DEMOCRACIA, INDIGENISMO Y DESCOLONIZACIÓN
La construcción de una “democracia radical” o como propone el pensador español, Agapito Maestre, la constitución de la “democracia política”, surge como una tarea, difícil por el momento, pero urgente y necesaria para ayudarnos a encaminar toda nuestra ecología humana, social, política y económica del país. Sustraerse a esta lucha por controlar como sociedad toda la “tecnología de la vida” frente a la pretensión de dominio absoluto por semidioses incaicos, así como contra el dominio tecnológico del capital sobre la vida, es una irresponsabilidad ética. En este contexto está en juego la prevalencia de la vida antes que cualquier totalitarismo provenga de donde provenga.
Un problema no resuelto tras largas y sesudas reflexiones es la cuestión de la colonialidad ¿Dónde surge esta intuición? ¿Quiénes abrieron la discusión sobre la existencia de un paraíso precolombino? ¿Son indígenas los voceros de esta arcadia? Sostener que los mismos indígenas toman la palabra para decir su verdad es cegarse los ojos intencionadamente y guardar un silencio parecido a la estupidez, diría Eduardo Galeano. Han sido los mismos europeos, hijos de europeos nacidos en América Latina, o mestizos que se pasearon por universidades y centros colonizadores; pues, entonces la descolonización es otra falacia de las élites intelectuales ortodoxas. Carlos Mariategui consideraba que, por ejemplo, en el caso de los incas, era “una raza mejor dotada para la creación artística que para la especulación intelectual”; Evo Morales es un vivo retrato de esta intuición, pero, no por ser un auténtico indígena, porque los especímenes incaicos a más de 500 años desde 1492, se han difuminado en el tiempo; esta inclinación artística, el presidente indígena, lo exhibe en su chaqueta bordada con tiras tihuanocotas, sobre todo, en el escenario mediático y, lo mismo, hacen los que se denominan originarios, exponiendo sus productos (cerámica, bordados, tejidos, etc.) en plazas y aeropuertos del mundo.
El discurso masista descolonizador en contra del imperio, cae en saco roto, cuando indagamos en el mundo precolombino. Diego Barras Arana señala: “Los incas hacían la guerra para civilizar a los vencidos y para extender el conocimiento de sus propias instituciones. Tomaban bajo su protección a los pueblos que habían sometido, y los hacían participes de todas las ventajas de que gozaban sus mismos súbditos. Los ídolos de sus pueblos conquistados eran llevados al templo del Cuzco. El pueblo vencido era tratado con dulzura, e instruido en la religión de sus nuevos señores, a fin de que le conquistador tuviese la gloria de haber aumentado el número de adoradores del sol”. De dónde inventaron, hoy, los masistas eso de que “jamás comprendimos el racismo hasta que la sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia”; ¿acaso, no fueron actos de un racismo sanguinario el sacrificio humano practicado por los incas?
Asimismo, la descolonización utilizada políticamente por el masismo, no es más que una copia del comunista italiano, Antonio Negri, sino escuchemos algunas de sus elucubraciones: “Comenzamos a leer la historia desde el punto de vista del monstruo, como producto y umbral de aquellas luchas que nos han liberado de la esclavitud (…) a través de la revuelta y la lucha. Es un proceso largo, ambiguo y frecuentemente contradictorio, pero la línea del monstruo es la única que ha podido al fin explicarnos el desarrollo de la historia tal como la vivimos y, sobre todo, tal y como el porvenir nos lo hará presente”. El tono de este texto resuena en todo el accionar masista. García Linera y sus súbditos palaciegos, no han dudado en empujar al monstruo (indigenismo, cocalismo, etnocentrismo, sindicalismo, etc.) a cometer monstruosidades, así como hacia en el paraíso incaico; sino de dónde aparecieron los 39 muertos de este proceso llamado revolución educativa y cultural, que deviene en cambio???
La democracia política o radical es una tarea titánica para el pueblo boliviano en esta hora decisiva, pero, en ella no caben indígeno-comunismos de ningún tipo ni otro tipo de fundamentalismo.
Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos
La construcción de una “democracia radical” o como propone el pensador español, Agapito Maestre, la constitución de la “democracia política”, surge como una tarea, difícil por el momento, pero urgente y necesaria para ayudarnos a encaminar toda nuestra ecología humana, social, política y económica del país. Sustraerse a esta lucha por controlar como sociedad toda la “tecnología de la vida” frente a la pretensión de dominio absoluto por semidioses incaicos, así como contra el dominio tecnológico del capital sobre la vida, es una irresponsabilidad ética. En este contexto está en juego la prevalencia de la vida antes que cualquier totalitarismo provenga de donde provenga.
Un problema no resuelto tras largas y sesudas reflexiones es la cuestión de la colonialidad ¿Dónde surge esta intuición? ¿Quiénes abrieron la discusión sobre la existencia de un paraíso precolombino? ¿Son indígenas los voceros de esta arcadia? Sostener que los mismos indígenas toman la palabra para decir su verdad es cegarse los ojos intencionadamente y guardar un silencio parecido a la estupidez, diría Eduardo Galeano. Han sido los mismos europeos, hijos de europeos nacidos en América Latina, o mestizos que se pasearon por universidades y centros colonizadores; pues, entonces la descolonización es otra falacia de las élites intelectuales ortodoxas. Carlos Mariategui consideraba que, por ejemplo, en el caso de los incas, era “una raza mejor dotada para la creación artística que para la especulación intelectual”; Evo Morales es un vivo retrato de esta intuición, pero, no por ser un auténtico indígena, porque los especímenes incaicos a más de 500 años desde 1492, se han difuminado en el tiempo; esta inclinación artística, el presidente indígena, lo exhibe en su chaqueta bordada con tiras tihuanocotas, sobre todo, en el escenario mediático y, lo mismo, hacen los que se denominan originarios, exponiendo sus productos (cerámica, bordados, tejidos, etc.) en plazas y aeropuertos del mundo.
El discurso masista descolonizador en contra del imperio, cae en saco roto, cuando indagamos en el mundo precolombino. Diego Barras Arana señala: “Los incas hacían la guerra para civilizar a los vencidos y para extender el conocimiento de sus propias instituciones. Tomaban bajo su protección a los pueblos que habían sometido, y los hacían participes de todas las ventajas de que gozaban sus mismos súbditos. Los ídolos de sus pueblos conquistados eran llevados al templo del Cuzco. El pueblo vencido era tratado con dulzura, e instruido en la religión de sus nuevos señores, a fin de que le conquistador tuviese la gloria de haber aumentado el número de adoradores del sol”. De dónde inventaron, hoy, los masistas eso de que “jamás comprendimos el racismo hasta que la sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia”; ¿acaso, no fueron actos de un racismo sanguinario el sacrificio humano practicado por los incas?
Asimismo, la descolonización utilizada políticamente por el masismo, no es más que una copia del comunista italiano, Antonio Negri, sino escuchemos algunas de sus elucubraciones: “Comenzamos a leer la historia desde el punto de vista del monstruo, como producto y umbral de aquellas luchas que nos han liberado de la esclavitud (…) a través de la revuelta y la lucha. Es un proceso largo, ambiguo y frecuentemente contradictorio, pero la línea del monstruo es la única que ha podido al fin explicarnos el desarrollo de la historia tal como la vivimos y, sobre todo, tal y como el porvenir nos lo hará presente”. El tono de este texto resuena en todo el accionar masista. García Linera y sus súbditos palaciegos, no han dudado en empujar al monstruo (indigenismo, cocalismo, etnocentrismo, sindicalismo, etc.) a cometer monstruosidades, así como hacia en el paraíso incaico; sino de dónde aparecieron los 39 muertos de este proceso llamado revolución educativa y cultural, que deviene en cambio???
La democracia política o radical es una tarea titánica para el pueblo boliviano en esta hora decisiva, pero, en ella no caben indígeno-comunismos de ningún tipo ni otro tipo de fundamentalismo.
Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo
Profesor de derechos humanos
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