miércoles, 18 de enero de 2012

¿LA REVOLUCIÓN MASISTA, OPIO DEL PUEBLO?

ENTRE EL RUMOR

¿La revolución masista, opio del pueblo?

Como nunca antes en nuestra historia, hoy, en nombre de una supuesta revolución indígena se va perfilando una democracia popular –solía decir George Orwel–, donde la prepotencia del Estado amenaza peligrosamente los derechos ciudadanos; no cabe duda alguna que, la revolución cultural y democrática de García Linera/Evo Morales, se desarrolla bajo el diseño de una ingeniería política sátrapa, que ha logrado consolidar una identificación aberrante entre el Estado y el Partido (MAS); ésta se manifiesta en un estatismo, un nuevo capitalismo estatal, que ha logrado comprar parcelas en la luna pero de las cuales no ha recibido un carajo. Y peor aún, ha dado lugar a una “nueva clase” de funcionarios del Partido, burócratas, a costa de los más pobres y la población trabajadora.

Si en el capitalismo, según los más feroces detractores de izquierdas, impera la explotación del hombre por el hombre, en el nuevo Estado Pluri que intentan imaginar los masistas ocurre lo contrario. Los gobernantes nos han venido consolando, frente a la miseria y los pobres de la nación, invocando una futura y lejana felicidad de los bolivianos –El Vice, decía que hasta el 2014 el país sufriría un despegue industrial inusitado–, mientras tanto, algunos sectores son sometidos a un sistema implacable de normas jurídicas, impositivas, y se les fuerza a elevar los índices de producción, mas no se les deja exportar. Hasta ahora no hay indicios de que el reino del “vivir bien” vaya a irrumpir por algún lugar. De lo que sí tenemos pruebas y nunca tan objetivas, es del terror y la violencia del Estado, sobre todo la violación del derecho a la vida.

Ya expresé muchas veces mi antipatía por ciertos personajes gringos y negros norteamericanos, igual que por algunos repelentes socialistas latinoamericanos; nunca he ocultado lo gordo que me cae Hugo Chávez. Eso sí sigo creyendo que el capitalismo ha dado las mejores muestras de ser, con todas sus fallas y perjudiciales defectos, claro, en gran medida corregibles (Miguel Manzanera, filósofo jesuita, habla de una humanización del neoliberalismo); pues, esto no sólo ha propiciado el análisis empírico, sino que gracias a esto ha creado un sistema eficiente de corrección y control; asimismo, ha propugnado desde su seno amplias reformas sociales, por ejemplo, la jubilación (Renta dignidad) y otras formas de cogestión. Un capitalismo corregido y humanizado a diferencia de una revolución estatista planificada, está en mejores condiciones de liberar del yugo de la pobreza a amplios sectores de la población y conducir a un bienestar relativamente asegurado. Así con un mejor sentido de adecuación a la realidad, se debe hablar de una “economía social mercado”, en oposición a una “economía socialista-productiva-diversa-planificada”, que hoy por hoy no ha sido capaz de producir una aguja.

El pasado siglo cabía preguntarse con toda la seriedad que esto significaba, mientras se advenía la revolución comunista, si ¿la religión, no era opio del pueblo? En nuestro país una vez consumada la revolución democrática, cultural y de todo, no debemos acaso preguntarnos los bolivianos, con la misma seriedad del pasado siglo: ¿la revolución masista, opio del pueblo?

Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo