LOS SOCIALISTAS Y OTROS ENEMIGOS
Hace poco me escribió un amigo, muy preocupado: “Oye, que los méritos (oposición) en este país, ya no cuentan un quinto”. Claro, digo, cómo van a contar, si los socialistas y otros enemigos –los sin miedo, por ejemplo, de Juan del Granado, son más híbridos que una mula– han ido suprimiendo las oposiciones de la vida nacional (no me refiero a la oposición política); ya no sirve para nada, el mérito en la carrera profesional, la institucional, la barrial, en suma, esfuerzo vano, sentar el culo 24 horas a buscar temas de oposición.
Una de las consecuencias más nefastas para nuestra sociedad, a causa de medidas demagógicas e inconstitucionales que usó la izquierda para eliminar a la oposición política, en el lugar que se encontrará, ha sido la infravaloración de la oposición (méritos) que, de una forma u otra, movía el engranaje social; ya de por sí, era saludable para la vida nacional, la oposición (concurso de méritos, cualificación, aptitud) a una cátedra, a las notarias, a la administración pública, a los cargos jerárquicos del Estado, a direcciones nacionales, a buscarse una novia para toda la vida, lo que equivalía casarse un poco tarde, es decir, primaba las oposiciones a todo. Bueno, una vez borrada toda oposición del entramado social, lo que se nos viene abajo, es toda una larga tradición de honestidad y esfuerzo de muchos bolivianos; de aquí en adelante, sin oposición en la conciencia nacional, digo, paisano, los hijos de campesinos e indígenas, ya no tendrán necesidad de darle duro y horas y horas a la preparación académica; seguramente, los socialistas y otros enemigos del país, que andan entrometidos en borrar oposición en todos los ámbitos (público y privado) nunca ganaron oposición alguna; por supuesto, cómo iban a hacerlo, si dentro de su esquema mental, se puede ser Presidente por la mañana, regante y cocalero a medio día, dirigente sindical y ministro por la tarde, y traficante de droga y amante por la noche, o sea, todo en un día. Creo, que es de ahí de donde les viene tanto resentimiento, la falta de oposición (mérito); lo peligroso de esta dialéctica de la venganza, es que se va envenenando nuestra vida nacional, de odio racista, con un odio arcaico incontenible.
Porque si de ganar méritos (oposiciones) se trata, veamos, ¿cuántas oposiciones a la cátedra “José Martí” o “Pensamiento marxiano” ganó don Álvaro García Linera? ¿qué oposiciones a “Historia Prehispánica” ganó don Evo Morales? ¿Y, don Choquehuanca, obtuvo alguna oposición al libro “La tierra no da así no más”? Seguro, aunque hubieran ganado alguna, eso qué es comparado con los número uno que da la derecha; ahí está, don Víctor Hugo Cárdenas, Carlos Mesa, Fernando Untoja, Doria Medina, Alejo Veliz, René Joaquino; la izquierda y otros enemigos del país, hasta donde la historia lo registra, con lo único que han aportado a la edificación del Estado, han sido personajes incendiarios y terroristas, guerrilleros y sindicalistas. Así van las cosas en este momento que se habla tanto de “proceso de cambio”, pues, los señores socialistas, eso de los méritos (oposiciones), lo tienen metido en el duodeno.
¿Y a qué viene todo esto que vengo diciendo, sobre el tema de las oposiciones (méritos)? Pues, viene a propósito de la proximidad de unas elecciones nacionales que hubo en un país, o va a haber, o no habrá nunca y siempre. Nuestras elecciones nacionales, desde la fundación de la República y de cuando mi abuelo iba a dormir la noche anterior en la puerta de su recinto electoral para ser el primero en votar, han sufrido la amenaza de los gobiernos de turno; esa modestia pedónea, no hace (cía) sino tambalear la posibilidad de abrir caminos para que se instaure el diálogo, la esperanza, la real diferencia; algún día, seguramente, encontraremos, sea en un Estado pluri, multi, trans, post nacional o lo que fuere, la fórmula para construir la unidad y cimentar de una vez por todas, la bolivianidad, antes que parcializaciones ultra extremistas.
La izquierda y otros enemigos, más allá de las oposiciones, frente a las elecciones de diciembre, sabiendo dónde la tienen incrustada la meritocracia, quieren mantener unos candidatos sexys; y el binomio, ratificado por la Federación de cocaleros del trópico, lleva una ventaja, la posesión del aparato estatal; la faceta sexy lo muestra el Vicepresidente con una soterrada, pero, superficial masculinidad; la derecha, también se está nutriendo de figuras sexys, no otra cosa representa la presencia de la modelo cruceña, otrora masista, Adriana Gil; el ambiente preelectoral de estos meses que nos separan de diciembre, izquierdas y derechas, intentarán reciclarse, con semblantes y figuras sexys (cantantes, curas progres, modelos, periodistas, empresarios…) muchísimas de ellas sin oposición alguna.
De cara a unos socialistas –ya no uso indigenistas, porque eso quedó en algún trecho del pasado inmediato– y una derecha desorbitada, víctima de sus propios errores del pasado, y una oposición (mérito) cada día venida a menos, sepultada, por los cánones de la escuela de formación política, para la Presidencia del Gobierno, no quiero ningún sexy, eso sí, me inclino, por un loco, pero que tenga algo de oposición y para la lucha social y sindical –necesaria en todo país que se precie de demócrata–, un incendiario, egresado de la Escuela de formación política.
Iván Castro Aruzamen
Filósofo y teólogo
Profesor de derechos humanos
Hace poco me escribió un amigo, muy preocupado: “Oye, que los méritos (oposición) en este país, ya no cuentan un quinto”. Claro, digo, cómo van a contar, si los socialistas y otros enemigos –los sin miedo, por ejemplo, de Juan del Granado, son más híbridos que una mula– han ido suprimiendo las oposiciones de la vida nacional (no me refiero a la oposición política); ya no sirve para nada, el mérito en la carrera profesional, la institucional, la barrial, en suma, esfuerzo vano, sentar el culo 24 horas a buscar temas de oposición.
Una de las consecuencias más nefastas para nuestra sociedad, a causa de medidas demagógicas e inconstitucionales que usó la izquierda para eliminar a la oposición política, en el lugar que se encontrará, ha sido la infravaloración de la oposición (méritos) que, de una forma u otra, movía el engranaje social; ya de por sí, era saludable para la vida nacional, la oposición (concurso de méritos, cualificación, aptitud) a una cátedra, a las notarias, a la administración pública, a los cargos jerárquicos del Estado, a direcciones nacionales, a buscarse una novia para toda la vida, lo que equivalía casarse un poco tarde, es decir, primaba las oposiciones a todo. Bueno, una vez borrada toda oposición del entramado social, lo que se nos viene abajo, es toda una larga tradición de honestidad y esfuerzo de muchos bolivianos; de aquí en adelante, sin oposición en la conciencia nacional, digo, paisano, los hijos de campesinos e indígenas, ya no tendrán necesidad de darle duro y horas y horas a la preparación académica; seguramente, los socialistas y otros enemigos del país, que andan entrometidos en borrar oposición en todos los ámbitos (público y privado) nunca ganaron oposición alguna; por supuesto, cómo iban a hacerlo, si dentro de su esquema mental, se puede ser Presidente por la mañana, regante y cocalero a medio día, dirigente sindical y ministro por la tarde, y traficante de droga y amante por la noche, o sea, todo en un día. Creo, que es de ahí de donde les viene tanto resentimiento, la falta de oposición (mérito); lo peligroso de esta dialéctica de la venganza, es que se va envenenando nuestra vida nacional, de odio racista, con un odio arcaico incontenible.
Porque si de ganar méritos (oposiciones) se trata, veamos, ¿cuántas oposiciones a la cátedra “José Martí” o “Pensamiento marxiano” ganó don Álvaro García Linera? ¿qué oposiciones a “Historia Prehispánica” ganó don Evo Morales? ¿Y, don Choquehuanca, obtuvo alguna oposición al libro “La tierra no da así no más”? Seguro, aunque hubieran ganado alguna, eso qué es comparado con los número uno que da la derecha; ahí está, don Víctor Hugo Cárdenas, Carlos Mesa, Fernando Untoja, Doria Medina, Alejo Veliz, René Joaquino; la izquierda y otros enemigos del país, hasta donde la historia lo registra, con lo único que han aportado a la edificación del Estado, han sido personajes incendiarios y terroristas, guerrilleros y sindicalistas. Así van las cosas en este momento que se habla tanto de “proceso de cambio”, pues, los señores socialistas, eso de los méritos (oposiciones), lo tienen metido en el duodeno.
¿Y a qué viene todo esto que vengo diciendo, sobre el tema de las oposiciones (méritos)? Pues, viene a propósito de la proximidad de unas elecciones nacionales que hubo en un país, o va a haber, o no habrá nunca y siempre. Nuestras elecciones nacionales, desde la fundación de la República y de cuando mi abuelo iba a dormir la noche anterior en la puerta de su recinto electoral para ser el primero en votar, han sufrido la amenaza de los gobiernos de turno; esa modestia pedónea, no hace (cía) sino tambalear la posibilidad de abrir caminos para que se instaure el diálogo, la esperanza, la real diferencia; algún día, seguramente, encontraremos, sea en un Estado pluri, multi, trans, post nacional o lo que fuere, la fórmula para construir la unidad y cimentar de una vez por todas, la bolivianidad, antes que parcializaciones ultra extremistas.
La izquierda y otros enemigos, más allá de las oposiciones, frente a las elecciones de diciembre, sabiendo dónde la tienen incrustada la meritocracia, quieren mantener unos candidatos sexys; y el binomio, ratificado por la Federación de cocaleros del trópico, lleva una ventaja, la posesión del aparato estatal; la faceta sexy lo muestra el Vicepresidente con una soterrada, pero, superficial masculinidad; la derecha, también se está nutriendo de figuras sexys, no otra cosa representa la presencia de la modelo cruceña, otrora masista, Adriana Gil; el ambiente preelectoral de estos meses que nos separan de diciembre, izquierdas y derechas, intentarán reciclarse, con semblantes y figuras sexys (cantantes, curas progres, modelos, periodistas, empresarios…) muchísimas de ellas sin oposición alguna.
De cara a unos socialistas –ya no uso indigenistas, porque eso quedó en algún trecho del pasado inmediato– y una derecha desorbitada, víctima de sus propios errores del pasado, y una oposición (mérito) cada día venida a menos, sepultada, por los cánones de la escuela de formación política, para la Presidencia del Gobierno, no quiero ningún sexy, eso sí, me inclino, por un loco, pero que tenga algo de oposición y para la lucha social y sindical –necesaria en todo país que se precie de demócrata–, un incendiario, egresado de la Escuela de formación política.
Iván Castro Aruzamen
Filósofo y teólogo
Profesor de derechos humanos