo y la guerra, porque ni siquiera se la puede considerar hija del tradicionalismo totalitario, peor aún el estiércol que puede abonar el campo de la política democrática del país. ¡Nada! Lo que es este siniestro burócrata, no pasa de ser un provocador, marrullero, que vende, corruptamente, a la gran masa analfabeta de seres hacinados por el miedo y la impaciencia, la guerra por política, bajo la cínica proclama de que estamos amenazados. Este Clausewitz furtivo es el típico cobarde que necesita descalificar y que se escuda en la burda clasificación izquierda/derecha (revolucionario/imperialista) para sobrevivir intelectualmente.
La oscura golondrina de abril, se ha ido tejiendo así misma, a pesar del temor a encontrarse a sí misma como el político totalitario, obtuso, fascista, intoxicador, mentiroso, mafioso intelectual, acomodaticio, cínico, vago y maleante de ideas, nada más para generar un falsa máscara de que el campesino e indígena participa en la creación de bienes públicos. Cuando la realidad nos muestra que son los ponzoñosos burócratas de siempre los que se han trasmutado cómodamente en el poder, en nombre de los desharrapados del país. El canto de la golondrina, se ha posicionado en la nueva marea política, como el modelo de político excepcional, que con sus ayes quejumbrosos y lloriqueos históricos, añora con una falsa melancolía un orden necesario pero siempre inexistente; no puede ser de otra manera, en un personaje, que vive enfermo de realidad, de falsa realidad. En su canto, los hechos y los ideales viven divorciados; sus palabras y medios a los que recurre sólo son fines, elaborados hábilmente, para cuidar sus bastardos intereses. El pseudo dilema izquierda/derecha acabó por envenenar el desarrollo de la democracia. Qué lejos está en su terrorismo ideológico la creación de un ciudadano, libre y autónomo, ese que es instituido por la polis (democracia).
Una verdadera política democrática, no se construye bajo las alas de un movimiento sabe-lo-todo, ni desde la bandera de la propaganda y la demagogia o el romanticismo político, sino, desde hombres y mujeres comunes, libres y autónomos. Por eso, yo acuso a los políticos que se escudan en la manida clasificación izquierda/derecha para sobrevivir. Y, también, porque nos conducen hacia una inevitable apatía política. A pesar que para estas golondrinas oscuras, los teólogos, filósofos, ético-moralistas, poetas y escritores, aparecen como los más relevantes enemigos de la política. Yo sigo creyendo en una política como lugar materialmente de todos y de nadie y aquella que hace a los hombres verdaderamente humanos.
Volverán las oscuras golondrinas con su canto bélico (políticos de derecha o izquierda, de arriba o de abajo, de aquí o de allá) como las de Bécquer a colgar sus nidos en las delicias del poder político, por supuesto. Y que perseguirán a los que hemos enarbolado el poncho, la guitarra, el viento, la abarcas de nuestros abuelos, ¡mentira!, ¡demagogia!, puro embuste oscuro. Arremeterán contra las golondrinas de abril, seguro. Y que nos opondremos siempre al canto fascista, stalinista, buschista, chavista, gadafista de estas golondrinas oscuras, sí.

Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo

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